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Heridas en el alma
Heridas en el alma
Por: RoseBlack
1- Heridas en el cuerpo y en el alma

Cap 1 Heridas en mi piel y alma

Después de caminar durante un buen tiempo, en el cual atravesé el bosque pensando en la reacción de todos al verme, pude visualizar mi casa, esa que desde hace un mes o dos, no recuerdo bien. Siento como mis lágrimas quieren salir al volver a mi hogar pero han sido tantas las que mis ojos han derramado que creo que se me han agotado ya...

Un estruendo hace que mire hacia un lado y veo a algunas sirvientas que trabajan en mi casa, mira a los pies de ellas y veo que en el piso hay vasijas, al parecer se le cayeron por la impresión al verme. Una de ellas se lanza corriendo hacia la puerta y puedo escucharla gritando el nombre de mi padre.

No les hago caso y sigo mi camino hacia la entrada de mi casa, sin fijarme en nadie, cuando llego al recibidor mi padre está saliendo a mi encuentro. Cuando me ve, se detiene y se queda sin palabras, me mira de arriba abajo y sin decir nada se lanza a mi dirección envolviéndome en sus brazos y diciéndome cuán preocupado estaba y que temía que me hubiera perdido para siempre. Yo no puedo decir nada y no es que no quiera es solo que no me salen las palabras. Me duele el saber que esa niña inocente, soñadora, alegre, entusiasta ha desaparecido para solo dejar un cascarón sin otro sentimiento más allá que no sea la ira y el dolor...

Dolor por todo lo que he pasado, heridas que sangran sin que nadie más aparte de mi las vea.

Después de un rato de muestras de felicidad de todos, subo a mi habitación, sé que el no hablarle a mi padre cuando llegué le ha preocupado y destrozado, pero solamente no me salen las palabras, simplemente no quiero hablar...

Entro a ese lugar que tantas veces consideré mi refugio y veo que se encuentra tal y como lo dejé. Aquí es como si el tiempo no hubiera pasado y nunca me hubieran llevado, como si nunca hubiera tenido que presenciar la crueldad que puede tener un ser humano dentro. Miro al rededor y esas cortinas que tanto me gustaban ahora quiero deshacerme de ellas, voy a mi almario y cuando lo abro me inundan unas grandes ganas de sacar toda la ropa y tirarla pero mis acciones son interrumpidas cuando tocan mi puerta y entra por ella Edda y seguida de ella varias mujeres más y hombres con cubos de agua para llenar la bañera. Una vez todo preparado, todos se fueron excepto Edda, ella siempre ha sido la que me ayuda en los baños y la vestimenta, pero hoy no será así, ni nunca más.

—Mi niña… —dice con voz entrecortada mientras mira mi atuendo.

—Puedes irte tú también —interrumpo lo que fuera a decir aun dándole la espalda y mirando mi reflejo en el espejo. Me fijo que va a protestar—. Sal —y esto último lo digo sin dejar lugar a las dudas. 

Me siento un poco mal por tratarla así pero es que no quiero a nadie cerca, los quiero a todos lejos. Me quito mi ropa y veo mi cuerpo todo marcado, son las huellas impresas que dejaron las heridas en mi piel y alma, algunas se irán, otras, se mantendrán en mi piel y dentro de mi corazón hasta el día que muera.

Me introduzco en la bañera y empiezo a bañarme sin pensar en algo fijo. Llevo un buen rato aquí y me paso el dedo por la marca que hay entre mis muslos, esa cicatriz que me recuerda constantemente de lo que puedo llegar hacer y de lo que es capaz algunas personas en este mundo, aunque a decir verdad ya nada me sorprende...

Cuando el agua ya deja de estar caliente para envolverse en la frialdad, salgo, puedo sentir como esta roza cada herida que aún tengo abierta, miro la bañera y tiene un ligero tinte rojo producto a la sangre que tenía en mi cuerpo seca de heridas antiguas y sangre que no es mía también bajo la ropa que llevaba...

Ya es de mañana, llevo un día aquí, ayer mi padre quiso que un médico me viera pero me negué, sobra decir que no bajé para la cena, comí en mi recámara y me acosté a dormir, estaba agotada. Me sumerjo en el mundo de los sueños y como todas las noches sueño con ese maldito que me hizo la vida puros trozos. Sigo metida ahí y reviviendo cada uno de los recuerdos hasta que por fin pude lograr despertar y abrir los ojos.

Me vestí con lo que a partir de hoy será mi nueva forma de llevar la ropa, me puse mi traje de montar, regalaré mis vestidos y mandaré a hacer nueva ropa que sea compuesta por pantalones y camisas. Mi cambio les resultará extraño a muchos pero es lo que hay, tendrán que adaptarse que la vieja Storm a muerto, empezó a morir desde el primer día en el que me llevaron...

Flash Back

Es muy lindo este lugar es mi preferido, me gusta como suena el agua al caer contra las piedras y las aves como suenan. Mi vestido se encuentra algo mojado producto a que lo dejé caer dentro del agua cuando me senté en esta piedra para verme reflejada en el agua. A mi alrededor solo se escucha el ligero movimiento del aire al pasar entre los árboles. Aunque este es mi lugar preferido hoy no estoy de humor para disfrutar de este, recuerdo cada una de las palabras que Erik me dijo antes de irse sin importarle mis sentimientos, así que hago lo posible porque este bello lugar no se oscurezca por mi tristeza, así que me levanto y corro, corro con todas mis fuerzas mientras sus palabras se repiten por mi mente. Choco con algo duro, por lo que pierdo el equilibrio me caigo de bruces, alzo mi cabeza y veo un hombre fuerte, grande y con una sonrisa que se me torna desagradable pero al mirar sus ojos, lo que veo me da miedo, mucho miedo...

Fin Flash Back

Salgo de mis recuerdos por al dolor punzante que siento en mi mano y veo que me estoy enterrando el broche del cinturón, tanto así que me corté un poco la palma con este, suspiro e ignoro el dolor, hace mucho que aprendí hacerlo, y sigo vistiéndome, ya casi es la hora del desayuno y tengo que bajar. 

Al bajar las escaleras y entrar al comedor, veo que mi padre ya está sentado, la servidumbre y él al verme se quedan asombrados por mi forma de vestir, como me lo imaginaba, los ignoro y llego hasta mi silla.

—Buenos días —aunque no tenga ganas de hablar, la educación es imprescindible, por lo menos eso no se llevaron de mí, no del todo, a decir verdad, no sé qué partes de mi todavía quedan.

—Buenos días mi niña —dice mi padre muy amorosamente, yo solo asiento con la cabeza—. Estaba pensando en salir a cabalgar, la gente del clan ya sabes que estás aquí y quieren verte, estábamos muy preocupados por ti y por Roy —al escuchar ese nombre aprieto mi mano y dejo de comer, se me quitó el hambre—. Sé que es muy rápido y difícil para ti pero deberías de decirnos qué fue lo que pasó, pa...

—No hay que saber nada —lo interrumpo—. En cuanto a Roy, está muerto —digo sin ninguna emoción, extiendo mi mano y tomo un pedazo de pan y me lo llevo a la boca. Miro a mi padre y veo que se encuentra desconcertado, nunca le he hablado de la forma en la que lo estoy haciendo, fría, sin emoción alguna.

—A Roy lo mataron cuando me dio a las personas que me llevaron —digo sin emoción alguna—. Cuando me fui a escapar, él lo impidió y me entregó, cuando me tenía en sus manos —me encojo de hombro—. Le cortaron la cabeza y lo enterraron para no dejar rastro alguno —continuo diciendo..

—Ese traidor, que de gracia que lo hallan matado ellos porque...

—Podemos irnos, ya terminé —le vuelvo a interrumpir, no quiero hablar de nada sobre el tema, ya bastante tengo con lo que hay en mi cabeza—. No quiero hablar más del tema, no hay necesidad —Me pongo de pie y salgo del comedor para dirigirme a las caballerías.

Las personas son cómo las había dejado, nada ha cambiado, excepto yo, ya no veo todo con la misma luz que lo veía todo antes, me fijo más allá de las personas que alegres me dan la bienvenida con los brazos extendidos y veo una cara entre la multitud que se me hace familiar, detengo el caballo y me dirijo a ella. Cuando ella me mira, me bajo del caballo y tomo cara entre mis manos y la veo golpeada. 

Me vienen imágenes de las chicas que estaban conmigo, me acuerdo de mí misma mientras estuve recibiendo golpes y más golpes y la sangre se me enciende, pensé que esa furia ya estaba apagada pero que equivocada estaba.

—¿Fue él? —le pregunto, ella sabe a lo que me refiero, un día vi como su padre la golpeaba sin razón alguna, cuando le pregunté ella me dijo que había sido por su causa, yo de ilusa le creí pero ya no.

—Fue…

—Ni se te ocurra decirme que fue tu culpa, así que responde —se quedó callada, todo el mundo estaba callado, la lágrima que corrió por su mejilla me lo dijo todo, así que la solté y me voltee me dirigiéndome unos pocos metros hacia donde se encontraba la razón por la cual mi enojo salió a la luz...

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