— ¿Estas segura que es lo que deseas Leila? – indaga Alice con preocupación velada.
Nos encontramos en nuestra cafetería favorita y en nuestra mesa también favorita al aire libre cerca de la acera de la calle en una esquina del Centro Comercial.
— ¡Solo vamos a hablar, es todo! – digo mordiendo la pajilla de mi malteada, mientras descansamos de las compras sabatinas y esperamos a Jackie.
— Sigo pensando que es mala idea ¡es un grosero! – espeta con mala cara.
— Te repito que yo lo provoqué Alice, yo fui grosera primero – sus ojos se abren mucho.
— ¡¿Estás escuchándote?! – No le contesto — ¡lo estás justificando! – Tomo de mi malteada para disimular — ¡Eso es muy tóxico L
Su sonrisa es mi mayor satisfacción, daría lo que fuera porque no se borrara y sentada frente al volante de este precioso auto, la mía se expande, no pienso joderla para que continuemos felices.—¿Qué? – Pregunta con ojos brillantes, al mirarme solo un momento —¿de qué te ríes? – si se lo digo me llamará insolente.—¡De ti por supuesto! – Pone los ojos en blanco —. Bueno,en realidad miro tus preciosas tetas – sus ojos se abren, el rostro se le colorea y su boca ¡uf, su preciosa boca! no sabe qué hacer con ella.—¡Descarado! – dice.—¡Lo sé! – respondo sin un ápice de arrepentimiento —. Es tu culpa que lo sea, porque estas muy buena – veo como se atraganta con su propia saliva.
—La comida china es la mejor, sin embargo yo prefiero comer sano y sin gaseosas – digo como si no estuviese devorando una hamburguesa con papas fritas y coca cola.—Pues, me pareces muy snob para ser un tipo rudo ¿eh, tigre? – expresa divertida.—¡Intenté suicidarme unos días después que Nannette muriera! – la expresión de Leila cambió por completo.Ahora su mirada era de terror y sus manos temblaban sin control. No sé cómo decirlo sin que duela tanto, pero Channel dice que hablarlo me va a hacer bien y prefiero platicarlo con ella.—¡Jonás yo… no quiero presionarte! – niego, aprieto los puños.—¡Está bien, quiero hacerlo! – su mirada se suaviza —. Quiero que sepas de mí –
Repto por su cuerpo besando su piel nuevamente hasta llegar a sus preciosos senos, desabrocho el sujetador aprovechando para saborear sus deliciosos pezoncitos pálidos y bajo nuevamente para sacar la ropa interior apetitosamente húmeda con sus jugos. En esta ocasión la saboreo directamente, lo que la hace llegar a su segundo orgasmo de la tarde y mi ego crece aún más. Hunde sus uñas en mis hombros, grita desesperada mi nombre y me pide más, aunque estoy seguro de que no sabe de qué va su petición que es más una súplica. Subo de nuevo hasta esos labios que me hacen viajar al cielo. Su pequeña mano baja hasta mi entrepierna y el cuerpo me tiembla descontroladamente, lloriquea por liberarlo y me dejo hacer porque ella manda en este momento ¡Dios, me pone de rodillas! Separa los botones del vaquero y cuando su piel toca mi hombría desnuda y húmeda un latiga
—¡Eres un monstruo, desgraciado te odio! – mi hermano se rehúsa a soltarme ya que sabe de lo que puedo ser capaz. —¡Deja la ridiculez Leila! – pone los ojos en blanco —. Te lo advertí, no lo niegues – forcejeo con James —, hice una acusación de violación. En este momento lo deben estar apaleando. — ¡Voy a ir hasta allá para decir que no me secuestró una m****a! – Sonríe y mi rabia bulle tan fuerte que siento mareos — Jonás es inocente, él no me violó, de hecho… - mi hermano aprieta mi brazo en advertencia y decido no decir nada más al respecto — ¡te voy a dejar en ridículo y al maricón de Genaro también! – sus ojos se abren. —¿Maricón?Esa es una acusación muy fuerte ¿no crees pequeña? – dice burlón. — ¡Es un marica y yo no soy tu pequeña! – Se carcajea — ¡Vete a la m****a papá o mejor aún…! – me suelto de los brazos de James y le planto cara, cerca, muy cerca — ¡Fóllat
Capítulo 103. Jonás. Su voz llega a mis oídos suave y temblorosa, lo primero que diviso es un moratón en su preciosa cara ¡ese maldito la golpeó! Rujo y golpeo más fuerte la reja y sé que en cualquier momento va a ceder, mi madre llora desesperada al verme fuera de control y mi padre… niega gruñendo. —¡No, te haces daño! – se acerca y niego. Mis ojos pican. —¡Vete de aquí Muñeca por favor! – por alguna razón no quiero que me vea así. —¡Jamás, estoy aquí para sacarte, pero debes calmarte! – solloza y dejo caer la cabeza sobre los barrotes con un golpe seco —. No te lastimes así por favor, me duele que lo hagas – su voz dulce y aterciopelada calma mi ira de inmediato —, quiero entrar, hay que curarte esas heridas – asiento. Mi madre se dirige hacia ella, mi Leila, mi Muñeca… mía. —¡Cielo graci
Tocan la puerta, maldigo en voz alta…La respiración de Leila es un verdadero caos y me fascina, su respuesta es avasalladora ante mi toque y cualquier roce. De nuevo la puerta. Ignoro el sonido.—Jonás, están tocando la puerta – jadea cuando froto mi hombría contra su sexo desnudo.—¡Abre la puerta Pequeño Demonio, necesitas tomarte los medicamentos! – quiero mandarlo a la mierda, pero no puedo porque Leila se molestará conmigo.La dejo libre y corre al baño con una bata de felpa en las manos.—¡Ya voy! – Necesito que mi erección baje un poco, me recompongo y salgo de la cama —¿qué quieres papá? – pregunto con toda la odiosidad que puedo.—Saber cómo estás por supuest
—¡Gracias por comprender que necesito conocerte! – me recuesto al cabecero de la cama.—Entiendo lo cotillas que son las chicas, su necesidad de saber todo es abrumadora – sonrío para quitarle hierro al asunto y ella frunce los labios —, sin embargo ¿estás segura que podrás con toda la mierda de mi pasado? – se muerde el labio inferior —¡prepárate para escuchar cosas terribles de mí, Muñeca! – Veo el estremecimiento de su cuerpo, no obstante… asiente —. Eres muy valiente.—Comencé a drogarme a los dieciséis y no me detuve hasta que encontré una chica muerta en mi cama, desangrada y con las muñecas destrozadas – cubre su boca y sus ojos se cristalizan de inmediato —¡Si Muñeca, es una porquería!>Mi vida n
Al hablar con mi hermano explicándole lo que tengo pensado hacer para mejorar la conducta de “mi novio”, me llamó lunática y suicida, pero accedió a ayudarme para que fuese feliz con él. La boda de mis padres se celebrará en dos semanas, eso sería más o menos la tercera semana de noviembre. Mi madre no para de llamarme y ni siquiera le contesto. Hemos ido esta semana a clases normales Jonás y yo, su estado de ánimo esta horrible y necesito que se relaje porque temo que cometa una locura.—¿Y si nos vamos a tu apartamento? – Jonás me mira como si fuese un extraterrestre.—¿Estás segura? Digo, después de lo que pasó con tu padre… ¡no lo sé! – su expresión de duda me hace sonreír.—No le temo a mi padre, si es lo que quie