LXXV El trato
Un esclavo carecía de autonomía y no era dueño de sí mismo. En el mundo civilizado ya no existía la esclavitud en el modo tradicional, pero de que había esclavos, los había: esclavos del trabajo, de los vicios incontrolables, de la tecnología; del amor.

Con toda la información a su disposición, Isabella comprendió que Jacob era un esclavo, sometido por un amor deformado por el odio y la venganza. No dudó que, a pesar de todo, él amara a su padrastro. De otro modo, las cadenas de sus deseos jamás habrían podido apresarlo. Una orden no eran más que palabras si alguien no estaba dispuesto a obedecerla.

—¿Qué quieres decirme, Isabella?

Ella quería darle un motivo para romper aquellas cadenas que lo apresaban.

—Yo... yo realmente me enamoré de ti, Jacob. Y si yo pude hacerlo, con lo diferentes que somos, con lo quisquillosa que soy, cualquiera podría hacerlo, cualquiera podría amarte porque eres encantador. No necesitas a ese hombre en tu vida, puedes... puedes rodearte de personas que te
NatsZ

¿Qué le ofrecerá Jacob para detener la venganza? ¿Podrá volver con Isabella?

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