CAPÍTULO 26

Helena tropezó con una rama y se fue de bruces contra el suelo. Se sostuvo el pecho mientras respiraba con dificultad. Se había vuelto loca, completamente loca llenando la comida de sedantes. Si Marco se la hubiera comido… ¡lo habría matado!... pero hizo exactamente lo que hacía siempre: tirarla para que los mastines se la comieran.

Era una forma muy particular de humillarla, dándole a los animales que la torturaban, una comida que ni ella se podía llevar a la boca. Pero ella se había aprovechado de esa humillación y él había caído derecho en la trampa.

Sin embargo escapar era más difícil de lo que había pensado. Estaba débil y muerta de hambre, pero al menos no tenía cuatro perros persiguiéndola. Ya era algo.

Se obligó a levantarse y siguió corriendo, el bosque se iba abriendo cada vez más hasta dar con una veg

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