Capítulo 6

Octavia

—Lucas, ¿cómo pude no saberlo? —mi voz temblaba con una vulnerabilidad que rara vez mostraba. Levanté la mirada hacia él, buscando respuestas en sus ojos comprensivos.

—La estructura de nuestra manada es compleja, y Orión quería protegerte de la carga de liderazgo. No quería que te sintieras abrumada antes de la ceremonia de Luna —explicó con sinceridad, apartándose para sostenerme el rostro entre las manos.

—Pero ahora estoy abrumada por la incertidumbre, por no conocer la verdad. ¿Cuántas cosas más me ocultaba? —mis preguntas resonaban en el aire, como un eco de mi propia confusión.

Lucas suspiró, su mirada reflejando compasión.

—No lo sé, Octavia. Pero estoy aquí para apoyarte, para ayudarte a entender y afrontar lo que sea que descubras. Eres fuerte, y juntos superaremos esto.

Asentí con gratitud, agradeciendo la presencia reconfortante de Lucas en ese momento de desgarradora revelación. La tormenta en mi interior no se apaciguaba, pero al menos no enfrentaba la tempestad sola.

—¿Sabes?, aún no hemos tenido esa charla... —intentó decir Lucas. El tono de su voz llevaba consigo una mezcla de ternura y preocupación.

—¿La del hermano mayor? —reí con la cara enterrada en su pecho. La risa era una liberación, una válvula de escape para aliviar la tensión que se había acumulado en mi interior.

—Esa misma, solo quiero que sepas que nadie te abandonó... Hubiéramos ido al fin del mundo para encontrarte. No sabemos muy bien quién cambió los cuerpos, Octavia, me duele mucho tenerte cerca y no poder conocerte —dijo, depositando un beso en mi cabeza. Sus labios eran reconfortantes, un recordatorio de la conexión que compartíamos como familia.

—Es tan difícil para mí todo esto. Pensé que Sam era mi hermana, ahora resulta que es mi... ¿mi cuñada? Y descubrir una familia que realmente no me abandonó, aceptar a esa familia es como darles la espalda a mis padres... —sentí que las lágrimas abandonaban mis ojos, gotas traicioneras que surcaban por mis mejillas. Cada palabra pronunciada era una verdad incómoda, una realidad que había permanecido oculta durante demasiado tiempo.

—Estoy tan agradecido con tus padres por haberte cuidado, a ti y a Sam. Yo... necesito que me des la oportunidad de ser el hermano mayor, Vi. Quiero estar aquí para ti, para todo lo que necesites. —Lucas se apartó un poco para mirarme a los ojos. La intensidad de su mirada reflejaba un compromiso genuino.

Con mucho cuidado y amor, limpió mi rostro de mis lágrimas traicioneras. Sus gestos eran un bálsamo para el dolor emocional que me consumía.

—Podemos intentarlo... siempre y cuando no seas un hermano controlador —dije con la intención de aligerar la carga que sentía. El humor era mi forma de lidiar con lo desconocido, una defensa contra la vulnerabilidad que se apoderaba de mí.

—Ya eres toda una adulta, una mujer marcada, pero aun así puedo ser un poco sobreprotector... —respondió con una sonrisa en sus labios. La complicidad entre nosotros florecía, formando la base de una nueva conexión.

—Con respecto a tus padres... —comencé, pero Lucas me interrumpió con una comprensión silenciosa.

—Lo haremos a tu tiempo, Vi —me apoyó él, sabiendo que aún no podía con esa carga. Su aceptación era un regalo, una muestra de paciencia y apoyo que necesitaba en ese momento de confusión y descubrimientos.

—Ahora compórtate como un hermano mayor y ayúdame a encontrar a Orión —dije sonriendo, sintiéndome apoyada. La sonrisa era un gesto valiente, una declaración de mi determinación para enfrentar los desafíos que se avecinaban.

Lucas me devolvió la sonrisa, aceptando el papel de protector con una mirada llena de complicidad. Sus ojos reflejaban la seguridad de que, juntos, podríamos superar cualquier obstáculo que se interpusiera en nuestro camino.

—Vamos a descubrir qué está pasando, Octavia. Y cuando encontremos a Orión, resolveremos todo esto —declaró con una determinación que coincidía con la mía.

—Primero tenemos que volver a forjar el consejo, luego de que Orión descubrió traidores en ese círculo, necesitamos por lo menos cinco personas para que ocupen su lugar —dijo Lucas con un tono de vergüenza en su voz.

El peso de la responsabilidad se posó en mis hombros, y mientras consideraba las opciones, sentí el nudo en mi estómago apretarse. Había una mezcla de ansiedad y determinación en el aire, como si cada elección que hiciera pudiera cambiar el curso de los acontecimientos.

—Bien, podemos comenzar con eso... —respondí mientras pensaba en personas de confianza, la única aliada que tenía en este momento y en quien confiaba con mi vida —definitivamente Sam tiene que estar ahí.

Lucas asintió, reconociendo la lógica de tener a Sam en el consejo. Era la compañera de mi Beta, mi amiga, y sabía que podía confiar en ella en cualquier situación.

—¿Qué hay del padre de Orión y tu padre? —pregunté, no conocía a nadie más con experiencia en el campo y siendo líderes, podrían apoyarme en las decisiones que fuera a tomar.

Lucas consideró la sugerencia, y pude percibir la nostalgia en su expresión mientras recordaba a sus padres retirados.

—Si bien están retirados, pueden formar parte del consejo —me respondió finalmente.

La sensación de nostalgia y deber se entrelazaba en el ambiente. Mis sentidos se agudizaron, captando la tensión en la voz de Lucas y la importancia de la decisión que estábamos tomando.

—¿Por qué no estaban antes? —no pude evitar preguntar, necesitaba entender el contexto de la situación.

—Orión quería que de verdad tuvieran un retiro, que realmente descansaran después de tantos años de servicio —me explicó Lucas, la idea de romper su merecido descanso no dejaba de generar un dilema en su interior.

La comprensión llenó el espacio entre nosotros. Era un gesto noble por parte de Orión, preocuparse por el bienestar de sus seres queridos incluso en su ausencia. Sin embargo, el deber y la urgencia ahora requerían que reconsideráramos esa decisión.

—Menos mal no soy él, los quiero a ellos dos. Tú elige a los que falten, al fin de cuentas los conoces más que yo... —añadí, sintiendo la carga de la toma de decisiones, pero confiando en la experiencia y sabiduría de Lucas para completar el consejo.

Las emociones se entrelazaban en el aire, y mientras delineábamos los siguientes pasos, podía sentir la gravedad de la situación. La reconstrucción del consejo no solo era una tarea logística, sino también una manifestación de la lealtad y la unidad que requeriríamos.

—Enviaré las notificaciones de inmediato —comenzó a decir Lucas cuando una idea se gestó en mi mente.

—También agenda para mañana una reunión con el consejo. Ya ha pasado una semana desde la desaparición de Orión, nuestras patrullas no han tenido información desde ese día y los exploradores no nos han contactado aún. Necesitamos toda la ayuda posible. —dije mientras veía a mi hermano mayor parado frente a mí.

La expresión de Lucas reflejaba la seriedad del momento. Asintió, asumiendo la carga de organizar la reunión y movilizar los recursos necesarios. El sonido de sus pasos al alejarse resonó en la sala, marcando el inicio de la acción inminente.

Decidí ir a almorzar al restaurante en la avenida de la cuidad, enlazando a Sam para que se uniera a mí. Después de unos minutos, ambas estábamos sentadas en el restaurante disfrutando de una comida deliciosa cuando una sombra se proyectó sobre nuestra mesa.

—Aquí estas tú muy cómoda mientras Orión está perdido, eres realmente escaladora —la voz de Hanna subió unas octavas mientras me señalaba con el dedo.

La tensión en el aire se intensificó, y pude sentir la furia de Sam que se irradiaba como una ola de calor. El ambiente se cargó con una energía negativa, y mis sentidos captaron la hostilidad que se desbordaba en el restaurante.

—¿Disculpa? Esa no es forma de dirigirte a tu Luna —Dijo Sam con la voz cargada de enfado.

El intercambio verbal aumentaba en intensidad, y las emociones se mezclaban en una sinfonía discordante. Pude percibir el sonido de las sillas arrastrándose en el suelo y los murmullos de los demás comensales que observaban la escena.

—Ella no es mi Luna, aun no es oficialmente Luna de nadie —respondió una amiga de Hanna desde atrás de ella.

La atmósfera vibraba con la tensión, y mis sentidos se agudizaron, captando cada detalle del conflicto que se desarrollaba ante mí.

—Sigue siendo la compañera del Alfa Orión, está marcada por él, y la única razón por la cual no es oficialmente nuestra Luna es por la desaparición de nuestro líder —habló la voz de una mujer detrás de las chicas. Vi cómo se estremecían ante la señora que estaba justo entrando en el restaurante, quien había visto el arrebato de las chicas.

La presencia de la mujer, a quien identifiqué como Luna Clara, resonaba con autoridad y respeto. La tensión se disipó momentáneamente, y pude sentir la atmósfera cargada liberarse levemente.

—Luna Clara, ella simplemente no puede autoproclamarse algo que legalmente no es... las reglas de ... —Hanna intentó defenderse, pero la mirada de Luna Clara no era muy amigable.

—No me vengas aquí con las reglas de la manada. Octavia es tú Luna y de todos en esta manada, sino te gusta, puedes irte a otro lugar. No permitiré que le hables así. Sabes lo que le pasa a los traidores... —su voz fría como la nieve atravesó a las chicas que inmediatamente se retiraron del lugar.

La influencia de Luna Clara se extendía por la sala, restaurando un sentido de paz. La miré con gratitud, agradecida por su intervención que había evitado un conflicto mayor.

—Gracias, no tenía que... —me dirigí a ella.

—Lo que dije es cierto, tú eres mi Luna, oficial o no, mi hijo te eligió a ti, aceptó el vínculo de compañeros y te marcó. Además, entre familia nos defendemos —dijo mientras me guiñaba un ojo. —Las dejo terminar su almuerzo chicas —se despidió inclinando su cabeza en un claro reflejo de respeto.

El gesto de Luna Clara resonaba con elegancia y cortesía, y pude sentir la reverencia que se extendía en la atmósfera del restaurante. La presión que había acompañado el enfrentamiento se disipaba gradualmente, y la sensación de normalidad regresaba al lugar.

El sonido de las sillas al moverse indicaba que las miradas curiosas se alejaban, permitiéndonos retomar nuestro almuerzo en relativa paz. Mientras Luna Clara se retiraba, sentí cómo la energía de la manada seguía fluyendo a mi alrededor, como una corriente constante que me recordaba mi posición como Luna.

—¿Estás bien? —preguntó Sam, cuyos ojos mostraban preocupación genuina.

Asentí con gratitud, apreciando su apoyo en este nuevo mundo de responsabilidades y jerarquías. La comida, aunque deliciosa, se volvía un telón de fondo frente a los desafíos que enfrentaba como líder no oficial de la manada.

—Espero que las cosas se calmen pronto. Necesitamos concentrarnos en encontrar a Orión y restablecer el equilibrio en la manada —murmuré, sintiendo la carga de la responsabilidad sobre mis hombros.

Sam asintió, reconociendo la magnitud de la tarea que teníamos por delante. El aroma de la comida se mezclaba con la determinación en el aire, creando una combinación peculiar que marcaba el inicio de un capítulo inexplorado en mi vida.

Nos sumergimos de nuevo en nuestro almuerzo, pero esta vez la conversación se teñía con un matiz más serio.

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