Octavia
—Lucas, ¿cómo pude no saberlo? —mi voz temblaba con una vulnerabilidad que rara vez mostraba. Levanté la mirada hacia él, buscando respuestas en sus ojos comprensivos.
—La estructura de nuestra manada es compleja, y Orión quería protegerte de la carga de liderazgo. No quería que te sintieras abrumada antes de la ceremonia de Luna —explicó con sinceridad, apartándose para sostenerme el rostro entre las manos.
—Pero ahora estoy abrumada por la incertidumbre, por no conocer la verdad. ¿Cuántas cosas más me ocultaba? —mis preguntas resonaban en el aire, como un eco de mi propia confusión.
Lucas suspiró, su mirada reflejando compasión.
—No lo sé, Octavia. Pero estoy aquí para apoyarte, para ayudarte a entender y afrontar lo que sea que descubras. Eres fuerte, y juntos superaremos esto.
Asentí con gratitud, agradeciendo la presencia reconfortante de Lucas en ese momento de desgarradora revelación. La tormenta en mi interior no se apaciguaba, pero al menos no enfrentaba la tempestad sola.
—¿Sabes?, aún no hemos tenido esa charla... —intentó decir Lucas. El tono de su voz llevaba consigo una mezcla de ternura y preocupación.
—¿La del hermano mayor? —reí con la cara enterrada en su pecho. La risa era una liberación, una válvula de escape para aliviar la tensión que se había acumulado en mi interior.
—Esa misma, solo quiero que sepas que nadie te abandonó... Hubiéramos ido al fin del mundo para encontrarte. No sabemos muy bien quién cambió los cuerpos, Octavia, me duele mucho tenerte cerca y no poder conocerte —dijo, depositando un beso en mi cabeza. Sus labios eran reconfortantes, un recordatorio de la conexión que compartíamos como familia.
—Es tan difícil para mí todo esto. Pensé que Sam era mi hermana, ahora resulta que es mi... ¿mi cuñada? Y descubrir una familia que realmente no me abandonó, aceptar a esa familia es como darles la espalda a mis padres... —sentí que las lágrimas abandonaban mis ojos, gotas traicioneras que surcaban por mis mejillas. Cada palabra pronunciada era una verdad incómoda, una realidad que había permanecido oculta durante demasiado tiempo.
—Estoy tan agradecido con tus padres por haberte cuidado, a ti y a Sam. Yo... necesito que me des la oportunidad de ser el hermano mayor, Vi. Quiero estar aquí para ti, para todo lo que necesites. —Lucas se apartó un poco para mirarme a los ojos. La intensidad de su mirada reflejaba un compromiso genuino.
Con mucho cuidado y amor, limpió mi rostro de mis lágrimas traicioneras. Sus gestos eran un bálsamo para el dolor emocional que me consumía.
—Podemos intentarlo... siempre y cuando no seas un hermano controlador —dije con la intención de aligerar la carga que sentía. El humor era mi forma de lidiar con lo desconocido, una defensa contra la vulnerabilidad que se apoderaba de mí.
—Ya eres toda una adulta, una mujer marcada, pero aun así puedo ser un poco sobreprotector... —respondió con una sonrisa en sus labios. La complicidad entre nosotros florecía, formando la base de una nueva conexión.
—Con respecto a tus padres... —comencé, pero Lucas me interrumpió con una comprensión silenciosa.
—Lo haremos a tu tiempo, Vi —me apoyó él, sabiendo que aún no podía con esa carga. Su aceptación era un regalo, una muestra de paciencia y apoyo que necesitaba en ese momento de confusión y descubrimientos.
—Ahora compórtate como un hermano mayor y ayúdame a encontrar a Orión —dije sonriendo, sintiéndome apoyada. La sonrisa era un gesto valiente, una declaración de mi determinación para enfrentar los desafíos que se avecinaban.
Lucas me devolvió la sonrisa, aceptando el papel de protector con una mirada llena de complicidad. Sus ojos reflejaban la seguridad de que, juntos, podríamos superar cualquier obstáculo que se interpusiera en nuestro camino.
—Vamos a descubrir qué está pasando, Octavia. Y cuando encontremos a Orión, resolveremos todo esto —declaró con una determinación que coincidía con la mía.
—Primero tenemos que volver a forjar el consejo, luego de que Orión descubrió traidores en ese círculo, necesitamos por lo menos cinco personas para que ocupen su lugar —dijo Lucas con un tono de vergüenza en su voz.
El peso de la responsabilidad se posó en mis hombros, y mientras consideraba las opciones, sentí el nudo en mi estómago apretarse. Había una mezcla de ansiedad y determinación en el aire, como si cada elección que hiciera pudiera cambiar el curso de los acontecimientos.
—Bien, podemos comenzar con eso... —respondí mientras pensaba en personas de confianza, la única aliada que tenía en este momento y en quien confiaba con mi vida —definitivamente Sam tiene que estar ahí.
Lucas asintió, reconociendo la lógica de tener a Sam en el consejo. Era la compañera de mi Beta, mi amiga, y sabía que podía confiar en ella en cualquier situación.
—¿Qué hay del padre de Orión y tu padre? —pregunté, no conocía a nadie más con experiencia en el campo y siendo líderes, podrían apoyarme en las decisiones que fuera a tomar.
Lucas consideró la sugerencia, y pude percibir la nostalgia en su expresión mientras recordaba a sus padres retirados.
—Si bien están retirados, pueden formar parte del consejo —me respondió finalmente.
La sensación de nostalgia y deber se entrelazaba en el ambiente. Mis sentidos se agudizaron, captando la tensión en la voz de Lucas y la importancia de la decisión que estábamos tomando.
—¿Por qué no estaban antes? —no pude evitar preguntar, necesitaba entender el contexto de la situación.
—Orión quería que de verdad tuvieran un retiro, que realmente descansaran después de tantos años de servicio —me explicó Lucas, la idea de romper su merecido descanso no dejaba de generar un dilema en su interior.
La comprensión llenó el espacio entre nosotros. Era un gesto noble por parte de Orión, preocuparse por el bienestar de sus seres queridos incluso en su ausencia. Sin embargo, el deber y la urgencia ahora requerían que reconsideráramos esa decisión.
—Menos mal no soy él, los quiero a ellos dos. Tú elige a los que falten, al fin de cuentas los conoces más que yo... —añadí, sintiendo la carga de la toma de decisiones, pero confiando en la experiencia y sabiduría de Lucas para completar el consejo.
Las emociones se entrelazaban en el aire, y mientras delineábamos los siguientes pasos, podía sentir la gravedad de la situación. La reconstrucción del consejo no solo era una tarea logística, sino también una manifestación de la lealtad y la unidad que requeriríamos.
—Enviaré las notificaciones de inmediato —comenzó a decir Lucas cuando una idea se gestó en mi mente.
—También agenda para mañana una reunión con el consejo. Ya ha pasado una semana desde la desaparición de Orión, nuestras patrullas no han tenido información desde ese día y los exploradores no nos han contactado aún. Necesitamos toda la ayuda posible. —dije mientras veía a mi hermano mayor parado frente a mí.
La expresión de Lucas reflejaba la seriedad del momento. Asintió, asumiendo la carga de organizar la reunión y movilizar los recursos necesarios. El sonido de sus pasos al alejarse resonó en la sala, marcando el inicio de la acción inminente.
Decidí ir a almorzar al restaurante en la avenida de la cuidad, enlazando a Sam para que se uniera a mí. Después de unos minutos, ambas estábamos sentadas en el restaurante disfrutando de una comida deliciosa cuando una sombra se proyectó sobre nuestra mesa.
—Aquí estas tú muy cómoda mientras Orión está perdido, eres realmente escaladora —la voz de Hanna subió unas octavas mientras me señalaba con el dedo.
La tensión en el aire se intensificó, y pude sentir la furia de Sam que se irradiaba como una ola de calor. El ambiente se cargó con una energía negativa, y mis sentidos captaron la hostilidad que se desbordaba en el restaurante.
—¿Disculpa? Esa no es forma de dirigirte a tu Luna —Dijo Sam con la voz cargada de enfado.
El intercambio verbal aumentaba en intensidad, y las emociones se mezclaban en una sinfonía discordante. Pude percibir el sonido de las sillas arrastrándose en el suelo y los murmullos de los demás comensales que observaban la escena.
—Ella no es mi Luna, aun no es oficialmente Luna de nadie —respondió una amiga de Hanna desde atrás de ella.
La atmósfera vibraba con la tensión, y mis sentidos se agudizaron, captando cada detalle del conflicto que se desarrollaba ante mí.
—Sigue siendo la compañera del Alfa Orión, está marcada por él, y la única razón por la cual no es oficialmente nuestra Luna es por la desaparición de nuestro líder —habló la voz de una mujer detrás de las chicas. Vi cómo se estremecían ante la señora que estaba justo entrando en el restaurante, quien había visto el arrebato de las chicas.
La presencia de la mujer, a quien identifiqué como Luna Clara, resonaba con autoridad y respeto. La tensión se disipó momentáneamente, y pude sentir la atmósfera cargada liberarse levemente.
—Luna Clara, ella simplemente no puede autoproclamarse algo que legalmente no es... las reglas de ... —Hanna intentó defenderse, pero la mirada de Luna Clara no era muy amigable.
—No me vengas aquí con las reglas de la manada. Octavia es tú Luna y de todos en esta manada, sino te gusta, puedes irte a otro lugar. No permitiré que le hables así. Sabes lo que le pasa a los traidores... —su voz fría como la nieve atravesó a las chicas que inmediatamente se retiraron del lugar.
La influencia de Luna Clara se extendía por la sala, restaurando un sentido de paz. La miré con gratitud, agradecida por su intervención que había evitado un conflicto mayor.
—Gracias, no tenía que... —me dirigí a ella.
—Lo que dije es cierto, tú eres mi Luna, oficial o no, mi hijo te eligió a ti, aceptó el vínculo de compañeros y te marcó. Además, entre familia nos defendemos —dijo mientras me guiñaba un ojo. —Las dejo terminar su almuerzo chicas —se despidió inclinando su cabeza en un claro reflejo de respeto.
El gesto de Luna Clara resonaba con elegancia y cortesía, y pude sentir la reverencia que se extendía en la atmósfera del restaurante. La presión que había acompañado el enfrentamiento se disipaba gradualmente, y la sensación de normalidad regresaba al lugar.
El sonido de las sillas al moverse indicaba que las miradas curiosas se alejaban, permitiéndonos retomar nuestro almuerzo en relativa paz. Mientras Luna Clara se retiraba, sentí cómo la energía de la manada seguía fluyendo a mi alrededor, como una corriente constante que me recordaba mi posición como Luna.
—¿Estás bien? —preguntó Sam, cuyos ojos mostraban preocupación genuina.
Asentí con gratitud, apreciando su apoyo en este nuevo mundo de responsabilidades y jerarquías. La comida, aunque deliciosa, se volvía un telón de fondo frente a los desafíos que enfrentaba como líder no oficial de la manada.
—Espero que las cosas se calmen pronto. Necesitamos concentrarnos en encontrar a Orión y restablecer el equilibrio en la manada —murmuré, sintiendo la carga de la responsabilidad sobre mis hombros.
Sam asintió, reconociendo la magnitud de la tarea que teníamos por delante. El aroma de la comida se mezclaba con la determinación en el aire, creando una combinación peculiar que marcaba el inicio de un capítulo inexplorado en mi vida.
Nos sumergimos de nuevo en nuestro almuerzo, pero esta vez la conversación se teñía con un matiz más serio.
LucasMe retiré de la oficina de Orión con un nudo en el estómago, dejando a Octavia en una posición de liderazgo que no le correspondía completamente, pero que, sin embargo, aceptó con valentía. La responsabilidad pesaba sobre sus hombros, y aunque estaba orgulloso de ella, no podía evitar preocuparme por lo que podríamos descubrir sobre la desaparición de Orión.Caminé por los pasillos de la casa de la manada, con sus paredes de vidrio que dejaban entrar la luz de la mañana, iluminando el espacio con tonos cálidos. El cielo despejado brillaba a través de las ventanas, y el contraste con la inquietud que sentía en mi interior era abrumador.Al entrar en mi oficina, cerré la puerta detrás de mí, sumiéndome en el silencio que reinaba en el espacio. La habitación estaba impregnada con el aroma a madera fresca y el sutil olor a tierra después de la lluvia de la madrugada anterior. Me dejé caer en mi silla, sintiendo la tensión en mis músculos.Mis pensamientos dieron vueltas en espiral m
LucasEl ambiente en la oficina se volvió más íntimo y personal cuando quedé solo con Sam. Me acerqué a ella, envolviéndola en un abrazo que transmitía tanto la necesidad de consuelo como la celebración de un momento especial. Hundí mi rostro en su cuello, inhalando profundamente. Fue entonces cuando la grata sorpresa me envolvió.—Ya puedo olerla —dije emocionado, mis palabras resonando con una mezcla de asombro y alegría. Nuestra cachorra, fruto de nuestra unión, crecía en el vientre de mi compañera, y este era el primer contacto sensorial que tenía con ella.Sam correspondió al abrazo con calidez, y su risa resonó en la habitación.—¿En serio ya puedes olerla? —preguntó con una mezcla de emoción y asombro.Asentí, con una sonrisa que reflejaba la felicidad que sentía en ese momento. La conexión con la vida que crecía dentro de Sam era una experiencia única, y cada pequeño detalle, como el aroma que comenzaba a identificar, hacía que la realidad de ser futuros padres se volviera más
OctaviaLa luz del sol acariciaba mi piel con su cálido abrazo, y su resplandor me obligó a entrecerrar los ojos para poder apreciar mi entorno. El fulgor era tan intenso que sentí el impulso de alzar la mano para protegerme de su radiante presencia. Sin dudas, me encontraba en el bosque, pero algo en él no me resultaba completamente familiar.Ajusté la mirada, entrecerrando los ojos en un intento por discernir los detalles que mi visión inicial no revelaba. Fue entonces cuando lo noté: estaba en el límite del territorio con las Tierras Sagradas, un lugar impregnado de misticismo y respeto entre los lobos de la manada y las brujas.El aroma fresco del bosque se entrelazaba con la esencia única que emanaba de las Tierras Sagradas, creando una atmósfera cargada de reverencia. Cautelosamente, di un paso hacia adelante, sintiendo el crujir de hojas secas bajo mis pies. Un escalofrío recorrió mi columna, una mezcla de anticipación y respeto ante la proximidad de un lugar tan significativo.
Octavia—Es una pesadilla, despierta —siguió gritando Lucas, su llamado como un faro que me guiaba de vuelta a la cordura. Me esforcé por abrir los ojos, luchando contra las sombras que aún amenazaban con atraparme.—Lucas... —susurré, mi propia voz temblorosa, mientras sus brazos se convertían en mi refugio. Me aferré a él como si temiera que el sueño pudiera arrancarme de su abrazo en cualquier momento.—Estás a salvo, Octavia. Solo fue una pesadilla —susurró Lucas, sus manos acariciando mi espalda con una suavidad reconfortante. Cerré los ojos, permitiendo que sus palabras actuaran como un bálsamo en medio de la tormenta.Pasaron varios minutos, mi respiración agitada finalmente cedió ante el consuelo de su presencia. Mis dedos se aflojaron de la tensión que aún persistía en mi piel, y me permití sumergirme en la certeza de que estaba a salvo, lejos de las garras de aquella pesadilla cruel.—¿Estás bien? —preguntó Lucas, su preocupación palpable en cada palabra.—Fue tan real, Luca
LucienMi camino a través del Territorio de Los Cazadores Sagrados era un avance lento y calculado. Cada paso que daba estaba marcado por la precaución, mi cuerpo se movía en sintonía con la danza de sombras proyectadas por la densa vegetación. Las patrullas de lobos se deslizaban como espectros entre los árboles, sus sentidos agudos alertas a cualquier intruso.El aroma a bosque impregnaba el aire, mezclado con la tensión palpable que fluía entre las hojas crujientes bajo mis pies. El desafío estaba en avanzar sin dejar una huella olfativa que pudiera ser rastreada por los lobos vigilantes. La astucia y la paciencia se volvieron mis aliadas mientras sorteaba cada rincón de este territorio.Mis sentidos se agudizaban ante el sonido de ramas quebrándose a lo lejos. Me detuve, mi cuerpo tenso como un arco listo para ser disparado. Las patrullas se desplazaban en grupos compactos, una danza coordinada de la manada que debía evitar a toda costa. Avancé con sigilo, respirando con la menor
LucienUna sonrisa juguetona se instaló en mis labios, a pesar de la hostilidad que flotaba en el ambiente. Ahora estaba más interesado en poner mis labios en los suyos... y algunas partes más.—Creo que han sido tus hombres quienes me han traído aquí, y no puedo creer lo mal educados que son... ni siquiera me preguntaron qué hacía en ese lugar —respondí audazmente, desafiando la tormenta que se cernía en sus ojos.Ella me miró con una mezcla de incredulidad y desdén.—Si piensas, por un segundo, que voy a disculparme, hoy no es tu maldito día de suerte —gruñó entre dientes, y sentí cómo mi pulso se aceleraba ante la intensidad de sus palabras. La tensión se acumuló, y una corriente eléctrica pareció recorrer el aire entre nosotros.—Cuanta rudeza, Luna —murmuré, dejando que mis palabras flotaran con un tono juguetón. —Ese es tu nombre, ¿no? —La provocación estaba en el aire, un desafío silencioso que esperaba su respuesta.Se acercó a mí con una gracia felina y se sentó sobre la mesa
OctaviaSalí de las mazmorras después de mi visita al nuevo prisionero, con Lucas pisándome los talones. La húmeda penumbra del lugar se disipaba lentamente mientras ascendía por la escalinata de piedra, dejando atrás los lúgubres recuerdos que se albergaban en las celdas oscuras.La charla con el prisionero fue más que informativa; sus revelaciones resonaban en mi mente como notas musicales, dando una estructura sólida al plan que había gestado días atrás. Mis pensamientos se alineaban como las piezas de un rompecabezas, encajando con precisión y revelando un panorama que antes parecía difuso.Al salir a la luz del día, el sol acarició mi rostro, desencadenando una mezcla de sensaciones. Un cálido escalofrío recorrió mi columna, como si la luz misma llevara consigo secretos que solo se revelaban a quienes estaban dispuestos a ver más allá.Lucas me seguía de cerca. Su presencia, aunque reconfortante, no podía disipar la inquietud que me embargaba. El aire fresco del exterior contrast
OctaviaTodavía tenía que ir a mi habitación a preparar mi propia mochila con mis esenciales para el viaje. Además, debía dirigirme al patio de entrenamiento en busca de armas.Después de la evaluación sobre nuestras habilidades, nos habían permitido practicar con diversos instrumentos, no limitándonos solo a combates cuerpo a cuerpo. Las enseñanzas incluían el uso de armas, y entre todas, mi preferida era la espada.Los primeros días de entrenamiento con la espada fueron desafiantes. Coordinar los movimientos con la posición correcta requirió esfuerzo y dedicación, pero día tras día fui mejorando. Aunque no me consideraba una experta, me desenvolvía bastante bien. La espada se había convertido en una extensión de mí misma, una compañera de confianza en este viaje peligroso.Pero la estrategia demandaba más que una espada a la vista. Guardar algunas armas menos perceptibles sería crucial. Con esos pensamientos en mente, me encaminé hacia mi habitación, lista para preparar mi equipo y