104.- Jonás.

Tocan la puerta, maldigo en voz alta…

La respiración de Leila es un verdadero caos y me fascina, su respuesta es avasalladora ante mi toque y cualquier roce. De nuevo la puerta. Ignoro el sonido.

— Jonás, están tocando la puerta – jadea cuando froto mi hombría contra su sexo desnudo.

— ¡Abre la puerta Pequeño Demonio, necesitas tomarte los medicamentos! – quiero mandarlo a la mierda, pero no puedo porque Leila se molestará conmigo.

La dejo libre y corre al baño con una bata de felpa en las manos.

— ¡Ya voy! – Necesito que mi erección baje un poco, me recompongo y salgo de la cama — ¿qué quieres papá? – pregunto con toda la odiosidad que puedo.

— Saber cómo estás por supuest

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