Un primo Mischa:

Blanche:

Estoy en el comedor de la mansión, esperando a que los mellizos bajen a desayunar, me acompaña Mischa, y de los demás Ivanovs no hay ni rastro.

—¿Entonces, eres corredor de la fórmula uno?

Mischa bebe su chocolate caliente con lentitud.

—Pues sí. Intenté ser pintor, tú misma viste mis bocetos. Pero el arte no paga la renta, como dicen.

Arrugo el entrecejo.

—No me mires así. Siempre he sido un delincuentucho de quinta. Si te digo, que a los quince ya robaba autos y los conducía a más de cien por hora por las calles de Madrid. En el desguace de Agustín Farías siempre me dieron un buen precio por la chatarra que llevé.

Elevo una ceja.

—Alli precisamente conocí al difunto Mateo y me uní a su pandilla de asaltadores de bancos, así que tengo experiencia en estas cosas.

—Ya veo.

—¡Primo Mischa!

—¡Primo Mischa!

Exclaman los pecchi, y él se voltea, sonriéndoles.

—¿Nos llevas contigo hoy?- interroga Valiant exaltado.

—Hace tiempo que no nos llevas a competencias. Y lo prometiste.- acus
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