No puedo negar que me sentí ansioso y nervioso cuando llegué hasta el viejo reloj y me senté en el suelo. No quise pedirle el favor a nadie más, era algo que tenía que hacer yo, no podía dejar que el peso de tal responsabilidad cayera sobre alguien más, yo había empezado todo y yo mismo tenía que encontrar la manera de liberarnos, o al menos eso era lo que pensaba en aquella época.—¿No ha comido nada? —pregunté al aire y varias de las chicas negaron.—Hemos hecho comida rica y grandes porciones como lo dijiste, pero no ha querido comer. Asentí con la cabeza.Habían regresado el reloj a su antigua posición, así que solo jalé el péndulo para que la pequeña puerta se abriera y lo hizo con un chirrido metálico, dejando ver una oscuridad adentro que me hizo dudar de que el militar aun estuviera aquí. Jefferson me tendió los papeles donde hacía apenas una media hora habíamos escrito todo lo que encontramos de él en internet y me incliné dentro del reloj un poco.—Raúl —lo llamé, pero nadie
Raúl se había lanzado directo a la cocina, ni siquiera se tomó un segundo para observar la casa o las muchachas que lo miraban con curiosidad y miedo. Abrió la nevera y tomó lo primero que encontró, se sentó en la mesa de madera y comenzó a devorar todo lo que había llevado.—Primero vamos por mi hija —nos dijo a Jefferson y a mí que lo mirábamos desde la puerta —la ponemos a salvo en esta casa llena de sirenas golpeadoras y luego veremos qué hacer con Jábico —asentí con la cabeza y me senté en la silla de enfrente.—¿Dónde está tu hija? —le pregunté y él ladeó la cabeza.—En la siguiente ciudad —asentí con la cabeza, era la ciudad donde estaba el ancianato de la abuela Marina.—Este … —dudé —Raúl —él me miró —¿y si Jábico llegó primero? —él negó, se veía convencido.—No, si tuvieran a mi hija de alguna forma ya lo sabríamos —contestó con la boca llena —deben estar esperando cual será mi movimiento, pero estoy en la casa de su enemigo, y en su ciudad protegido con su ejército. Ya debe
El brazo fuerte de Raúl me lanzó del auto cuando disminuyó la velocidad un poco, recuerdo que creí que iba a morir en ese instantes. El pavimento me recibió con fuerza, golpeándome y raspándome, no tenía forma de librarme de la gravedad ni de la velocidad con la que caí, así que solo apreté los brazos al cuerpo mientras rodaba como un tronco de árbol colina abajo. Varios autos que venían detrás casi me arrollan, pero logré detenerme y correr, casi que arrastrarme, hacia una de las orillas.El cuerpo me ardía por todas partes, y a lo lejos vi como el auto de Raúl seguía golpeando el de Jábico, lo que estaba haciendo era darme tiempo para que yo llegara primero.Al lado de la carretera había una colina enmontada y la ciudad comenzaba al pie de la colina, si atravesaba el bosque llegaría más rápido a la ciudad que ellos, así que me salté la barda y comencé a correr por el bosque.En el trayecto comprobé mis heridas, y no eran más que un par de ras pones poco graves, pero ardían como su m
el recorrido en el auto hasta la ciudad fuer bastante tedioso, Raúl y su hija tenían una conexión extraña que no logré entender, y a medio camino dormité varias veces en la parte de atrás donde pesadillas extrañas y confusas me envolvían, soñé que mi cuerpo estaba enredado en el monte, las enredaderas y las zarzas me impedían caminar y luego el suelo se hizo fangoso, como si al agua comenzara a correr por él, después me hundía profundo mientras unas manos me agarraban de los pies y me arrastraban al fondo.Cuando desperté, el auto estaba sumido en silencio, la hija de Raúl leía un libro que no sé de donde sacó mientras él manejaba concentrado en la carretera. El auto parecía andar más lento de lo normal.—Alcanzaremos a llegar que es lo importante —dijo el exmilitar cuando le pregunté por el estado del vehículo, pero no lo noté muy convencido.—¿Tienes novia? —me preguntó Emily y abrí la boca para contestar, pero luego la cerré, ¿qué éramos Meredith y yo? Me pregunté, pero era imposib
Cuando desperté, no encontré a Meredith a mi lado, el sol ya había salido y llevaba por lo menos dos horas de recorrido en el cielo. Me senté en la orilla de la cama y comprobé que el cuerpo me dolía por todas partes, la caída del auto sí que me había dejado en cuerpo mallugado.Me puse de pie y caminé con pasos suabes, las muchachas estaban distribuidas por toda la casa ordenando y limpiando y la estaban dejando mas limpia de lo que la había llegado a ver en mi vida. Me pregunté qué pasaría después, después de que lográramos librarnos de Jábico y qué todo estuviera bien, ¿A dónde irían las chicas? No tenían mas hogar que el internado que ahora estaba en cenizas y mi casa no sería suficiente, la mayoría tenía que dormir en mantas duras sobre el suelo de madera y las veía casi siempre pensativas y melancólicas.El futuro era algo que nos atormentado a todos, la ansiedad y el miedo nos dejaban un sin sabor que no alentaba las esperanzas.Cuando llegué a la cocina me encontré a Walter y
Nos estábamos preparando cuando Meredith entró a mi habitación y me encontró contemplando el mar a través de la ventana, y me abrazó por detrás.—¿Estás listo? —me preguntó y yo asentí con la cabeza —¿y si no es el remitente original? —me preguntó y la verdad no supe qué contestarle, si ese no era el remitente original no pude llegar a imaginar cómo podíamos salir de todo ese problema, tal vez si engañábamos a Gabriel pudiéramos alcanzar a tenderle la trampa.—la pregunta que en realidad me hago es ¿qué trampa haremos para acabar con el científico? —Meredith me abrazó con más fuerza y me volví para mirarla, sus ojos negros me atravesaron.—Ya lo veremos, hay que esperar a que a Jefferson y a Raúl les salgan bien las cosas y luego ya veremos.—Ya escuchaste a Raúl, tenemos que tener el remitente y la trampa listos antes de que vengan —ella se apartó de mí y me tomó por las manos.—Un problema a la vez, vamos por el remitente y después de que esté en nuestro poder podemos ver qué haremo
Me quedé boca abajo un rato mirando la caja de madera podrida, contemplando cómo el aparato que estaba ahí adentro me había cambiado tanto la vida, a mi y a todas las personas que me rodeaban era una maldición y me prometí que cuando todo terminara lo lanzaría a lo más profundo del mar para que nadie pudiera verse tentado nuevamente a buscarlo, a dañar la vida a una familia entera y justificar muertes innecesarias en su nombre.Cuando me puse de pie los tres me miraban, cada uno con una expresión diferente, Walter con tristeza, Meredith con cariño y Emily con afán.—¿Qué estamos esperando? —preguntó Emily —no quiero estar mucho tiempo aquí, estamos muy expuestos y Jábico podría encontrarnos —negué con la cabeza.—Hay dos grandes ejércitos defendiendo la ciudad, Jábico no tiene cómo entrar —ella negó.—Cada ejército tiene sus huecos, créeme, ¿cómo lo sacamos? —miré hacia el fondo, el océano estaba a varios metros del muelle, desde ahí no lograríamos alcanzarlo. Walter también se asomó.
Tiempo después me enteré que Jefferson se había levantado temprano esa mañana, tanto, que el sol apenas lograba llegar a despuntar en el firmamento y cuando llegó al primer piso de la casa de Riley Raúl ya lo estaba esperando en el mueble frente al reloj.Deseó poder despedirse de mí, de Walter y hasta de Meredith, pero la expresión huraña con la que Raúl lo había recibido le demostró que incluso a esa hora ya estaban retrasados. Pesó que, si todo salía según lo planeado, llegaría esa misma noche a casa con la información necesaria para destruir a Jábico y alejarlos para siempre de sus vidas.Metió en uno de los bolsillos del pantalón la memoria USB que la serena le había dado la noche anterior. Le había dicho que únicamente tenía que insertarla en el computador que tuviera la información y esta extraería todo haciendo una copia de cada documento del aparato. Así que la guardó con cuidado junto con su teléfono apagado, no quería que una llamada sorpresa los delatara.—¿Estás seguro qu