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Capitulo 02.| Encuentro fortuito.

POV : LYON.

[En el pasado...]

Gabrielle(Hermana). 8:12 AM: Hermano, estoy segura de que andas disfrutando por ahí como un indecente, pero puedes aunque sea contestar el teléfono. Hace ya CUATRO días que no se nada sobre tí.

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Gabrielle(Hermana). 1:25 PM: ¿Te han entregado el cheque? Los cinco mil dólares todavía siguen en mí cuenta...

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Gabrielle(Hermana). 7:08PM: ¿Que coño te pasa Lyonel? Respóndeme, se que estás desviando mis llamadas.

¿Por qué todo contigo tiene que ser tan difícil? Solo estoy intentando saber cómo estás, eres mí maldito hermano y me preocupo tí, estoy haciendo todo lo que puedo para asegurarme de que las cosas esten bien entre nosotros.

***«Fin de los mensajes»***

"Si tanto te preocupa hermanita, no debiste obligarme a entregar la única posesión de valor de nuestros padres al tirano de nuestro tío."

Pensé mientras apretaba los labios con amargura luego de leer su último mensaje. Sé que no le importa un comino lo que suceda con mí vida, así que no me molesté en contestarle, en su lugar, activé mi móvil al modo silencioso para luego marcharme del sitio.

Si, se que estoy actuando como un jodido cabro pero la mañana después del funeral de nuestros padres, Gabrielle, colocó un recorte de las noticias sobre la mesa el cuál titulaba: "Cazador de talento en Broadway"

Y sin alguna emoción me dijo: "Debo centrar toda mí energía en ser alguien en la vida para cumplir mis sueños".

Voy a probar suerte hermano...

Te enviaré dinero cada vez que pueda, mientras terminas la universidad también puedes seguir trabajando en el bar para pagar las facturas.

Te dan buenas propinas ¿No?

No esperó una respuesta de mí parte, sino que tomó un bolso de lona metió parte de sus pertenencias y se marchó de casa.

«No la he vuelto a ver desde entonces»

En su ausencia, me ví inmerso en el mundo de la gente real, la que tiene dos empleo para subsistir el día a día y para ser sincero preferia "aquellos tiempos" de mí vida en los que no tenía que levantarme al alba y vivir una esclavitud al servicio de los demás.

Apenas culminé la universidad conseguí un pequeño puesto directivo en una cadena de hoteles poco conocida de tres estrellas, durante año y medio me capacité en el área hotelera hasta que consideré que estaba listo para emprender por mis propios medios, en todo ese tiempo no acepté ni un cheque de mí hermana melliza.

Nuestros padres eran personas humildes que no poseían grandes riquezas, la única fuente de ingresos era un viejo hotel de ambiente familiar, en un edificio del siglo XIX que no llegaba ni a una estrella pero que estaba ubicado en el mejor lugar de la ciudad, razón por la cuál mi padre siempre tenía muchas opciones de compra a las cuales siempre se negó, pues la propiedad tenía un valor sentimental para él.

Desafortunadamente ellos murieron en un accidente automovilístico y a partir de ahí todo en nuestra vida se desestabilizó, éramos un par de jovenes asustados que no sabían que hacer con toda la carga que se nos había montado encima.

No teníamos un trabajo estable y la propiedad estaba llena de deudas, situación que le dió la oportunidad a nuestro tío de aprovecharse de la desgracia que nos consumía para convencernos a Gabrielle y a mí de que vender sería la mejor y única opción.

Mi hermana fue la primera en aceptar el dinero, luego de varios meses de insistir terminó por obligarme a vender mi parte. No convencido de que era una buena idea tuve que aceptarla, pues yo solo no podía levantar el lugar, dos años después mi tío se salió con la suya y convirtió aquel viejo hotel en un complejo de lujo icónico que en ese entonces era el número uno de la ciudad. "Claro, en ese entonces"

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[En la Actualidad...]

Viernes.

Tengo una teoría.

Los suburbios es el ejemplo perfecto de lo que ocurre cuándo un montón de idiotas ricos deciden contruir una ciudad vacacional que alberga la industria turística millonaria más dictatorial que se hubiera conocido nunca.

En esta ciudad los días que transcurrían entre el mes septiembre y el mes de diciembre eran interminables, pues miles de turistas desfilaban con sus billeteras Gucci dispuestos a complacer sus necesidades en turismo, compras compulsivas, diversión, buena comida, vestimenta y salidas nocturnas con mucho alcohol y sexo.

Es allí donde entro yo, Dorian Lyonel Humboldt y la colección de innumerables propiedades que tenían la suerte de llevar mi apellido, entre ellos:

"The Paradise Humboldt"

Mi hotel número uno de los ciento cincuenta que poseía y la razón por la cuál sabía que esta ciudad junto a otras me pertenecían, daba alojamiento a los clientes VIP brindando seguridad, confort y sobretodo privacidad.

Hace más de quince años había revolucionado la industria hotelera, bajo un estilo moderno y con mí toque personalizado, por el contrario de las demás cadenas hoteleras que surgieron detrás de mí solo son malas imitaciones que se quedaron sin ideas y tuvieron que tomar de las mías.

Mientras subía en el ascensor privado, reflexioné sobre mí vida personal o la falta de esta.

Hace años que llevo una vida solitaria, después de mí segundo divorcio debo reconocer que tal vez eso del amor no se me da igual que a otros.

Moví mi cabeza para sacar todo pensamiento nulo y marqué el código en el teclado que me llevaría hasta el piso setenta donde se encontraba mí despacho.

— Las noticias del día, señor Lyon. — Mi asistente me entrega una tablet apenas me ve entrando por el pasillo. Luego la deseché al leer las primeras noticias.

— Solo es basura mediática, Barbara. — Me quejé. — Al parecer hoy en día los periodistas están dispuestos a escribir cualquier idiotez con tal de ganar algo de fama.

— Así parece señor.

Oh, también debo informarle que su ex- esposa nuevamente llamó esta mañana. — Hice una mueca con mí rostro.

— Dile que me fuí a Japón por unos cuántos meses. — Bárbara sonrió pero no dijo nada al respecto, era algo que me gustaba mucho de ella.

«Nunca se involucraba en mís asuntos»

— Cómo usted ordene Señor. — puntualizó antes de continuar con la agenda. — Está mañana llegó un correo del "Medium Times" parece que lo están considerando para la medalla de filantropía "Andrew Callaghan" por las contribuciones que ha hecho en la ciudad el último año.

— No soy el único que hace contribuciones en la ciudad, Barbara. — Negué con la cabeza dirigiendome a mí escritorio.

— Pues, yo creo que usted merece el reconocimiento y también la publicidad. — Dijo pero le hice un gesto con mí mano restándole importancia.

— Envía una nota de agradecimiento y luego encárgate de recibir el premio por mí.

— Descarté ir a esa gala de inmediato.

— Desafortunadamente el ganador será anunciado el sabado por la noche  en el "GoldGarden" señor, y debe ser usted quien lo reciba. — Me insiste. — Le acabo de enviar a su correo un discurso de agradecimiento que he preparado exclusivamente para usted. — Volvió a repasar.

"Que bien, otro evento innecesario al que debo asistir"

— Muy bien, tu ganas ¿Algo más Bárbara? — Pregunté, resignandome a la pesada carga de trabajo.

— Si. El abogado y representante de su tío Charles, volvió a cancelar su reunión.

Dice que solo aceptará pactar cuando usted decida aumentar su oferta de compra. — Negué varias veces con la cabeza por la noticia.

Esto era cómo un balde de agua fría.

¡Ese malnacido codicioso!

Quería desesperadamente recuperar esa propiedad y el lo sabía. En el pasado había hecho una buena pasta con ella. Pero ahora el hotel había perdido su encanto y necesitaba muchas reparaciones para hacerlo digno de la cadena Humboldt.

— Pásale el caso a relaciones públicas, necesito que se encarguen de asegurarme un buen trato, por ahora dejaremos el asunto en blanco.

— Ahora, mi querida Bárbara ¿Algo más o tienes un conejo bajo la manga que no me has mostrado?. — Digo en tono divertido.

— Si, señor, necesito un aumento de sueldo.— Respondió siguiéndome el juego.

— No estoy tan de buen humor Barbara, quizás para la próxima vez. — Tomó varios contratos de la mesa y después, se marchó.

[...]

Sábado.

Horas después caminé por los sinuosos escalones de mármol hasta llegar a la entrada.

— Señor Humboldt, sea usted bienvenido. — Uno de los asistentes me guío hasta las puertas de cristal donde se llevaría a cabo el evento.

Afortunadamente mí asesor legal, Vincenzo Ritter estaba de pie junto a una suntuosa cascada de piedras brillantemente iluminada, como de costumbre le comía el trasero con la vista a una de las asistentes del bufet

— Ehhh, Lyon que sorpresa encontrarte aquí.. Voy a tener que empezar a creer en el destino, porque pensé que ya no vendrías. — Rodé mis ojos y recibí el abrazo de su parte mientras lo escuchaba parlotear.

— Si, claro... Ha sido el destino total. — me aclaré la garganta.

— Pensé que estábas muy ocupado cómo para venir a un evento de esta clase — Se rió y agarró dos copas de la bandeja de un camarero que iba pasando.

— Si bueno. Ya ves que no, solo estoy llegando elegantemente tarde. — respondí, recibiendo la copa que me ofreció.

— Antes de que intentes salir corriendo a la salida Lyon, te informo que tú tío aceptó nuevamente reunirse con nosotros, veremos si logramos cerrar el puto trato de una vez. — Asentí.

— Y por favor, saluda algunas personas e intenta dejar que te saquen fotos con alguna chica ¿Quieres? Así la gente podrá creer que estás aquí y que el asunto de tu ex- esposa quedara en el pasado. — Lo miré con enojo.

— Su infidelidad querrás decir... — Repliqué, entonces el suspiró.

— Vamos Lyon... Olvídate de ella.

¿Ya te has acostado con otra mujer? quedamos en que terminarías la interminable sequía. — No hice ningún gesto, preferí dejar ese asunto estaba traspasando las líneas de mi confianza y era algo que me incomodaba

— Está bien, Vincenzo, lo haré. No es de tu incumbencia, pero ya que quieres mantenerte informado sobre las actividades de mí polla, todavía no me acuesto con nadie. — Contesté y me dió una palmada en la espalda.

— Hemos hablado sobre el tema antes Lyon, pero ya que no deseas enredarte entre las faldas de alguna chica, porque no viajas a casa para ver a tu familia, tal vez eso te ayude a...

— Yo no tengo familia Vincenzo. — interrumpí de manera cortante.

Por muy bien que me la llevara con Vincenzo, las discusiones sobre mí familia (O la relación inexistente que llevaba con mi hermana melliza) estaban prohibidas, nunca hablaba de ellas con nadie, y era algo que no iba a cambiar.

— Ya sé lo que... Bueno, mejor nos vemos en un rato. — Cambió el tema cuándo vió la expresión en mí rostro y se dirigió hacía otro grupo de personas.

Terminé el champan, inclinando mí copa hasta que cada gota se había ido, en el momento que terminé, ví a una rubia de piernas largas, caminando hacía la zona de los asientos.

Todos los hombres la veían con esmero, hice lo posible por apartar la mirada de ella, pero no pude.

Llevaba un vestido rojo con un generoso y muy sexy escote, la tela envolvía su figura con tanta fuerza que bien podría no llevar nada puesto debajo, la hendidura que recorría el costado de su pierna derecha mostraba la firmeza de su muslo.

Un hombre se acercó supongo que a lo típico en estas fiestas corporativas, pero por el rostro de ella le desagrada su compañía, veo como trata de apartarse de manera sutil pero el hombre insiste y no capta la expresión asustada en su rostro.

Luego intenta tomar su mano a la fuerza pero ella se va hacía atrás, no pude soportarlo más, dejé mi copa en ese instante y fuí directo hacía ellos.

— ¿Interrumpo.? — Pregunté.

La música de fondo había dejado de sonar y los tres nos ubicabamos muy cerca de la pista, bajo la atenta mirada de cualquiera que quisiera prestar atención, pero no me importaba.

— Si.. Justo ahora la dama y yo, tenemos una conversación, así que si nos disculpa... — Se adelantó el hombre a contestar. Miré su rostro pero no pude reconocerlo.

— No, no lo disculpo y para que quede claro solo vine por mí acompañante. — Lo corté en seco mientras le tendía la mano a la hermosa mujer, dispuesto a llevármela de aquí.

Ella observó todo sin tener claro lo que sucedió pero de igual manera acepta mí ayuda y sonriendo toma mí mano para alejarnos dejando detrás el infortunado momento.

— Es un placer conocerla... — Dejé la pregunta al aire manteniendo mis ojos fijos en ella.

— Arianna... Mi nombre es Arianna Reece.

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