LucasEl ambiente en la oficina se volvió más íntimo y personal cuando quedé solo con Sam. Me acerqué a ella, envolviéndola en un abrazo que transmitía tanto la necesidad de consuelo como la celebración de un momento especial. Hundí mi rostro en su cuello, inhalando profundamente. Fue entonces cuando la grata sorpresa me envolvió.—Ya puedo olerla —dije emocionado, mis palabras resonando con una mezcla de asombro y alegría. Nuestra cachorra, fruto de nuestra unión, crecía en el vientre de mi compañera, y este era el primer contacto sensorial que tenía con ella.Sam correspondió al abrazo con calidez, y su risa resonó en la habitación.—¿En serio ya puedes olerla? —preguntó con una mezcla de emoción y asombro.Asentí, con una sonrisa que reflejaba la felicidad que sentía en ese momento. La conexión con la vida que crecía dentro de Sam era una experiencia única, y cada pequeño detalle, como el aroma que comenzaba a identificar, hacía que la realidad de ser futuros padres se volviera más
OctaviaLa luz del sol acariciaba mi piel con su cálido abrazo, y su resplandor me obligó a entrecerrar los ojos para poder apreciar mi entorno. El fulgor era tan intenso que sentí el impulso de alzar la mano para protegerme de su radiante presencia. Sin dudas, me encontraba en el bosque, pero algo en él no me resultaba completamente familiar.Ajusté la mirada, entrecerrando los ojos en un intento por discernir los detalles que mi visión inicial no revelaba. Fue entonces cuando lo noté: estaba en el límite del territorio con las Tierras Sagradas, un lugar impregnado de misticismo y respeto entre los lobos de la manada y las brujas.El aroma fresco del bosque se entrelazaba con la esencia única que emanaba de las Tierras Sagradas, creando una atmósfera cargada de reverencia. Cautelosamente, di un paso hacia adelante, sintiendo el crujir de hojas secas bajo mis pies. Un escalofrío recorrió mi columna, una mezcla de anticipación y respeto ante la proximidad de un lugar tan significativo.
Octavia—Es una pesadilla, despierta —siguió gritando Lucas, su llamado como un faro que me guiaba de vuelta a la cordura. Me esforcé por abrir los ojos, luchando contra las sombras que aún amenazaban con atraparme.—Lucas... —susurré, mi propia voz temblorosa, mientras sus brazos se convertían en mi refugio. Me aferré a él como si temiera que el sueño pudiera arrancarme de su abrazo en cualquier momento.—Estás a salvo, Octavia. Solo fue una pesadilla —susurró Lucas, sus manos acariciando mi espalda con una suavidad reconfortante. Cerré los ojos, permitiendo que sus palabras actuaran como un bálsamo en medio de la tormenta.Pasaron varios minutos, mi respiración agitada finalmente cedió ante el consuelo de su presencia. Mis dedos se aflojaron de la tensión que aún persistía en mi piel, y me permití sumergirme en la certeza de que estaba a salvo, lejos de las garras de aquella pesadilla cruel.—¿Estás bien? —preguntó Lucas, su preocupación palpable en cada palabra.—Fue tan real, Luca
LucienMi camino a través del Territorio de Los Cazadores Sagrados era un avance lento y calculado. Cada paso que daba estaba marcado por la precaución, mi cuerpo se movía en sintonía con la danza de sombras proyectadas por la densa vegetación. Las patrullas de lobos se deslizaban como espectros entre los árboles, sus sentidos agudos alertas a cualquier intruso.El aroma a bosque impregnaba el aire, mezclado con la tensión palpable que fluía entre las hojas crujientes bajo mis pies. El desafío estaba en avanzar sin dejar una huella olfativa que pudiera ser rastreada por los lobos vigilantes. La astucia y la paciencia se volvieron mis aliadas mientras sorteaba cada rincón de este territorio.Mis sentidos se agudizaban ante el sonido de ramas quebrándose a lo lejos. Me detuve, mi cuerpo tenso como un arco listo para ser disparado. Las patrullas se desplazaban en grupos compactos, una danza coordinada de la manada que debía evitar a toda costa. Avancé con sigilo, respirando con la menor
LucienUna sonrisa juguetona se instaló en mis labios, a pesar de la hostilidad que flotaba en el ambiente. Ahora estaba más interesado en poner mis labios en los suyos... y algunas partes más.—Creo que han sido tus hombres quienes me han traído aquí, y no puedo creer lo mal educados que son... ni siquiera me preguntaron qué hacía en ese lugar —respondí audazmente, desafiando la tormenta que se cernía en sus ojos.Ella me miró con una mezcla de incredulidad y desdén.—Si piensas, por un segundo, que voy a disculparme, hoy no es tu maldito día de suerte —gruñó entre dientes, y sentí cómo mi pulso se aceleraba ante la intensidad de sus palabras. La tensión se acumuló, y una corriente eléctrica pareció recorrer el aire entre nosotros.—Cuanta rudeza, Luna —murmuré, dejando que mis palabras flotaran con un tono juguetón. —Ese es tu nombre, ¿no? —La provocación estaba en el aire, un desafío silencioso que esperaba su respuesta.Se acercó a mí con una gracia felina y se sentó sobre la mesa
OctaviaSalí de las mazmorras después de mi visita al nuevo prisionero, con Lucas pisándome los talones. La húmeda penumbra del lugar se disipaba lentamente mientras ascendía por la escalinata de piedra, dejando atrás los lúgubres recuerdos que se albergaban en las celdas oscuras.La charla con el prisionero fue más que informativa; sus revelaciones resonaban en mi mente como notas musicales, dando una estructura sólida al plan que había gestado días atrás. Mis pensamientos se alineaban como las piezas de un rompecabezas, encajando con precisión y revelando un panorama que antes parecía difuso.Al salir a la luz del día, el sol acarició mi rostro, desencadenando una mezcla de sensaciones. Un cálido escalofrío recorrió mi columna, como si la luz misma llevara consigo secretos que solo se revelaban a quienes estaban dispuestos a ver más allá.Lucas me seguía de cerca. Su presencia, aunque reconfortante, no podía disipar la inquietud que me embargaba. El aire fresco del exterior contrast
OctaviaTodavía tenía que ir a mi habitación a preparar mi propia mochila con mis esenciales para el viaje. Además, debía dirigirme al patio de entrenamiento en busca de armas.Después de la evaluación sobre nuestras habilidades, nos habían permitido practicar con diversos instrumentos, no limitándonos solo a combates cuerpo a cuerpo. Las enseñanzas incluían el uso de armas, y entre todas, mi preferida era la espada.Los primeros días de entrenamiento con la espada fueron desafiantes. Coordinar los movimientos con la posición correcta requirió esfuerzo y dedicación, pero día tras día fui mejorando. Aunque no me consideraba una experta, me desenvolvía bastante bien. La espada se había convertido en una extensión de mí misma, una compañera de confianza en este viaje peligroso.Pero la estrategia demandaba más que una espada a la vista. Guardar algunas armas menos perceptibles sería crucial. Con esos pensamientos en mente, me encaminé hacia mi habitación, lista para preparar mi equipo y
SamanthaMe desperté con la suave caricia de los primeros rayos de sol filtrándose por las cortinas. El cálido resplandor del amanecer pintaba de tonos dorados mi habitación, invitándome a abandonar el abrazo cómodo de las sábanas. Una ligera sonrisa se formó en mis labios al recordar que hoy sería un día diferente.Me levanté con cautela, tratando de no despertar a Lucas, que aún descansaba profundamente. La madera crujía bajo mis pies mientras me dirigía a la cocina, donde el aroma del café recién molido ya llenaba el aire. La rutina matutina se volvía más reconfortante con la promesa de compartir el desayuno con él.El sonido de la cafetera goteando creaba una melodía familiar. Mientras el café se preparaba, abrí la nevera en busca de ingredientes para el desayuno. Opté por preparar unas tostadas con aguacate y tomate, uno de los favoritos de Lucas.El cuchillo cortaba el aguacate con facilidad, revelando su pulpa cremosa y verde. Extendí generosamente la mezcla sobre las tostadas