Capítulo 03

A la mañana siguiente a eso de las nueve de la mañana. Adam Lombardi se encontraba en la mansión en su oficina. Tenía que leer algunos informes financieros y además tenía que revisar que las ventas y facturas de Choco Lombardi marcharán de manera correcta.

Hace poco le habían detectado un tumor cardíaco. Pero tristemente se lo detectaron demasiado tarde y los médicos aseguraron que ya no había nada que hacer y que posiblemente estaba en su última etapa de vida. Sin embargo, esto no lo afecto en nada y decidió seguir adelante para dejar un legado importante antes de partir físicamente de este mundo.

—¿Adam, puedo hablar contigo?

Adam sonrió al ver a su primo Álvaro Rivera asomado en la puerta de su oficina.

—Adelante entra y toma asiento.— Dijo Adam con una amplia sonrisa, señalando la segunda y única silla de mecanismo basculante que estaba libre en la oficina.

—Te tengo una noticia.— Álvaro se sentó y colocó la palma de su mano derecha sobre el escritorio pulcro.

—Y por la expresión que tienes no parece ser una buena noticia.— Adam lo miró atentamente, —Ve al grano y cuenta la desgracia.

—Mi madre y tu padre firmaron un acuerdo con los Leggett.— Álvaro tomo una breve respiración, —Ese acuerdo consiste en que ellos le darán a nuestra familia un cincuenta porciento de descuento en las ventas de cacao.

—¿Y en cambio nosotros que le ofrecemos a ellos?— Adam tenía curiosidad.

—En cambio yo me tengo que casar con Scarlett Leggett.— Contestó Álvaro y sus ojos café estaban fijos en el rostro burlistico de Adam, —¿Por qué te estás riendo, Adam? No es gracioso.

—Es que...— Adam detuvo sus palabras y se comenzó a desahogar con su propia risa. Álvaro lo miraba con seriedad, —¿Cómo puedes asumir que eso es una desgracia?

—Es que Scarlett no me gusta para nada.— Confesó Álvaro.

Adam se quedó con la boca abierta unos segundos y miro a su primo con una amplia cara de sorprendido.

—¿Qué me acabas de decir? No puedo creer que no te guste Scarlett. Ella está demasiado buena y es una morena súper atractiva.

—Es que no nos hemos visto ni la primera vez.— Álvaro hablo.

—Y quizás la primera vez que se vean se enamoren.— Dijo Adam y se levantó para rodear el escritorio. Al estar al lado de su primo se puso de cuclillas y le tomo la mano, —Tú tienes toda una vida por delante, Álvaro, sé feliz.

—Y aunque Scarlett no me gusta me casare con ella por el bienestar de mi familia.— Dijo Álvaro, apretando la mano de su primo.

—Y estoy seguro que todo saldrá bien y que yo podré morir en paz.— Dijo Adam, cerrando sus ojos.

Gaspar estaba leyendo el periódico en su habitación. Estaba sentado en el medio de su enorme cama y tenía una almohada entre sus piernas. Estaba sólo.

—Mi amor, ¿Qué estás haciendo?— Una mujer pelirroja entró a la habitación. Llevaba un vestido de pijama y el cabello pelirrojo suelto.

—Estoy leyendo una revista de contenido para adultos.— Contestó Gaspar a modo de broma. Pero después se torno serio, —Es broma, solamente estoy leyendo el periódico.

—No creo que sea ninguna clase de broma de tu parte, mi amor.— Celia se montó en la cama y lo abrazó por la espalda y comenzó a desabrochar su camisa con una mano libre, —Si mencionaste una página de revistas para adultos, eso quiere decir que tu mente anhela un momento de placer.

Gaspar podía sentir los labios de Celia recorrer su cuello y sus mejillas. Además podía sentir como la mano de ella poco a poco le iba desabrochando los botones de su camisa. Pero no tenía tiempo para tener relaciones sexuales con ella.

—Ahora no puedo, Celia.— Dijo él.

Sin embargo,  Celia siguió insistiendo en tener relaciones y lo siguió besando en los puntos débiles. Ella era una mujer joven y atractiva y cualquier hombre caería ante sus pies. Sin embargo, Gaspar seria la excepción.

—Ya te dije que ahora no puedo, Celia.— Gaspar se levantó de la cama y se abrochó nuevamente los botones de su camisa.

Celia se quedó en la cama y con un suspiro se arregló su cabello pelirrojo que se había desordenado producto de su intento de seducción. Unos segundos después se levantó y se arregló el vestido de pijama.

—Ya van varias noches en que no hacemos el amor, Gaspar.

—Dame un tiempo.— Dijo, —Yo ya soy un viejo y no estoy para estás cosas del sexo. Ahora estoy pensando en el futuro CEO de Choco Lombardi.

—¿Y qué hay de nuestra boda? Me prometiste que nos casaríamos pronto.

Celia tenía en mente casarse con Gaspar para convertirse así en la futura dueña de las propiedades de la Familia Lombardi.

—Y cumpliré mi palabra. Pero después de que encuentre un sucesor al cargo de CEO de Choco Lombardi.— Dijo Gaspar, —En lo que arregle esté asunto podemos casarnos.

Celia sonríe con amabilidad y sale de la habitación. En el pasillo de las habitaciones su rostro amigable es sustuido por uno de amargura y rencor.

—Viejo, infeliz.— Celia entro a la cocina y se comenzó a servir café en una taza.

—¿Qué te pasó? Por lo que veo tuviste problemas con mi abuelo.— Bruno entro a la cocina con su típica expresión burlistica.

—Son problemas personales y por ende no es asunto tuyo.— Hablo Celia con seriedad, dándole un sorbo a su café.

—Y uno de esos problemas está en que mi abuelo lleva varias noches sin hacerte el amor.— Bruno se le acercó y la tomo por la cintura, —Mi abuelo ya está viejo y ya casi no le funcionan sus...— Se señalo entre sus piernas, —Pero yo soy joven y las mías siguen funcionando muy bien.

—Yo no creo que eso tenga la capacidad de generar placer en mí, Bruno.— Dijo Celia, mirando el pantalón de Bruno en el área del miembro.

—No me subestimes, Celia.— Él le susurró al oído y la comenzó a besar con lentitud en el cuello, —Porque una vez que empiece ten por seguro que no vas a querer que termine.

—¿Y es qué pretendes que hagamos el amor aquí en la cocina?— Ella estaba disfrutando los besos de Bruno en su cuello, —Es un grave riesgo que estamos corriendo.

—Y es un riesgo que estoy dispuesto a atravesar contigo.

Celia no se podía contener más y después de varias noches sin sentir el placer de que un hombre le hiciera el amor. Había llegado el momentos y sin embargo, no lo estaba haciendo con su actual pareja, sino con el nieto de éste último.

Michelle White la noche anterior había visitado a su padre y los médicos le habían dejado claro que  necesitaba unos medicamentos que estaban excesivamente caros. Ella había pasado casi toda la noche y gran parte de la mañana meditando la propuesta que le había hecho Gaspar Lombardi.

«Casarse con Adam Lombardi y tener un hijo de él. En cambio él se encargaría de cubrir los gastos médicos de su padre». Era una propuesta interesante y no fue hasta que terminó el desayuno que tomo una decisión.

—Aceptare casarme con Adam Lombardi. Todo sea por la salud de mi padre.— Dijo ella.

Pero en ese momento ella recordó al hombre que había conocido hace un par de semanas. Al que le había entregado su virginidad en una noche romántica.

Ese hombre se llamaba Álvaro.

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