XLII Esclavos
Levantar el hervidor fue una tarea monumental para alguien con una clavícula rota y varios dedos esguinsados, pero Jacob logró llegar con la bandeja a la habitación. Eran pasadas las tres de la tarde, Isabella había llegado directo a la ducha y luego se había metido a la cama, donde seguía encogida y en silencio.

—¿Podemos hablar?

Ella negó, pero se sentó y recibió lo que él le había llevado. Creyó que era café, pero resultó ser chocolate caliente.

—Esto es para niños, necesito algo fuerte.

—Nada de alcohol ni cafeína. Acepta la tibieza y dulzura de mi chocolate, es como un abrazo.

Ella le sonrió y bebió un sorbo, estaba bueno. Tras unos cuantos volvió a hablar.

—La policía detuvo a Vladimir y hablé con él. No le daré dignidad a sus palabras repitiendo lo que me dijo, fue la conversación más repugnante que he tenido en mi vida, es un hombre asqueroso y arrastró a mi hija a sus asquerosidades. Y tenía a otra chica con él, Jacob, el muy degenerado se va a hundir, se va a pudrir en la
NatsZ

¿Qué estará pasando con Oliver? ¿Será Jacob libre?

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