Para mantenerla a salvo, necesitaba vincularse por sangre con su ratoncilla, pero ese acto tan íntimo, aunque no fuese sexual, era muy intenso y quizás, ella no sería capaz de manejarlo. Porque Blaire tenía miedo de los inmortales masculinos y no quería hacer nada que causase que estuviese asustada de él.

—No te tengo miedo.

—Ratoncilla.

—Te he querido desde que tengo doce años. Al inicio, como si representaras la luz que necesitaba y ahora, hay algo fuerte y primitivo que me hace querer unirme a ti de todas las formas posibles.

—¡Santa mierda, ratoncilla! Si me dices cosas así, no saldremos de la habitación.

Cuando temblorosa su ratoncilla comenzó a abrirse la blusa, la detuvo.

—Pero ¿qué haces?

Blaire lo miró con confusión ya que su compañero se veía aterrorizado. Luego de unos segundos la comprensión llegó a ella y sintió ternura.

—¿Es tu primera vez y tienes miedo?

En medio de la sala aparecieron Gabe y Korvoz, quienes estaban riendo a todo pulmón.

—Contéstale a la dama, Xander.

—