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III ¿Dónde está?

¿Dónde está Matilde? Esa era la pregunta que se repetía una y otra vez en la cabeza de Isabella. Los detectives no tenían ni la más mínima idea.

Luego de oír la terrible noticia, los padres de July se habían ido destrozados. Tendrían que esperar a que se le realizaran todas las pericias forenses al cuerpo para poder sepultarlo. Ahora que Isabella tenía la certeza de que no se trataba de Matilde, se interesó por saber más detalles del asunto.

El cuerpo estaba quemado, carbonizado, por eso era irreconocible. Y era July, la pequeña July que era como la hermana de Matilde y a la que había visto crecer junto a su hija. El alivio que sentía se empañaba por la tragedia y el corazón le dolía. Toda madre se conmovía por la muerte de un hijo, aunque fuera el de alguien más.

El detective Tobar volvió a sentarse frente a Isabella y Oliver. Su mirada seria y escrutadora los hizo sentirse culpables hasta de respirar.

—Señores Crown, comprendo que están pasando por un momento difícil, pero deben saber que, desde ahora, su hija ha pasado a ser la principal sospechosa de la muerte de July Estévez.

A Isabella se le escapó una carcajada.

—¡¿Qué mierd4 está diciendo?! —exclamó Oliver, golpeando la mesa—. ¡Nuestra hija está desaparecida y usted la está culpando de algo atroz! Ella sería incapaz de lastimar a su amiga. ¡Ella también es una víctima en todo esto!

Entre los gritos de su esposo, las explicaciones del detective y sus propios pensamientos, Isabella no logró entender mucho. Y no habló hasta llegar a casa.

—Pediré una audiencia con el fiscal para que saque a ese detective imbécil del caso. —Oliver fue por un trago. Gruñó al ver que ya no estaba el mini bar.

—Tal vez esto sea mejor. Definitivamente es mejor.

Oliver se volvió a mirar a Isabella. Ojerosa, pálida, con los ojos entornados y el cabello descuidado parecía una drogadicta lunática.

—¿Qué es mejor? ¿Qué busquen a Matilde por homicidio?

—Mejor ser la homicida que la muerta —dijo ella, fuera de sí—. Sé que es horrible, pero, ¿cuáles son las alternativas? ¿Qué esté secuestrada? ¿Qué esté muerta por allí y todavía no la hayan encontrado? Prefiero una hija asesina, pero viva. Tenemos dinero, podremos sacarla de la cárcel... pero ni con todo el dinero del mundo la sacaremos de un cementerio...

Oliver abrazó a su esposa y contuvo su llanto. Necesitaban estar unidos y ser fuertes para enfrentar todo lo que se les vendría por delante.

                                      〜✿〜

Al día siguiente, la casa de los Crown estuvo llena de gente. Al avisarle a la familia lo ocurrido con Matilde, su desaparición se volvió más real que nunca y más dolorosa también.

—Hay que contactar a la prensa, que salga en las noticias. Si se está escondiendo, hay que convencerla de que se entregue —dijo Emilia, hermana de Isabella.

Su hija, Sonia, tenía la misma edad de Matilde y se manejaba bien con la tecnología.

—Yo haré afiches con su fotografía y los difundiré por redes sociales. Hoy en día todo el mundo tiene al menos una.

—Gracias, cariño. ¿Tú no sabes si pudo irse con alguien? ¿Alguien que la esté ayudando a esconderse? ¿Algún amigo del que no sepamos?

—No tía, últimamente no hablábamos mucho.

De la familia de Oliver estaban su hermano Aníbal, empresario y Selena, su esposa. Tenía más hermanos, pero vivían fuera de la ciudad.

—¿Y andaba con sus tarjetas? Es posible saber si las ha usado en alguna parte —dijo Aníbal.

—La policía ya nos pidió sus datos bancarios —contó Oliver.

—¿Por qué la dejaste salir sola? —preguntó por cuarta vez la madre de Isabella.

—Un hombre. Cuando estas cosas pasan es porque hay un hombre involucrado —dijo Selena, la cuñada menos favorita de Isabella.

—Ella no tenía novio —aseguró Oliver.

—Hasta donde ustedes saben —agregó Selena.

Isabella se puso de pie. Ya había aguantado suficiente, su paciencia y amabilidad tenían un límite.

—Les agradezco a todos por venir, por su preocupación y la ayuda que puedan darnos. Pronto vendrán los detectives y será un caos si hay tanta gente —abrió la puerta de la entrada y no necesitó decir nada más.

Los familiares fueron saliendo, no muy felices con el trato recibido.

—Fuiste descortés —le reclamó Oliver.

—Mi hija está desaparecida, puedo ser todo lo descortés que quiera.

Los detectives llegaron y fueron directo a revisar la habitación de Matilde.

—¿Se llevó algo? —preguntó Tobar.

"El bolso Pr4da", pensó Isabella. Fue al clóset y empezó a revisar. Matilde llevaba el uniforme de la escuela y planeaba dormir fuera. Debía haberse llevado al menos una muda de ropa y su pijama. Y había tanta ropa, era imposible que Isabella pudiera recordarla toda como para saber qué faltaba.

Pero lo supo.

—Falta un vestido, el negro con encaje que le mandaste a diseñar con Beni.

—¿No estará en la tintorería? —cuestionó Oliver.

—Ya lo llevamos, yo misma la ayudé a colgar la ropa esa vez. Estaba aquí. Es un vestido de fiesta —le explicó a los detectives—. ¿Habrá ido a una fiesta? ¿A la fiesta de quién?... ¡El vestido azul con pedrería tampoco está!

Revisó los zapatos y accesorios, las joyas. Faltaban aretes, pulseras, collares, bolsos. Y dos pares de zapatos, casi estaba segura de eso.

Cuando ya nada pudieron decir para ayudar, los detectives les pidieron a Isabella y a Oliver que los dejaran trabajar a solas.

—Iba a una fiesta con su amiga y se llevó cosas para ella. ¿Por qué no nos lo dijo? —Oliver se tomó un analgésico.

—Debió pensar que no la dejaríamos ir... Tal vez era de alguien que no conocemos.

—Me voy a volver loco con tantas preguntas.

Casi media hora después, los detectives terminaron de registrar la habitación. Se llevarían el portátil, una libreta y un disco duro externo para analizarlos en la estación.

—Encontramos dos pijamas. ¿Tenía más? —preguntó la detective Valencia.

—No —dijo Isabella, con expresión de que iba a volverse loca también—. Sólo tenía dos. 

Y no se había llevado ninguno para dormir en casa de July. Mentira tras mentira empezaban a sentir que no conocían a su hija.

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