Cap° 50

Terminé por sentarme en el suelo con las piernas débiles, la calle estaba vacía y todos nos quedamos en silencio un rato, el chico deforme bajo la mirada, como si se sintiera mal por habernos hablado de ese modo, pero tenía razón, solo alguien que hubiera experimentado tal sufrimiento sabía que había qué detener a los laboratorios Jábico, pero, ¿Cómo podíamos hacerlo? Era una organización poderosa, con dinero y dispuestos a hacer lo que fiera necesario. Si les entregaba el remitente me los quitaba de encima, pero, ¿a qué costo? Walter tenía razón, al igual que el tío Luis, si se los damos, el sacrificio que hizo mi abuelo sería en vano, el sufrimiento y la soledad por la que pasó Jefferson al igual lo sería.

Miré a Luis que se había recostado de nuevo en la pared y le hablé.

—¿Qué haces ahora? ¿Cómo llegaste a él? —le pregunté señalando al chico deforme y él lo miró.

—Después de que hui con mi esposa y regresé a casa supe que Jábico haría todo por obtener el trabajo de mi madre, así q
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