Cap° 57

Me quedé boca abajo un rato mirando la caja de madera podrida, contemplando cómo el aparato que estaba ahí adentro me había cambiado tanto la vida, a mi y a todas las personas que me rodeaban era una maldición y me prometí que cuando todo terminara lo lanzaría a lo más profundo del mar para que nadie pudiera verse tentado nuevamente a buscarlo, a dañar la vida a una familia entera y justificar muertes innecesarias en su nombre.

Cuando me puse de pie los tres me miraban, cada uno con una expresión diferente, Walter con tristeza, Meredith con cariño y Emily con afán.

—¿Qué estamos esperando? —preguntó Emily —no quiero estar mucho tiempo aquí, estamos muy expuestos y Jábico podría encontrarnos —negué con la cabeza.

—Hay dos grandes ejércitos defendiendo la ciudad, Jábico no tiene cómo entrar —ella negó.

—Cada ejército tiene sus huecos, créeme, ¿cómo lo sacamos? —miré hacia el fondo, el océano estaba a varios metros del muelle, desde ahí no lograríamos alcanzarlo. Walter también se asomó.
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