Luis quiso invitarnos a otro lugar, mencionó que ahí estábamos muy expuestos, pero Jefferson negó rotundamente y yo lo apoyé, aunque fuera nuestro tío, yo no lo conocía y Jefferson hacía años que no lo veía, era imposible que pudiéramos confiar en él, así que caminó hacia la pared mas cercana y se recostó en la pared.—¿Cómo te enteraste del remitente? —le pregunté, era una de las miles de dudas que me asaltaron la cabeza —te fuiste y después la abuela lo creó —él sonrió con tristeza.—Pensé que si huía podía dejar toda mi vida atrás —comenzó a contar —pero fue imposible que el pasado no me alcanzara —el muchacho deforme se sentó en el suelo en silencio —cuando me enteré que mi hermana había muerto regresé, pero mamá ya estaba perdida, enloqueció de venganza, incluso envió conmigo un virus que creó para intentar matar a mi esposa, por suerte aún estaba en desarrollo y no lo logró, tuve que alejarme.—¿Y yo? —le preguntó Jefferson —te recuerdo levemente, yo creía que me querías, y me d
Terminé por sentarme en el suelo con las piernas débiles, la calle estaba vacía y todos nos quedamos en silencio un rato, el chico deforme bajo la mirada, como si se sintiera mal por habernos hablado de ese modo, pero tenía razón, solo alguien que hubiera experimentado tal sufrimiento sabía que había qué detener a los laboratorios Jábico, pero, ¿Cómo podíamos hacerlo? Era una organización poderosa, con dinero y dispuestos a hacer lo que fiera necesario. Si les entregaba el remitente me los quitaba de encima, pero, ¿a qué costo? Walter tenía razón, al igual que el tío Luis, si se los damos, el sacrificio que hizo mi abuelo sería en vano, el sufrimiento y la soledad por la que pasó Jefferson al igual lo sería.Miré a Luis que se había recostado de nuevo en la pared y le hablé.—¿Qué haces ahora? ¿Cómo llegaste a él? —le pregunté señalando al chico deforme y él lo miró.—Después de que hui con mi esposa y regresé a casa supe que Jábico haría todo por obtener el trabajo de mi madre, así q
No puedo negar que me sentí ansioso y nervioso cuando llegué hasta el viejo reloj y me senté en el suelo. No quise pedirle el favor a nadie más, era algo que tenía que hacer yo, no podía dejar que el peso de tal responsabilidad cayera sobre alguien más, yo había empezado todo y yo mismo tenía que encontrar la manera de liberarnos, o al menos eso era lo que pensaba en aquella época.—¿No ha comido nada? —pregunté al aire y varias de las chicas negaron.—Hemos hecho comida rica y grandes porciones como lo dijiste, pero no ha querido comer. Asentí con la cabeza.Habían regresado el reloj a su antigua posición, así que solo jalé el péndulo para que la pequeña puerta se abriera y lo hizo con un chirrido metálico, dejando ver una oscuridad adentro que me hizo dudar de que el militar aun estuviera aquí. Jefferson me tendió los papeles donde hacía apenas una media hora habíamos escrito todo lo que encontramos de él en internet y me incliné dentro del reloj un poco.—Raúl —lo llamé, pero nadie
Raúl se había lanzado directo a la cocina, ni siquiera se tomó un segundo para observar la casa o las muchachas que lo miraban con curiosidad y miedo. Abrió la nevera y tomó lo primero que encontró, se sentó en la mesa de madera y comenzó a devorar todo lo que había llevado.—Primero vamos por mi hija —nos dijo a Jefferson y a mí que lo mirábamos desde la puerta —la ponemos a salvo en esta casa llena de sirenas golpeadoras y luego veremos qué hacer con Jábico —asentí con la cabeza y me senté en la silla de enfrente.—¿Dónde está tu hija? —le pregunté y él ladeó la cabeza.—En la siguiente ciudad —asentí con la cabeza, era la ciudad donde estaba el ancianato de la abuela Marina.—Este … —dudé —Raúl —él me miró —¿y si Jábico llegó primero? —él negó, se veía convencido.—No, si tuvieran a mi hija de alguna forma ya lo sabríamos —contestó con la boca llena —deben estar esperando cual será mi movimiento, pero estoy en la casa de su enemigo, y en su ciudad protegido con su ejército. Ya debe
El brazo fuerte de Raúl me lanzó del auto cuando disminuyó la velocidad un poco, recuerdo que creí que iba a morir en ese instantes. El pavimento me recibió con fuerza, golpeándome y raspándome, no tenía forma de librarme de la gravedad ni de la velocidad con la que caí, así que solo apreté los brazos al cuerpo mientras rodaba como un tronco de árbol colina abajo. Varios autos que venían detrás casi me arrollan, pero logré detenerme y correr, casi que arrastrarme, hacia una de las orillas.El cuerpo me ardía por todas partes, y a lo lejos vi como el auto de Raúl seguía golpeando el de Jábico, lo que estaba haciendo era darme tiempo para que yo llegara primero.Al lado de la carretera había una colina enmontada y la ciudad comenzaba al pie de la colina, si atravesaba el bosque llegaría más rápido a la ciudad que ellos, así que me salté la barda y comencé a correr por el bosque.En el trayecto comprobé mis heridas, y no eran más que un par de ras pones poco graves, pero ardían como su m
el recorrido en el auto hasta la ciudad fuer bastante tedioso, Raúl y su hija tenían una conexión extraña que no logré entender, y a medio camino dormité varias veces en la parte de atrás donde pesadillas extrañas y confusas me envolvían, soñé que mi cuerpo estaba enredado en el monte, las enredaderas y las zarzas me impedían caminar y luego el suelo se hizo fangoso, como si al agua comenzara a correr por él, después me hundía profundo mientras unas manos me agarraban de los pies y me arrastraban al fondo.Cuando desperté, el auto estaba sumido en silencio, la hija de Raúl leía un libro que no sé de donde sacó mientras él manejaba concentrado en la carretera. El auto parecía andar más lento de lo normal.—Alcanzaremos a llegar que es lo importante —dijo el exmilitar cuando le pregunté por el estado del vehículo, pero no lo noté muy convencido.—¿Tienes novia? —me preguntó Emily y abrí la boca para contestar, pero luego la cerré, ¿qué éramos Meredith y yo? Me pregunté, pero era imposib
Cuando desperté, no encontré a Meredith a mi lado, el sol ya había salido y llevaba por lo menos dos horas de recorrido en el cielo. Me senté en la orilla de la cama y comprobé que el cuerpo me dolía por todas partes, la caída del auto sí que me había dejado en cuerpo mallugado.Me puse de pie y caminé con pasos suabes, las muchachas estaban distribuidas por toda la casa ordenando y limpiando y la estaban dejando mas limpia de lo que la había llegado a ver en mi vida. Me pregunté qué pasaría después, después de que lográramos librarnos de Jábico y qué todo estuviera bien, ¿A dónde irían las chicas? No tenían mas hogar que el internado que ahora estaba en cenizas y mi casa no sería suficiente, la mayoría tenía que dormir en mantas duras sobre el suelo de madera y las veía casi siempre pensativas y melancólicas.El futuro era algo que nos atormentado a todos, la ansiedad y el miedo nos dejaban un sin sabor que no alentaba las esperanzas.Cuando llegué a la cocina me encontré a Walter y
Nos estábamos preparando cuando Meredith entró a mi habitación y me encontró contemplando el mar a través de la ventana, y me abrazó por detrás.—¿Estás listo? —me preguntó y yo asentí con la cabeza —¿y si no es el remitente original? —me preguntó y la verdad no supe qué contestarle, si ese no era el remitente original no pude llegar a imaginar cómo podíamos salir de todo ese problema, tal vez si engañábamos a Gabriel pudiéramos alcanzar a tenderle la trampa.—la pregunta que en realidad me hago es ¿qué trampa haremos para acabar con el científico? —Meredith me abrazó con más fuerza y me volví para mirarla, sus ojos negros me atravesaron.—Ya lo veremos, hay que esperar a que a Jefferson y a Raúl les salgan bien las cosas y luego ya veremos.—Ya escuchaste a Raúl, tenemos que tener el remitente y la trampa listos antes de que vengan —ella se apartó de mí y me tomó por las manos.—Un problema a la vez, vamos por el remitente y después de que esté en nuestro poder podemos ver qué haremo