Jefferson no fue capaz de entender todos los sentimientos que comenzaron a embargarlo, estaba asustado, claro que sí, pero la adrenalina que tenía en el cuerpo lo tenía alerta y activo, y aunque tenía la tarjeta que le había quitado a Raúl tuvo la sensatez de no escapar a la primera oportunidad. Cuando la hora del almuerzo pasó, el lugar se había llenado de personas que pululaban por todo el lugar.Todos siempre parecían ir de afán, nadie se detenía a voltear a mirarlo ni por un solo segundo, como si no fuera más que un perro sin hogar, ni siquiera cuando él trató de hablarles para pedirles un vaso de agua. Parecían ignorarlo a propósito y pasaban corriendo.Había armado un minucioso plan de escape, pero todo pendía de un hilo. Gracias a toda la fachada de Raúl para meterlo en esa celda sin tener que pelear con él, le había enseñado la forma perfecta de salir, pero debía esperar hasta la noche y temió que durante todo ese tiempo Raúl se enterara que no tenía la tarjeta y fuera por él,
Cuando desperté en la mañana, tenía el cuerpo adolorido, Meredith estaba a mí lado y me abrazaba desde atrás con fuerza. Apagué la alarma del reloj que estaba junto al nochero y me quedé mirando el atardecer. La noche anterior hicimos unos reunión con Jack, a través de una llamada ya que las chicas no lo quisieron en la casa, y también con el hombre encargado de la seguridad de Amelia. Habíamos elaborado una especie de plan para poder llevar a cabo todo lo que teníamos en la mente, principalmente matar a Gabriel. Jack no había querido solicitar ayuda a la policía de las otras ciudades o al ejército del país, Jábico tenía influencias por todas partes y la única manera de acabar con él era a través de organismos internacionales, y no había forma de llevar ningún tipo de información reveladora hasta ellos.—Sobreviviremos cada día — me dijo Meredith desde atrás y yo me volteé para mirarla.—Pero no quiero estar pelando cada día por mi vida —le dije y ella me besó en la punta de la nariz.
Walter había corrido parte de la noche, estaba cansado y sediento y sentía que las fuerzas le fallaban. La montaña con forma de mujer embarazada que le indicaba la dirección hacia donde estaba la carretera cada vez se hacia más y mas lejana y creyó que no sería capaz de alcanzarla. No estaba seguro de lo que pasaba en los laboratorios, pero deseó que Raúl lo creyera muerto. Él había intentado dejar la rejilla por donde había salido de nuevo con los tornillos, pero cabía la posibilidad de que alguna cámara de seguridad que vigilara a Poppy lo hubiera captado saliendo por el ducto que no había sido incinerado y tal vez ahora lo buscaban por todo el desierto.A lo lejos, mucho, logró reconocer un montículo de rocas que Raúl había utilizado para ubicarse y sintió un alivio tremendo, y corrió con las pocas fuerzas que le quedaban hasta que llegó a la carretera y justo como la habían dejado estaba la moto que les había dado Jack.Jefferson era un excelente conductor de autos, y aunque las m
La criatura le siguió rugiendo a Jefferson, pero no le hizo ningún daño. Jefferson corrió hacia mi y me levantó de un tirón. Luego le apuntó a la criatura con un aparato que tenía en la mano, parecía un control remoto. —¿Qué está pasando? —pregunté, pero Jefferson me empujó hacia atrás. —Luego te cuento, por ahora lo único que sé es que esto lo controla —me dijo y presionó un botón que emitió un sonido. El animal se volvió loco y con una de sus patas nos golpeó y lanzó a un par de metros. Caí sobre Jefferson y le dije desde arriba. —Pues ese no sirvió —los disparos comenzaron volviendo loco al animal que comenzó a golpear el suelo. Jefferson trató de ponerse de pie, pero yo le estorbaba, así que me empujó y luego me ayudó a subir. Presionó otro botón, pero el ruido de los disparos era fuerte y de seguro el animal no escuchó la frecuencia del sonido. —Diles que se detengan —me dijo y yo fruncí el ceño. —¿Por qué? —él me sacudió. —¡Diles! —me gritó y yo busqué el auricular en mi oí
La ciudad se vistió de gala, vista desde el cielo, se cubrió con un gran manto de lentejuelas, semejando el reflejo de las estrellas en el océano.La luz de la luna llena se colaba por la ciudad. Los callejones se tiñeron de hilos plateados que al chocar con chimeneas y cornisas dejaban en las sombras ciertos rincones donde se camuflaban las ratas con la oscuridad. Las calles estaban bacías.Acariciando su orilla, el océano iba y venía dando a la playa toques suaves y sensuales, y con las pequeñas olas la barca oscilaba de un lado para otro. La madera caoba estaba bastante desgastada y los remos colgaban a los lados de esta como dos brazos acariciando el agua.Con sus ojos azules observaba el cielo. Estaba tirado en el piso de la barca contando las estrellas que acompañaban a la luna en el escenario de la noche. De vez en cuando perdía la cuenta y comenzaba de nuevo.Sus ropas estaban sucias y desgastadas por el trabajo, Su cabello despeinado le hacía lucir un toque rebelde y sus ojos
Los hechos aún están tan frescos en mi mente que a veces me cuesta trabajo regresar a la realidad y no perderme en el hilo de los recuerdos. Muerte, sangre, las heridas en mi alma cicatrizaron, pero el recuerdo a veces es más doloroso. Sé que pude haber hecho las cosas mejor, actuar con más madures.Cómo todas las tardes salí de la escuela y me dirigí a casa, caminé despacio entre la multitud de estudiantes que se aglomeraban en la puerta de salida esperando el ansioso momento para salir de aquel encierro semanal para empezar un fin de semana " Según ellos Excitante". Pero yo, como siempre me quedaría en la tienda del abuelo devorando libros y atendiendo gente. Sé que no era tan malo, pero me aburría, sentía que para mí ni el cielo era el límite, quería volar, viajar, conocer. Algún día, cumpliría mi sueño, viajar a través de la inmensidad del océano, encontrarme con ancianos en los puertos para que me contaran sus historias en las que vencen temibles tormentas y se quedan siempre con
No pude quitarme el asunto de la cabeza en todo el día. ¿cómo podía persuadir a la persona más testaruda y adicta a la adrenalina del mundo que no arriesgara su vida? Era una batalla casi pérdida, como la vez que lo quise convencer de que no corriera esa carrera con el chico nuevo y terminó rompiéndose la clavícula contra un poste de luz, creo que le dolió más pagar las reparaciones de su moto que el hueso roto.Walter se iría para el extranjero con sus padres, se quedaría allí, y temía que ellos no le permitieran volver. Aunque era un hombre adulto consciente y capaz, dependía de la ayuda monetaria que le daban. Según él, acabaría su carrera de medicina y trabajaría para pagar su residencia, para no depender de ellos.Cientos de veces le había tratado de convencer para que se fuera con sus padres, allá tendría más oportunidades de abrirse camino en el mundo, pero siempre me había dicho que no, que amaba su tierra y no la quería dejar. Pero en el fondo yo sabía que había otra razón, a
Desperté despacio y con calma. Había olvidado cerrar la ventana en la noche y la brisa marina entraba en la habitación llenándola de un aire salado. La mañana era soleada, el océano estaba calmado y en silencio, como una planta carnívora esperando el momento en que su presa cayera en la trampa y fuera borrada para siempre.Me levanté de la cama rascándome los ojos, aún era temprano, casi las seis. La librería se abría a las ocho, así que tendría de las ocho hasta las seis de la tarde para idear un plan y convencer a Walter de no ir al mar, pensé decir que me dolía el estómago o algo así.Después de darme una ducha, desordené por completo mi closet buscando ropa cómoda y bajé las escaleras casi arrastrando los pies por los escalones de madera antigua que rechinaban ante mi peso como una tétrica casa del terror.Entré en la cocina, mi abuelo estaba parado en frente de la estufa, con la mano puesta en la perilla y los ojos bien abiertos, esperando el momento en que la leche hirviera para