POV : ARIANNA.

Se me encogió el estómago al escuchar la puerta de la entrada, no quería verlo, ni hablar con él, pero tendría que hacerlo tarde o temprano.

Uriel había estado llamando durante los últimos días, dejaba textos en mi móvil y notas de voz que no quería leer ni oír. Era una sensación extraña no emocionarme por la llegada de mi esposo, era como obligarse a hacer algo antinatural para mí.

Entró en la habitación a hurtadillas, dejó la valija de un lado y comenzó a quitar su abrigo, luego de pasar varios minutos en el baño salió con unos monos de dormir y una camisa de algodón, se metió con una naturalidad en la cama igual que muchas otras veces, solo que esta vez yo conocía su pequeño y sucio secreto.

Todo ese tiempo me hice la dormida y me giré de costado pero una de su mano se coló entre las sábanas para abrazarme, el contacto casi me hizo brincar como si en sus dedos tuviese espinas.

— Ya estoy aquí cariño, no sabes cuánto te extrañaba. — Anunció cerca de mí oído y, entonc