Blanche:A pesar de que está suspendido a una buena altura, el sujeto que nos apunta con su arma es más que reconocible.Linus Menken.Además, está posado en la escalerilla del helicóptero como si fuera un temerario.Veo que la luz roja del infrarrojo me apunta directamente, y antes de que pueda meter un volantazo, el proyectil se estrella contra el parabrisas.—¡Hijo de puta!- brama Alexis a mi lado.Parpadeó un par de veces.El cristal del coche en el que vamos es blindado. ¡Gracias a Eván!Suspiro aliviada.El tipo allí en el helicóptero se oculta un segundo y luego aparece con un lanzagranadas.—Oh, creo que lo cabreaste, cuñada.- bromea Eván.—¿Tu crees?—Rompemos formación. Nos reuniremos en el punto rojo.—Entendido.- respondemos todos a la vez. Luego, cada quien tomó una dirección diferente en la intersección que acabamos de cruzar.Sin embargo, el helicóptero continúa sobre nosotros.Sobre mi coche y el de Alexis.—Señor, apoyo terrestre. Nos hemos dividido y seguimos a los
Alexis:Conduce como toda una demente por las calles de Moscú hasta que nos alejamos de la ciudad, en dirección al helipuerto.Al llegar, ya nuestra gente está aquí.Se detiene. Respira profundo, y abre la puerta del coche saliendo.La veo sacudirse el polvo y soltarse el cabello para volver a recogérselo en una coleta, ya no es esa mota horrorosa y rubia que tanto detesté, ya tiene el cabello más largo y castaño, casi tan perfecto como me gusta.Contonea el culo en sus jeans, y mis manos pican de las ganas de apretar sus nalgas. Verla partirle la cara a ese sujeto me ha puesto tan cachondo, que esta noche me rehúso a hacerme una paja.Esta noche me vengo en el mojado y apretado coño de mi italiana, o me quito el nombre.Blanche:Llegamos hasta los Ivanovs reunidos frente al jet, y Nikita me ve.Se mueve hacia mí y me da un fuerte bofetón en la mejilla.La miro sorprendida porque esto no me lo esperaba, y ella está enrojecida de cólera.—¡No tenían ningún derecho! Milia y tú, no tenía
Blanche:Me paso la mano por el rostro intentando pedir paciencia.—Aun no he dicho ni pío, no tienes por qué mandarme a callar.- protesta él con indignación.—No era contigo. Morte está muy parlanchina esta noche.- explico, moviéndome al ropero y abriéndolo.Por suerte, es tan grande la puerta que bloquea a AlexisSelecciono una bata de dormir y me la pongo.“¡ Ya está aquí! Sáltale encima.”Bufo.Cerrando la puerta de golpe.—¿Qué quieres?- mascullo.—He venido a disculparme. Te pegué demasiado fuerte hoy en la tarde.Elevo una ceja.—En realidad, no. En comparación con otros golpes que he recibido, eso fue apenas una caricia.Él comprime los labios.—Te he traído un presente.- susurra, señalando a una caja rectangular sobre la mesita.- ábrelo.Arrugo el entrecejo.¿Será joyería?“ En estos momentos lo que necesitamos es un consolador.” Protesta Morte.Abro la caja y dentro encuentro una pistola.Es una Makarov. Con empuñadora de plata y su silenciador.Lo miro perpleja.—¿Un arma?-
Blanche:Despierto de golpe.Alguien está tocando a mi puerta.—Moya Ledi, sus hijos están despiertos y preguntan por usted.Parpadeo un par de veces, tomando nota de que estoy toda desgreñada, adolorida entre los muslos e incluso me arden los pechos.—S…sí, estaré con ellos en un momento.A mí lado en la desastrosa cama, duerme el animal que estuvo chingándome anoche como si él fuera un semental rabioso y yo una potra en celo.Esta mañana, Morte tiene una sonrisa de puta complacida en su cara, que me hace enrojecer.La sumisa se aleja de la puerta, y me muevo, saliendo de la cama. Me voy al baño y gruño al contemplarme en el espejo.Tengo las tetas y el cuello llenos de chupetones, pareciera que una jauría de perros salvajes me pasó por encima.Frente al espejo en mis labios aparece la misma sonrisa de Morte.Oh, no hay nada más candente que Alexis Ivanov emputado y en plan macho alfa.Ufff.Me meto en la ducha y me baño rápido.Regreso a la habitación, y él sigue rendido, durmiendo
Milia:Meses antes:Entré al sótano, preparándome mentalmente para lo que vería, pero en vez de asco o miedo, lo que atestigüé me causó pena.La mujer, atada de manos y pies en aquella silla, no era ni la sombra de lo que había sido. Respetada, admirada, obedecida…la Koroleva de mi hermano. Ahora solo era una traidora, sucia y de rostro deforme.—Déjame adivinar, te han ascendido y ahora eres la ejecutora.- masculla, mirándome con desdén.—Estás equivocada. Ahora soy la Koroleva.Se suelta a reír a carcajadas.—¿Mi puesto? No me digas que suplicaste para que te dieran mi puesto.—No tuve que suplicar. Me lo gané por mérito propio.Me recorre, con su mirada cargada de odio.—Nunca serás ni la mitad de la Koroleva que fui yo. Eres solo una niña y una tonta. Una ilusa, fácilmente manipulable. ¡No eres más que una perdedora!—Puede que tengas razón, y no logre comparar mi desempeño en el puesto con el tuyo. Sin embargo, no es contigo con quién estoy compitiendo, Yelana. Sino conmigo mism
Este capítulo contiene escenas explícitas de sexo lésbico. Se recomienda la discreción del lector.***Milia:Ella lleva una especie de kimono muy colorido pero extremadamente corto, el cabello suelto y el maquillaje mínimo. Yo me he puesto un traje color beige, de pantalón y chaqueta y unas sandalias doradas de tacón alto. Recogiéndome el cabello en una cebolla.La chaqueta del traje me hace un escote que casi me llega al ombligo.Ella me contempla con deseo y yo me muerdo el labio, no somos de vestidos blancos ni de mucha fanfarrias. Acordamos que esta ceremonia simple sería lo mejor. Evito írmele encima en lo que nos mantenemos de pie, una frente a la otra, y el imitador de Elvis Presley realiza la ceremonia.Mi tío está a nuestras espaldas, Nikita lo acompaña. Aunque me costó cierto trabajo reconocerlos. Ella se ha hecho un corte diferente y se ha teñido el cabello, y además el viejo también cambió de look.—Por el poder otorgado a mí, en el estado de Nevada, yo las declaro… casad
Sofía:Despierto y él ya no está a mi lado.Arrugo en entrecejo porque se me hace raro.Hoy fue Navidad y los mellizos estuvieron muy felices con sus regalos. A Valiant le regalaron un trineo, una bici, una patineta y cascos guantes, rodilleras y cuántos medios de protección podría necesitar. A Valery por su parte, le regalaron un cachorrito. De lobo. Es gris y se ve bien cuidado, está gordito y feliz. Además, lleva un lazo rojo al cuello.Y se me hieló el alma, porque sé que ella es demasiado curiosa e inquisitiva, y le gusta…¿ Cómo lo digo? ¿Abrir a los animales para ver cómo son por dentro?Sí, eso fue lo que me dijo a la tierna edad de cuatro de años, cuando destripó a un goldfish que yo le compré de mascota.Me acerqué a él con lentitud.—¿De la camada de Shadow?Alexis asientió—No debiste.- lo reprendo.- mañana aparecerá muerto el pobre animalito.—No lo hará. He hablado con ella, le he explicado que no es correcto, y prometió no hacerlo.Ruedo los ojos.—¿Te
Once años después:SofíaEn el salón de baile hay mucha gente reunida.Gente que conozco y gente que no.No somos muchos, no llegamos a más de cien, pero aún así me preocupo.Siempre me pone nerviosa tener mucha gente a mi alrededor.Hoy es un día especial, los mellizos cumplen dieciocho años y hemos preparado está fiesta para celebrarlo.Su fuerte brazo rodea mi cintura y sus labios conectan con mi cuello.—Mira nuestra hija, brilla como la joya que es. Hermosa y peligrosa, como su madre.- Alexis murmura a mi oído y se me pone la piel de gallina.A pesar de los años que llevamos juntos, no ha perdido su efecto en mí. Y tiene razón.En muy pocos meses, Valery se ha convertido en la modelo insigne de Almaz. Al principio no estuve de acuerdo en que se dedicara al modelaje. Hubiera querido que escogiese otra profesión, pero ella es necia, terca y testaruda, y hace con su padre lo que quiere.A pesar de que contaron con una educación envidiable, ninguno de los pecchi ha optado