101. Jonás.

Repto por su cuerpo besando su piel nuevamente hasta llegar a sus preciosos senos, desabrocho el sujetador aprovechando para saborear sus deliciosos pezoncitos pálidos y bajo nuevamente para sacar la ropa interior apetitosamente húmeda con sus jugos. En esta ocasión la saboreo directamente, lo que la hace llegar a su segundo orgasmo de la tarde y mi ego crece aún más. Hunde sus uñas en mis hombros, grita desesperada mi nombre y me pide más, aunque estoy seguro de que no sabe de qué va su petición que es más una súplica. Subo de nuevo hasta esos labios que me hacen viajar al cielo.  

Su pequeña mano baja hasta mi entrepierna y el cuerpo me tiembla descontroladamente, lloriquea por liberarlo y me dejo hacer porque ella manda en este momento ¡Dios, me pone de rodillas! Separa los botones del vaquero y cuando su piel toca mi hombría desnuda y húmeda un latiga

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