Esperaba un exabrupto emocional, gritos, golpes… cualquier cosa menos aquella calma que se había apoderado de pronto de la muchacha.
Helena se había hecho un ovillo, con la cabeza entre las manos y la frente pegada a las rodillas. Lloraba, eso era evidente, pero lo hacía en un silencio tan profundo, que Marco se detuvo a pensar en su propia forma de afrontar la muerte. Él era igual, llevaba el sufrimiento en silencio, él no sabía descargar su dolor, sólo acumularlo y convertirlo en algo espantoso… como una venganza.
¿Helena también sería así? ¿También intentaría vengarse por la muerte de su padre?
Valía decir que era una vil mentira. Antonio Lleorant estaba vivito y coleando. ¿Si no qué sentido hubiera tenido todo aquello? Su venganza era contra Antonio, Helena sólo era un triste medio para lograr un fin. Pero Marco necesita
…Si alguien merecía morir era él.…Si alguien merecía morir era él.…Si alguien merecía mor… pero no podía. Marco no podía morir porque eso habría sido sentenciar a muerte a Helena y su hijo en ese mismo instante. Ella no podría llegar sola con nadie que la ayudara, y el Abadon no regresaría a menos que él llamara a Archer.Se dio vuelta y caminó de vuelta a la casa, trastabillando, como si hubiera estado borracho cuando, lamentablemente, no podía estar más sobrio.Su mente estaba en otro lugar y a la vez en ninguno. Sus pensamientos estaban perdidos en el horror de sus actos, en el castigo que ya estaba empezando a recibir por su venganza.Llegó a su despacho y sacó un teléfono satelital. Marcó uno de los números que tenía grabados y le respondieron al momento.—¿
El mundo daba vueltas inusualmente despacio. Estar mareada era una cosa, pero aquel era otro nivel. Ni siquiera era capaz de abrir los ojos, pero había tanta rabia contenida en una de las voces que hablaban, que su cerebro tuvo ese breve segundo de lucidez aunque no fuera completamente capaz de despertar. Quizás era porque estaba preparado para huir de ese mismo tono y esa rabia en la voz de Marco… sin embargo no era el italiano el que hablaba.—Nadie va a descansar esta noche, no hasta saber que al menos no se nos va a morir entre las manos.—No podemos hacer más de lo que ya hemos hecho, médicamente hablando. Mandé a Zolo por un monitor de signos vitales. Hay varias constantes que necesitamos controlar para asegurarnos de que… ¡ya no sé ni para qué…! —¿esa era la voz de Abraham?Hizo un esfuerzo sobrehumano por abrir los ojos pero no lo consiguió.
Loan colgó el teléfono y dejó escapar un gruñido de frustración. Le debía mucho a Marco, demasiado, y le habría tapado hasta el último cadáver de su venganza, pero Archer era otra cosa. Era un soldado y pensaba y sentía como un soldado, y si lo estaba llamando era porque el desastre era demasiado grande como para que él pudiera controlarlo.Pero no podía sólo echar por tierra todos los planes de Marco. Al final era no era un simple cliente, sino el origen y el financiamiento de todo su negocio hacía quince años. No podía meter las manos de la manera más evidente, así que tendría que usar otros medios.En ese momento sólo un nombre le vino a la cabeza, sacó uno de los tres celulares que llevaba encima y marcó.—Espero que solo hables para hacer un depósito o retirar de tu cuenta —dijo una voz
El día parecía perfecto para la familia. Alessandro acababa de dar el sí en el altar, y para una madre no había nada que pudiera hacerla más feliz, si no hubiera sido porque otro de sus hijos estaba desaparecido.La felicidad de la boda de su hijo menor estaba opacada por la ausencia del primogénito de la familia, y la matriarca se dio cuenta de que el resto de sus hijos sabían mucho más de lo que aparentaban.—Tienes que decírmelo. —Alba era un amor de mujer, excepto cuando presentía que sus muchachos no andaban en buenos pasos. Habían pasado tres días desde la boda de Alessandro y Gaia, y justo en aquel momento todos estaban en una excursión de buceo liderada por ellos—Mamá, preferiría investigar un poco más.—Carlo, sé que te has callado lo que pasa para no estropear la boda de tu hermano, p
El grito que salió del pecho de Marco parecía más un rugido de dolor que un sonido humano. Y al fin y al cabo, todo rastro de humanidad había parecido morir en él desde el momento en punto en que Helena había dejado de gritar. No era estúpido, sabía perfectamente lo que estaba pasando, pero tocar aquella caja donde estaba…Entonces la casa se convirtió en una zona de guerra. No hubo mueble, adorno, cuadro, que Marco no rompiera. Sentía que iba a explotar de un momento a otro. Quería morir, morir allí mismo y que pusieran su cuerpo en otra caja, porque su corazón ya estaba encerrado en una mucho más pequeña y dolorosa.Se destrozó los nudillos contra las paredes, y una hora después, Archer, y Zolo tuvieron que usar toda su fuerza para someterlo. Abraham lo sedó con una inyección y lo llevaron a la habitación principal, dej&aa
Marco se incorporó con una rapidez de la que no se hubiera creído capaz en ningún otro momento. Helena estaba enferma… estaba débil…No, los perros estarían ladrando por otra cosa…Sin embargo la desesperación lo hizo subir de dos en dos los escalones para llegar a su habitación y empujar la puerta. Todo lo que encontró fue una cama vacía y el corazón le subió a la garganta en un segundo.Corrió hasta su propio cuarto, donde un balcón enorme le permitía una vista panorámica bastante amplia… y entonces la vio. La vio corriendo con dificultad, descalza entre la maleza… y se dio cuenta de a dónde se dirigía.Fabio trató de detenerlo cuando se lanzó escaleras abajo con el rostro desencajado por el miedo, pero no pudo detenerlo. Nada ni nadie hubiera podido detenerlo y su hermano só
El murmullo de voces agitadas a su alrededor obligó a Marco a salir de ese estado de sueño insoportable en que se encontraba.Parecía que cuanto más luchaba por abrir los ojos, más se alargaba aquella pesadilla. Le dolía todo el cuerpo y sentía como si alguien hubiera cortado en dos su columna vertebral.—Hay que llevarlo a un hospital de inmediato. —Marco apenas pudo identificar la voz de Abraham.—Diría que las primeras horas son vitales… pero esas ya pasaron —respondió Carlo—. Lo que nos queda es trasladarlo con cuidado y lo antes posible.—Bien, voy a decirle a Zolo que aliste todo para llevarlo hasta el barco.—Gracias.Los pasos se alejaron y Marco sintió una breve presión en su mano, una que lo dejó libre poco después.—Carlo ¿no te preocupa todo el tiempo que ha estado inconsc
UN AÑO DESPUÉS…—¡Tenemos que hacer algo! —El tono de Ian estaba cargado de frustración, mientras se paseaba de un lado a otro del despacho donde se había reunido con Carlo—. ¡Tiene que ir por las buenas o lo llevaré por las malas!—Ian, ya lo hemos intentado todo. Hace meses que mamá está sobre él para que vaya a terapia, o al menos para que se someta a la rehabilitación… pero no hay forma en que puedas obligarlo a hacer algo que no quiere.—¡Pero no puede ser un maldito drogadicto toda la vida! —gritó Ian.Carlo se puso de pie y se puso su bata de médico mental.—Lo sé, yo lo entiendo mejor que nadie pero la adicción a la morfina no es como otras adicciones. No es pelear un día a la vez, y soportar ver una botella de alcohol frente a ti sin tocarla… M