Andrew, llegó a su casa sintiéndose en extremo agotado del día tan abrumador que tuvo, al día siguiente sería la reunión con aquel empresario tan importante. Según había dicho su secretaria tenía grandes propuestas para TRASNACIONALES WAY, y aunque se alegraba de que Vivian consiguiera nuevos clientes, aquello no hacía más que darle trabajo extra y por si ya fuese poco, tener tantos pendientes solo lograba ponerla de mal humor, y quien pagaba las consecuencias era siempre él.
Hoy se había negado a cualquier tipo de acercamiento, no hubo momentos de pasión, ni siquiera lo había mirado directamente, estaba completamente enfocada en preparar todo para la llegada de aquel nuevo cliente.
Vivian. . .su fría Vivian. . .
Aunque él intentara negarse siempre, que albergaba sentimientos hacia ella, lo cierto es que era imposible no amarla.
Pocos entenderían su frialdad, y aunque él no conocía su historia, supo por su amiga Johanna, que había amado profundamente a un hombre, un hombre del cual se había separado, un hombre que había sido su primer y gran amor, pero que por desconocidas razones, habían finalizado separados.
Vivian era la mujer más fría que había conocido, su helada mirada dejaba de una pieza a cualquiera, sus dominantes gestos y su indomable carácter te impedían acercarte a ella, a menos que contaras con su consentimiento.
Tristemente él se había convertido en un amante del frío, un amante del hielo, pues sentía que no podría vivir sin ella, y aunque tenían poco tiempo durmiendo juntos. . . ¿durmiendo juntos?, pensó con ironía. Ellos no dormían juntos, ni siquiera hacían el amor, pues ella siempre le recalcaba que solo tenían sexo. Un espléndido sexo, vale acotar. Lo cierto es que ellos nunca dormían junto, después de que Vivian obtenía el placer en sus brazos, sencillamente se marchaba a su casa. Una casa enorme, hermosa, y tan fría como ella. Una casa que solo compartía con las personas del servicio. En ocasiones se preguntaba si ella era realmente feliz con la vida, tan solitaria que llevaba.
Ningún hombre tenía acceso a su corazón, y a su cuerpo lo tenía solo quien ella lo decidía.
Era codiciada por muchos, su indiferencia les atraía descontroladamente, pero ella se satisfacía de poder rechazarlos. Era envidiada por muchas mujeres, porque aunque no se le conocía muchos amantes, si debía reconocer que los que había tenido eran los más exitosos y atractivos de su entorno.
Lo curioso es que hubiese querido tenerlo precisamente a él en su cama. Un empleado más. Si bien era cierto desde que llegara a trabajar en aquella empresa había fantaseado con ella, con su dura expresión, con sus fríos ojos, no es menos cierto que ella le había mantenido a distancia siempre, no le permitía ningún tipo de cercanía más allá de lo laboral.
Todo eso había cambiado hacia unas tres semanas cuando lo había citado en su oficina y sin previo aviso le había besado apasionadamente, él muy gustoso la había estrechado contra su cuerpo y había respondido a su beso. Después de que ella lo culminara se acercó nuevamente a su escritorio y le tendió un papel con la dirección de un reconocido y lujoso hotel.
-Me interesa tu compañía Andrew, sería divertido poder mostrarte todo lo que puedo darte- aquello había sonado a promesa, pero el pronto descubrió que solo le ofrecía placer. . . placer y nada más. Habían quedado en verse en ese hotel y así lo hicieron, Andrew se sintió abrumado con la pasión de ella, pero respondió con la misma intensidad, lo que había traído como consecuencia el mejor encuentro sexual del que hubiese disfrutado en toda su vida.
Luego de haber alcanzado el placer máximo, ella se había dirigido a la ducha y después de un baño se vistió.
-Podríamos quedarnos aquí, toda la noche- le había pedido entusiasmado, pero aquellos ojos que habían brillado de placer, volvían a ser fríos.
-Podríamos Andrew, pero no es mi estilo- y fue en ese momento cuando se dedicó a leerle la cartilla, por así decirlo. Le había dicho que había disfrutado mucho del encuentro, pero que si deseaba que siguiese repitiera, debía seguir sus reglas.
¡Esas malditas reglas las llevaba presente en cada instante de su vida desde ese momento! Y aunque en ocasiones él quisiera saltárselas, ella sencillamente se las recordaba.
Unas reglas que a su parecer eran absurdas, pero estaba dispuesto a seguirlas con tal de seguir disfrutando de su compañía.
Ella nunca dormía en una cama que no fuese la suya. . .
Ella nunca metía a un hombre en su propia cama. . .
Los encuentros serían en un hotel o en la casa de él, si así él lo quería. . .
Ningún hombre dormía sobre sus sabanas. . .
Nunca se quedaba a dormir con nadie, ella amaba su soledad. . .
En la oficina nada cambiaría, ella era la jefa y debía dirigirse a ella como señorita Way. . .
No habrían besos, a menos que ella así lo quisiera. . .
¡Era absurdo!
¡Todo era absurdo!
Pero era aceptarlo o alejarse de ella, y la respuesta era obvia. No estaba dispuesto a privarse del placer de su compañía, y conservaba la esperanza de que las cosas mejoraran entre ellos.
¡Tres semanas habían pasado y nada mejoraba!
¡Comenzaba a sospechar que nunca lo harían!
¡Ella siempre sería la señorita hielo, como solían llamarle los empleados a sus espaldas!
En ocasiones envidiaba a aquel hombre. . . aquel que había sido su primer amor. Según palabras de Johanna, él había disfrutado de una Vivian cariñosa, dulce, atenta, cargada de sueños y rebosante de risas. . . ¿dónde había quedado esa mujer?, Andrew daría la mitad de su vida por conocerla.
Su Vivian no era cariñosa, siempre era mordaz.
Nunca era dulce, por el contrario siempre era sarcástica.
Jamás era atenta, más bien era mandona y exigente.
No mostraba signos de conservar ningún sueño, ni siquiera estaba seguro de que los tuviera.
Y no era para nada rebosante de una hermosa risa; su risa siempre era burlona, y sus sonrisas eran cínicas e insolentes.
Nunca había conocido a esa dulce jovencita, pero a la que si conocía era a la mujer de hielo en la que se había convertido.
Dura, fría, distante, calculadora, nada emocional, directa y práctica. Sin duda aquel hombre había conocido y se había llevado lo mejor de ella.
Vivian se encontraba con la vista fija en su computador, debía culminar de revisar algunos contratos de la sucursal de Francia.Aquella nueva sucursal le estaba generando grandes ingresos, pronto debería viajar allá para efectuar algunas reuniones, así como a la sucursal de Nueva York, estaba agobiada de tanto trabajo, la tensión se apoderaba de sus músculos, sin duda alguna sabía cómo liberarse; aquella noche necesitaba compañía, pero no compañía para cenar, ni conversar. Quería una noche agitada, volver a casa y dormir relajadamente, eso se merecía, llevaba tres días trabajando arduamente y tres días yendo directamente a casa. Aquello sin duda estaba colaborando con su mal humor.Un llamado a la puerta produjo que levantara una mirada asesina en contra de aquel que le interrumpía.-Disculpe señorita Way, pero acaban de llegar las personas que espera para la reunión de hoy- dejó escapar un largo suspiro. Más le valía a aquel
La mañana siguiente Vivian entró a la empresa sintiendo que había renovado un poco de fuerzas, aunque si era sincera después de haber compartido con Andrew una tarde de sexo increíble, se había marchado a casa cuando comenzaba a caer la noche, pero eso no era grave. Lo grave era que sus sueños fueron perturbados por unos profundos ojos ámbar sé que clavaban en ella, y ojala sólo fueran los ojos, el maldito de Tyler Donovan la había impresionado tanto que se despertó en varias ocasiones durante la noche, solo para encontrarse con que su pulso estaba acelerado y el cuerpo enfebrecido perlado en sudor. ¡no podía ser!, aquello comenzaba a disgustarle, ese hombre generaba en ella una tensión sexual casi imposible de soportar.-Buenos días señorita Way.-Buen día Bárbara. ¿Qué tengo para hoy?-A las ocho treinta la reunión con su equipo de trabajo, ya tengo lista la minuta desde ayer, pensé que usted volvería pero. . .
-Cariño, perdóname por llegar tarde- se disculpaba Vivian, mientras llegaba apresuradamente a la mesa del pequeño restaurante.-Tú nunca llegas tarde- se quejó Johanna sonriendo.-Pues, esta vez se escapó de mis manos- frunció el ceño un minuto, tomó asiento y sonrió cómo sólo lo hacía con su amiga.-Me tomé el atrevimiento de ordenar por las dos, debe estar por llegar nuestro almuerzo.-Me parece bien cariño- le sonrió de nuevo, un mesonero se acercó a ella- dos copas de vino tinto por favor.-En un minuto señoritas- dicho aquello se marchó.-¿Es perturbación lo que veo en tus ojos?-No sé por qué diablos me conoces tan bien- suspiró cansada. Johanna, era la única persona en el mundo que disfrutaba de una Vivian dulce, cariñosa, amigable, relajada y sonriente. Su amiga era quien mejor le conocía.-¡Creo que tendré que teñirme el cabello!- gimió c
Tyler despertó decidido a hacerle entender a aquella fría mujer, que la deseaba como había deseado a pocas. Quizás a ninguna. Nunca antes una mujer le había despreciado, ellas solían estar siempre disponibles para cuando él las llamaba. Pero ella era diferente, se mostraba dura y fría, casi indoblegable. Ella despertaba una extraña curiosidad en él, era casi un anhelo de verla someterse ante él, era la necesidad de demostrarse que seguía teniendo el control.Un recuerdo atravesó su mente, haciendo que la ira se agitara en sus venas. Había sido un tonto que en algún momento de su juventud había creído ciegamente en el amor, pero que descubrió que los sentimientos solo sirven para que te lastimes, que cuando amas le das demasiado poder al otro sobre ti, que nadie puede convertirse en tu mundo, porque lo más probable es que tu mundo se vaya y quedes sobre la nada.No. Nunca más daría ese poder sobre él a nadie. Nunca más saldría lastimado. Desd
El día había pasado realmente lento, después de llevar a cabo la reunión con Tyler Donovan y todo su equipo de trabajo, en dónde habían aceptado la propuesta de él, de consumar una asociación, Tyler al despedirse le había dicho.-Recuerda nuestra cita de esta noche, pasaré por ti para cenar- Vivian, casi había reído a carcajadas, ella solo quería tenerlo en la cama de inmediato, y él la llevaría primero a cenar. Bien, suponía que la cama podría esperar un poco más.Vivian, se había negado incansablemente a ceder al impulso de mezclarse sexualmente con EL SEÑOR FUEGO. Pero no, no podía seguirse negando, cada fibra de su piel lo anhelaba, cada centímetro de su cuerpo temblaba de solo tenerlo cerca, aquel beso había hecho vibrar las cuerdas de su cuerpo, la había tocado como un violinista lo haría con su preciado instrumento, haciendo que se estremeciera hasta las profundidades de su ser. La tensión sexual est
Eran las seis y dos minutos cuando un llamado a la puerta la saca de sus reflexiones.-Adelante- levantó la cabeza para ver entrar a Tyler.-Quise anunciarme pero no está tu secretaria- le dedicó una sonrisa.-Es tarde para que Bárbara esté trabajando. Debe ir temprano a casa.-Bien. . . ¿Lista?-Si- dijo serenamente, pero sintiendo que su corazón latía desbocado.Apago la computadora, tomó su bolso y se puso en pie. Caminó directamente hacia él, con la mirada fría y el rostro sin ninguna expresión. Tyler le sonrió y se acercó a ella, dejando un beso en la comisura de su boca. Aquel pudo haber pasado por un beso inocente si tan solo no hubiese estremecido los cimientos de su ser.Luego de aquello se encaminaron juntos a la salida.El restaurante que Tyler había elegido, era uno de los más exclusivos de la ciudad. Con su elegante decoración y su se
Permanecía junto a él en la cama, mientras recobraba el ritmo normal de su respiración.-Woooww- dijo Tyler- podría amanecer haciendo esto Way.-Lamento decepcionarte SEÑOR FUEGO, pero tengo mis propias reglas y jamás amanezco en una cama que no sea la mía.-Interesante- respondió él sonriendo- ¿qué otras reglas tienes Vivian?-Las irás conociendo. Pero fuera de la cama, para ti y para todos los demás soy la señorita Way.-Lo recordaré- una sonrisa iluminaba su cara.-Ahora me ducharé, debo marcharme.-Te llevaré.-Guarda la caballerosidad para las damiselas en apuros, yo soy una mujer Donovan, y una que sabe cuidarse, no necesito que me lleves a ningún lado.-¿Hace frío de nuevo SEÑORITA HIELO?, me agradas más cuándo te retuerces de placer- ella sonrió de medio lado.
Vivian. . . Hoy es sábado, decidí levantarme muy temprano, anoche el mensaje de Andrew increíblemente logró hacerme sentir muy mal. De mis amantes Andrew ha sido el que mejor me ha hecho sentir. . . hasta ahora que conocí a Tyler.Aunque debo admitir que lo de Tyler, es solo a nivel sexual. Andrew, en cambio me ha hecho sentir segura, aunque no me lo ha dicho, sé que tiene sentimientos por mí. Fue lo primero que le advertí, nada de enamoramientos pero, evidentemente se ha dejado arrastrar por los sentimientos. No quisiera lastimarlo, quizás lo mejor sea cortar por lo sano, no quiero verme envuelta en suplicas, amor y drama.No estoy para eso.Estiro una mano hasta mi mesa de noche, abro el cajón rebuscando entre las cosas que allí tenía. Extraigo algunas fotos sueltas. No sé qué me quedo contemplado las imágenes en silencio. No sé qué me sucede, pero hoy he amanecido nostálgica.<