Cruel destino

Itzel

El puente detrás de mí se desvanecía en la oscuridad, marcando el final de las tierras del León Negro mi padre, y la guerra con los Ghouls. Con cada paso que me alejaba, la esperanza de llegar quizás antes de tiempo a mi destino, es reemplazada por un agotamiento que consumía mi ser.

Pase dos dias avanzando, no queriendome detener ni para comer o beber algo. Quería llegar cuando antes al territorio de la manda Luna creciente esperando ser resivida con cortesía.

El veneno de aquella garra de Ghoul seguía corriendo por mis venas, un fuego frío que me robaba la fuerza. Cada movimiento era una lucha, cada aliento un desafío. La naturaleza misma parecía estar en mi contra, y en mi debilidad, me convertí en presa en lugar de cazadora.

Entonces, cuando la desesperación estaba a punto de tomar el control, pude sentir la presencia de un aroma que no pertenecía a este mundo. Era una armonía de fragancias, dulce y embriagadora, que me recordaba al hermoso aroma de aquella extravagante flor **Loto**, con su promesa de frescura y vida en medio de mi desolación. Ese aroma, sabía instintivamente, era el rastro de mi pareja predestinada, un regalo de la Diosa Luna para los lobos. 

Con cada paso que daba, el rastro se hacía más fuerte y mi determinación no flaqueaba. Me impulsaba hacia adelante, hacia la promesa de un destino compartido. Sin embargo, mi cuerpo no respondía como antes; el veneno me había robado la gracia de mis movimientos, la certeza de mi fuerza e incluso la habilidad de autocurarme rápidamente.

Me vi obligada a detenerme y apoyarme contra el tronco rugoso de un árbol antiguo, cuyas raíces se hundían profundamente en la tierra, como si buscaran algo perdido. Allí, bajo la sombra protectora de sus ramas, cerré los ojos por un momento, buscando en la oscuridad un respiro, una chispa de esperanza.

Fue entonces cuando la emboscada se desató. Dos figuras emergieron de la nada, sus siluetas apenas visibles en la penumbra. No eran más que sombras, pero su intención era clara. Se movían con la confianza de quienes se saben en su propio territorio, y algo en su postura me decia que no eran mas que un par de guardias.

No tuve tiempo de reaccionar, de prepararme para la lucha. El veneno y el cansancio me habían dejado al borde de la inconsciencia, y ellos lo sabían. Me rodearon, y aunque intenté resistir, mi cuerpo no obedecía. Me capturaron sin esfuerzo, arrastrándome lejos del árbol en el cual decí descansar y extrañadamente acercandome más a aquel perceptible aroma.

Si bien este par de tontos no eran rivales para mí, en mi estado y debido a mi condicion no pude resistirme. Me llevaron ante un imponente hombre, aquel del cual podía sentir el dulce aroma del Loto y una fuerte chispa al conectar miradas. 

Se dirigieron a él como su Alfa, un líder cuya presencia imponía respeto y autoridad. Por momentos pense que solo cuestionaria la razón por la cual el lazo de pareja se le dió con una extra. Pero no, sin conocer mi historia, sin escuchar mi voz, ordenó que me encerraran.

Y así, en la soledad de una celda, me encontré reflexionando sobre el giro de los acontecimientos. La Diosa Luna había tejido un destino para mí, uno que nunca podría haber imaginado. Ahora, encadenada y sola, solo podía esperar y confiar en que el lazo que me unía a mi pareja desconocida sería suficiente para liberarme.

Esperé durante dos días a que se apareciera. Pues según lo contado por mi padre, cuando encuentras a tu pareja predestinada no puede pasarse tanto tiempo alejado de esta debido al lazo que los une. Pero claramente éste sujeto y yo somos la excepción entre muchos otros lobos. 

Tuve la visita de uno de ellos, quien se presentó como Kael Lisbo, el Beta de aquel imbécil que me emcerro. Siendo sincera él parecía más razonable que su Alfa, por ello decidí presetarme con él y contar la razón por la cual terminé en ese territorio. 

—El veneno de los Ghouls es más difícil de despedir por nosotros mismos —había mencionado el beta —enviaré al médico para que te revise y ayude a despedirlo. 

Solo agradecí el enorme favor, creyendo que sólo con un antidoto contra el veneno mi cuerpo por fin resplnderia aecuadamente. 

Pues bien, después de unas horas aquel imbécil de Alfa solicitó mi presencia frente al consejo. A lo que Kael dijo que era para firmar por fin una sentencia y rogaba por mi liberación. Creía poco probable esa opción, aunque anhelaba que así fuera.

—No había solicitado que hicieras tal cosa —protestó el Alfa, viendo con severidad al Beta que me acompañó. 

Podía sentir una especie de inquietud en mi interior, algo que mi loba lo determinó como "desconfianza" por parte de mi pareja. 

—No fuiste a verla en dos días Teo, y alguien debía si quiera indagar un poco en la razón por la cual la señorita terminó en nuestras tierras —me ve —a puesto a que ni siquiera percibiste el veneno de Ghoul que despedía. 

Solo vi la sorpresa brillar en el rostro de aquel tal Teo, quien me ve sorprendido y camina hasta mí par aobservarme de pies a cabeza, quizás en busca de alguna herida.

—¿Quieres que me desnude para que encuentres lo que buscas? —bromee, sintiendo una chispa aterradora forjar mi cuerpo y un escalofrio atravesarme. 

—Atrevete y te mato —respondió con frialdad mientras sujetaba mi mentón con fuerza. 

—Alfa...

—La sentencia es clara —interrumpió sin soltarme —será encarcelada hasta descubrir con exactitud la verdadera razón. 

Mi ceño se fruncio y las ganas de escupirle unas cuantas cosas quedaron atoradas en mi garganta.

—Tendrá derecho a 4 comidas diarias, como permisos para igienisarse. Será tratada como una invitada que reside en las mazmorras —ve a los guardias —pero absolutamente nadie tiene derecho de tocarla sin mi autorización —vuelve su mirada a mí con una sonrisa torcida —¿Algo que decir preciosa? 

—Sí, gracias por la bienvenida imbécil —dije con una sornisa, notando como la suya se esfumaba. 

—¡LLEVENSELA! —gritó y muy satisfecha salí de allí. 

No seré tu sumisa, maldito pulgoso. 

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