Cap° 45

Las puertas del anidado se abrían para mi y para mi hermano una vez más, no me había llegado a imaginar que podría regresar a aquel lugar y en aquellas condiciones. El lugar estaba lleno de guarda espaldas vestidos con trajes negros y armas bien expuestas.

—¿Qué está pasando en este lugar? —le pregunté a Alexander mientras avanzábamos por el corredor de reja, él miró en todas direcciones.

—Bueno, la verdad no sé, si dices que la señora Amelia está en líneas rojas con Jábico pues parece que se está defendiendo —asentí con la cabeza dándole la razón a mi hermano, ella había prometido entregar el remitente y todo se le había salido de las manos, todo por mi culpa, pero no me sentía culpable por ello, ella me manipuló para conseguir sus beneficios y yo la dejé tirada por completo, podría decirse que ya estábamos a mano y esperé que no fuera muy rencorosa.

Cuando el hombre de la portería nos anunció, la mujer nos dejó pasar sin mayor miramientos, y me sentí seguro de mi mismo, ya era otro
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