Orión Las palabras resonaron en mi mente como un golpe devastador. El vínculo que compartía con Octavia, esa conexión profunda y eterna que nos unía, había desaparecido. Era como si una parte de mi alma hubiera sido arrancada, dejando un vacío oscuro y doloroso. —¡No! ¡No puede ser! —grité, negándome a aceptar la realidad. El dolor era insoportable, no solo físico sino también emocional. Sentía que cada latido de mi corazón se desgarraba, cada respiración un reflejo de mi pérdida. Lucas llegó a mi lado, su rostro reflejando el pánico y la confusión. —Orión, ¿qué sucede? ¡Habla conmigo! —Octavia... Darcy... Han desaparecido, —logré decir, mi voz quebrada por el dolor. —No puedo sentirlas, Lucas. Se han ido... Las palabras parecían resonar en el aire, un eco de la tragedia que nos envolvía. Mientras la batalla rugía a nuestro alrededor, dejando huellas de desgaste y desesperación en el barro y en las heridas de mis compañeros, el sentido de nuestra lucha parecía disiparse en la to
Octavia La realidad se desvanecía a mi alrededor, como si el mundo entero se hubiera reducido a un punto ciego en mi percepción. El dolor era insoportable, una tormenta desgarradora desatándose dentro de mí. "¡Darcy!" grité, pero mi voz sonaba distante, ahogada por el estruendo de mi propio corazón. Sentía cada fibra de mi ser rasgándose, desgarrada por la fuerza brutal con la que Darcy fue arrancada de mi alma. Era más que dolor físico; era una agonía espiritual, una herida que trascendía el cuerpo y cortaba directamente en lo más profundo de mi esencia. Estaba tirada en el suelo frío y húmedo del bosque. La tierra debajo de mí parecía girar y contorsionarse, y las lágrimas corrían por mis mejillas sin control, cada una silenciosa acusación contra el universo por permitir tal crueldad. "¡Darcy! ¡Darcy, por favor!" gritaba, mi voz rompiéndose con cada llamado. Pero solo había silencio, un vacío ensordecedor donde antes había una presencia amorosa y reconfortante. El aire a mi al
Octavia Inspiré profundamente, aferrándome a la vida, a la luz que Alice había encendido en mi interior. A pesar del dolor que aún me consumía, sentí una determinación creciente. No estaba sola; tenía un propósito, una razón para seguir adelante. Con un esfuerzo que parecía sobrehumano, coloqué una mano sobre mi pecho, justo donde Alice había dejado su toque reconfortante. Mis dedos encontraron algo pequeño y metálico, puntiagudo al tacto. Con mano temblorosa, lo extraje y lo elevé a la altura de mis ojos para examinarlo más de cerca. Era el colgante, la mitad de él. El Sol, ahora irónicamente separado de su contraparte, la Luna. El símbolo de una unión quebrada, de una mitad faltante, resonaba con el eco de soledad y pérdida en mi corazón. Al sentarme lentamente, mi mirada vagó por el entorno. Las nubes oscuras aún dominaban el cielo, amenazadoras y pesadas, mientras el humo negro se cernía sobre mí, como un augurio de desesperanza. El aire estaba cargado de una energía inquietan
Orión El aire en la habitación estaba cargado con el olor a alcohol y desesperación, una oscuridad opresiva reinaba, apenas rota por la débil luz que se filtraba a través de las cortinas cerradas. Cada día se fundía con el siguiente en un ciclo monótono y sin sentido, un reflejo de mi desolación interna. Las botellas vacías se esparcían por el suelo como testigos mudos de mi abandono. En el exterior, la vida de la manada continuaba, liderada ahora por mi Beta. Podía sentir, incluso en mi estado de aislamiento, los murmullos y las discusiones sobre elegir un nuevo Alfa Principal. Pero ese mundo me parecía distante, irrelevante. Mi mente y mi corazón estaban sumergidos en la oscuridad, incapaces de preocuparse por algo más allá de mi propio sufrimiento. —Orión, —la voz firme de Lucas a menudo resonaba a través de la puerta cerrada, intentando sacarme de mi letargo. —La manada te necesita, debemos tomar decisiones importantes. Pero sus palabras se desvanecían en la penumbra que me en
OctaviaLa anticipación vibraba en mi pecho, una mezcla de nerviosismo y alegría por la sorpresa que Orión tramaba para mí. A pesar del caos que nos rodeaba, la idea de la celebración se abría paso en mi mente, inundándome con una ola de felicidad que contrastaba con la cruda realidad que enfrentábamos.Sumida en la habitación, el agua del cuarto baño del día acariciaba mi piel, proporcionando un alivio bienvenido. Cerré los ojos, permitiendo que la sensación del agua y el aroma sutil del jabón envolvieran mis sentidos. Cada gota parecía llevar consigo la promesa de un nuevo comienzo, un respiro en medio del torbellino de responsabilidades.Después del desayuno compartido con Lucas, Sam y Orión, nos fuimos a trabajar en las tareas de reconstrucción. Cada movimiento resonaba con un propósito renovado, pero la ciudad, vista desde la ventana de mi habitación, parecía conservar su esencia única. El sol, en su gloriosa ascensión, pintaba cada casa con colores vivos, creando una paleta que
Octavia "¿Lucas?" Probé conectar con mi hermano, él sabría dónde está Orión. La voz de Lucas en mi mente fue un alivio momentáneo. "Octavia, ¿estás bien?" Respondió rápidamente, su voz cargada de preocupación. Mis manos temblaban ligeramente, y mi respiración se volvía más irregular. "Sí, sí, yo estoy bien. ¿Sabes algo de Orión?" pregunté tímidamente, como si el simple acto de pronunciar su nombre pudiera traerlo de vuelta. "Él se ha ido hace una hora a prepararse para su cita de esta noche. ¿No ha llegado aún?" Me informó Lucas. La información era desconcertante, y un nudo se formó en mi garganta. "No, pero ¿a dónde se ha ido a preparar? He estado casi toda la tarde en la habitación con Sam, y a él no lo veo desde hace horas..." La preocupación me estaba consumiendo, y mis pasos se volvieron más rápidos mientras me dirigía a la casa de la manada. "Vi, ¿intentaste vincular con él?" "Claro que sí, Lucas. Fue lo primero que hice. Ciro no responde a Darcy y Orión no me responde a
Samantha La atmósfera pesaba mientras dejábamos atrás las mazmorras. Octavia caminaba a mi lado, pero su presencia era como un espectro, un eco lejano de la mujer que una vez conocí. El recuerdo de lo que habíamos presenciado entre esas paredes húmedas se aferraba a nosotros, una sombra oscura que oscurecía nuestros pensamientos. No podía permitir dejar a Octavia sola en ese estado. La conocía demasiado bien, y estaba claro que la dejadez de su alma la empujaría hacia la locura. Así que, esa noche, la llevé a mi casa, tratando de ofrecerle un refugio temporal en medio de la tormenta que se avecinaba. El dolor emanaba de Octavia en oleadas palpables, como si cada fibra de su ser estuviera siendo desgarrada. La carga emocional de la situación pesaba sobre nosotros, y la incertidumbre sobre el destino de Orión, mi hermano, colgaba en el aire como una espesa niebla. Mi hogar, que solía ser un refugio acogedor, ahora se veía invadido por la sombra de la tragedia. Octavia se desplomó en
Lucien Entrando en la penumbra de la taberna, el estrépito de la ciudad se desvaneció detrás de mí, y la luz titilante de las velas apenas iluminaba los rostros sombríos de aquellos que se perdían en la multitud. Me dirigí hacia la barra, buscando el consuelo áspero del licor para ahogar las sombras que se acumulaban en mi mente. —Un trago fuerte, algo que pueda quemar estas malditas imágenes de mi cabeza —le dije al tabernero con la voz ronca. El tabernero asintió con simpatía y sirvió un vaso de licor oscuro que prometía alivio temporal. Mientras bebía, el aroma amaderado llenó mis sentidos, pero no podía escapar de la amargura que se apoderaba de mi corazón. La luz tenue de la taberna apenas iluminaba mi rostro sombrío. Cada sorbo del licor oscuro era como un intento desesperado de ahogar las imágenes que atormentaban mi mente. Mis ojos, perdidos en algún punto distante, reflejaban la tormenta emocional que rugía en mi interior. Fue entonces cuando noté que el hombre a mi lado