CAPÍTULO 29

El mundo daba vueltas inusualmente despacio. Estar mareada era una cosa, pero aquel era otro nivel. Ni siquiera era capaz de abrir los ojos, pero había tanta rabia contenida en una de las voces que hablaban, que su cerebro tuvo ese breve segundo de lucidez aunque no fuera completamente capaz de despertar. Quizás era porque estaba preparado para huir de ese mismo tono y esa rabia en la voz de Marco… sin embargo no era el italiano el que hablaba.

—Nadie va a descansar esta noche, no hasta saber que al menos no se nos va a morir entre las manos.

—No podemos hacer más de lo que ya hemos hecho, médicamente hablando. Mandé a Zolo por un monitor de signos vitales. Hay varias constantes que necesitamos controlar para asegurarnos de que… ¡ya no sé ni para qué…! —¿esa era la voz de Abraham?

Hizo un esfuerzo sobrehumano por abrir los ojos pero no lo consiguió.

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