Las intenciones de Matilde siguen siendo un misterio. ¿Qué será lo que planeaba?
Levantar el hervidor fue una tarea monumental para alguien con una clavícula rota y varios dedos esguinsados, pero Jacob logró llegar con la bandeja a la habitación. Eran pasadas las tres de la tarde, Isabella había llegado directo a la ducha y luego se había metido a la cama, donde seguía encogida y en silencio. —¿Podemos hablar?Ella negó, pero se sentó y recibió lo que él le había llevado. Creyó que era café, pero resultó ser chocolate caliente. —Esto es para niños, necesito algo fuerte.—Nada de alcohol ni cafeína. Acepta la tibieza y dulzura de mi chocolate, es como un abrazo. Ella le sonrió y bebió un sorbo, estaba bueno. Tras unos cuantos volvió a hablar.—La policía detuvo a Vladimir y hablé con él. No le daré dignidad a sus palabras repitiendo lo que me dijo, fue la conversación más repugnante que he tenido en mi vida, es un hombre asqueroso y arrastró a mi hija a sus asquerosidades. Y tenía a otra chica con él, Jacob, el muy degenerado se va a hundir, se va a pudrir en la
—El médico dijo que estoy sanando muy rápido, yo le dije que el mérito es de mi enfermera. —Me gustaría merecer el crédito, pero en las actuales condiciones tú haces más por mí de lo que yo hago por ti. —Eso no es del todo cierto, Isabella. Tu compañía es muy valiosa para mí. Además, mi imposibilidad para follar ha permitido que nos conozcamos más allá de lo carnal, pero ya estoy listo para volver a la acción. Dicen que los orgasmos ayudan a sanar más rápido.—Y también son buenos antidepresivos. Habrá que darnos terapia al llegar a tu casa. El sexy coqueteo continuó con un beso de Jacob. Hasta ahora no se habían besado en público, ella lo consideraba de mal gusto, la gente podía esperarse a estar en un lugar privado en vez de exhibir su intimidad de manera tan vulgar, pero ahora comprendía que era sólo por falta de ganas. Un beso de Jacob sabía bien en cualquier momento y no iba a reprimir el deseo de dárselos o recibirlos. Las puertas del ascensor se abrieron. —¡¡ISABELLA!! El
—¿Por qué tardaste tanto? —preguntó Jacob, con expresión de hastío.Isabella le contó lo que estaba ocurriendo y el grave estado de Oliver, que requería de su presencia allí.—Iré a dejarte y luego volveré.—No te molestes —él bajó del auto.—Espera, ¿te enojaste?—No, claro que no. Quédate con tu ex, el mismo que te engañó y humilló, él te necesita más que yo. —Tus celos son absurdos, Jacob. Yo ya no siento nada por él.—No me des explicaciones, no te las he pedido, pero estoy molesto. Es mejor que mantengamos la distancia. Ve con él, haces lo correcto.Jacob se fue en un taxi e Isabella volvió a entrar. Había hablado del asunto con Aníbal y él estuvo de acuerdo, no tenían más alternativa que autorizar la amputación, ya habría tiempo para lamentarse luego, lo importante ahora era salvar la vida de Oliver. En el taxi, la expresión de enojo de Jacob cambió a una de preocupación, que empeoró al llegar a su departamento. El mensaje que había recibido de Xiomara lo tenía en alerta máxima
Más de cincuenta oficiales participaron en la redada llevada a cabo en el Ganso remojado a eso de la una de la madrugada, momento en que estaba lleno a rebosar. Hub0 sesenta y cuatro detenidos, todos clientes del segundo piso, incluyendo a los guardias y al gerente. El dueño estaba prófugo.Entre los cargos figuraban la venta de sustancias ilegales, promoción de la prostitución y explotación sexual infantil, pues hallaron muchachas de la edad de Ivonne y Matilde involucradas en tales prácticas.—No imagino a una niña rica como Matilde Crown en un antro como éste. ¿Cuál sería su necesidad? No es el dinero precisamente —reflexionaba Valencia mientras transferían los registros de las cámaras de seguridad del lugar para revisarlos con calma en la estación.—Imagina tenerlo absolutamente todo. Tarde o temprano llegará el momento en que tanta abundancia te aburra y buscarás un extra que te haga volver a sentirte vivo. —¿Y esta porquería era su extra? ¿Ser usada por un montón de viejos drog
Jacob estaba en la cocina cuando Isabella regresó. Tenía ella sus propias llaves y las dejó colgadas en el perchero tras la puerta.—Hola.Él le dio apenas una mirada cargada de molestia y siguió revolviendo el contenido de la olla. Isabella se le acercó por detrás, le rodeó la cintura y le dio un beso en el cuello.Estaba tenso, la furia le apretaba los músculos, pero ya iba ella a ablandárselos donde fuera necesario.—¿Cómo está tu "esposo"?La pregunta le llegó a Isabella como una bofetada. Se sintió infiel besando a otro hombre, deseando seducirlo para que se le pasara el enojo. Infiel y sucia. —Que siga casada con él no lo hace mi esposo, hay separaciones de hecho. Yo ahora estoy contigo, pero necesitaba hablar con él, es una cuestión de principios. —¿Quiere volver contigo?Isabella asintió.—No asume nada de lo ocurrido, son los demás los culpables. Hasta se inventó un enemigo para evadir su responsabilidad. Tal vez eso lo ayude a lidiar con la culpa. Está muy mal, física y emo
La terrible sensación de irrealidad, luego de lo que había descubierto bajo la cama de Jacob, tenía a Isabella temblando. El bolso de su hija allí sólo podía significar una cosa, tan espantosa como despiadada, y de una crueldad aterradora. —¡CONTESTA, JACOB! ¡¿POR QUÉ ESTÁ AQUÍ EL BOLSO DE MI HIJA?!—No sé de dónde salió ese bolso, pero no es de tu hija. ¿Cómo puedes creer algo así?La irrealidad también golpeaba a Jacob, la expresión iracunda de Isabella le dolía. —¡Es su bolso Pr4da! ¡Es el que le compré y que llevaba cuando desapareció! ¿Cómo pudo llegar hasta aquí?... ¡¿Qué hiciste?!—¡Nada! Los hacen en masa, Isabella, debe haber miles iguales. —¡¿Entonces de quién es?! ¡¿Me vas a decir que es tuyo?!—¡No!... ¡Es de mi prima! Debió habérsele quedado a ella.Isabella volvió a mirar el bolso, con los ojos llorosos. Cada detalle era como lo recordaba. —¿Y por qué huele al perfume de mi hija?No esperó una respuesta de Jacob, cogió su propio bolso y salió corriendo, pese a que él
—Se extrañaba tu presencia aquí, el banco no era lo mismo sin ti, Jacob —acompañó la declaración con una mirada coqueta y una sonrisita ladina. La hermosa ejecutiva de cuentas se quedó toda alborotada con la llegada de su compañero y por nada, él apenas y la saludó. El Jacob que regresó de su licencia médica distaba bastante del rompecorazones de sonrisa fácil y provocativa, siempre con un comentario amable y halagüeño, de esos que subían el ánimo de una mujer y la hacían sentir hermosa y deseada. Ella se sentía deseada por él y no era la única. No era la única que acabaría decepcionada. La pequeña oficina, que ya no contaba con su mayor atributo que era tener en frente a Isabella, le pareció tosca, asfixiante. En cuanto se sentó, deseó levantarse inmediatamente y salir corriendo muy lejos de allí. Este no era su lugar, eso creyó por mucho tiempo, pero había acabado tomándole cariño, pues había hallado allí una motivación muy poderosa para que ser asesor financiero se convirtiera en
—Yo sabía que iba a hacerse justicia, Isabellita. Esto no podía quedar así, no señor, esta casa es tuya y de nadie más.Mary había llegado bien temprano a retomar sus labores. Entre ella e Isabella trapeaban los pisos y limpiaban los muebles. Había que quitar de la casa ese aroma a soledad y abandono que era tan asfixiante, pero para eso no bastaba con sacar la mugre, Mary llevó todo lo necesario para sahumar la casa y eliminar las malas energías. —Ese desgraciado de Vladimir va a pagar por todas sus inmundicias. No haber sabido antes lo de la niña. Le habría partido la escoba en la cabeza, pero en la cárcel le darán lo suyo, si señor.—¿Crees que lo linchen, Mary?—Lincharlo y otras cosas más "amorosas". Ojo por ojo y diente por diente, podrán ser bandidos, pero no toleran que lastimen a los niños. El infeliz tendrá suerte si no le abren otro hoyo.—¡Ay por Dios! Me basta con que esté encerrado y se vaya a la quiebra. —Ellos no piensan lo mismo, la justica de los hombres, de las bes