Jacob estaba en la cocina cuando Isabella regresó. Tenía ella sus propias llaves y las dejó colgadas en el perchero tras la puerta.—Hola.Él le dio apenas una mirada cargada de molestia y siguió revolviendo el contenido de la olla. Isabella se le acercó por detrás, le rodeó la cintura y le dio un beso en el cuello.Estaba tenso, la furia le apretaba los músculos, pero ya iba ella a ablandárselos donde fuera necesario.—¿Cómo está tu "esposo"?La pregunta le llegó a Isabella como una bofetada. Se sintió infiel besando a otro hombre, deseando seducirlo para que se le pasara el enojo. Infiel y sucia. —Que siga casada con él no lo hace mi esposo, hay separaciones de hecho. Yo ahora estoy contigo, pero necesitaba hablar con él, es una cuestión de principios. —¿Quiere volver contigo?Isabella asintió.—No asume nada de lo ocurrido, son los demás los culpables. Hasta se inventó un enemigo para evadir su responsabilidad. Tal vez eso lo ayude a lidiar con la culpa. Está muy mal, física y emo
La terrible sensación de irrealidad, luego de lo que había descubierto bajo la cama de Jacob, tenía a Isabella temblando. El bolso de su hija allí sólo podía significar una cosa, tan espantosa como despiadada, y de una crueldad aterradora. —¡CONTESTA, JACOB! ¡¿POR QUÉ ESTÁ AQUÍ EL BOLSO DE MI HIJA?!—No sé de dónde salió ese bolso, pero no es de tu hija. ¿Cómo puedes creer algo así?La irrealidad también golpeaba a Jacob, la expresión iracunda de Isabella le dolía. —¡Es su bolso Pr4da! ¡Es el que le compré y que llevaba cuando desapareció! ¿Cómo pudo llegar hasta aquí?... ¡¿Qué hiciste?!—¡Nada! Los hacen en masa, Isabella, debe haber miles iguales. —¡¿Entonces de quién es?! ¡¿Me vas a decir que es tuyo?!—¡No!... ¡Es de mi prima! Debió habérsele quedado a ella.Isabella volvió a mirar el bolso, con los ojos llorosos. Cada detalle era como lo recordaba. —¿Y por qué huele al perfume de mi hija?No esperó una respuesta de Jacob, cogió su propio bolso y salió corriendo, pese a que él
—Se extrañaba tu presencia aquí, el banco no era lo mismo sin ti, Jacob —acompañó la declaración con una mirada coqueta y una sonrisita ladina. La hermosa ejecutiva de cuentas se quedó toda alborotada con la llegada de su compañero y por nada, él apenas y la saludó. El Jacob que regresó de su licencia médica distaba bastante del rompecorazones de sonrisa fácil y provocativa, siempre con un comentario amable y halagüeño, de esos que subían el ánimo de una mujer y la hacían sentir hermosa y deseada. Ella se sentía deseada por él y no era la única. No era la única que acabaría decepcionada. La pequeña oficina, que ya no contaba con su mayor atributo que era tener en frente a Isabella, le pareció tosca, asfixiante. En cuanto se sentó, deseó levantarse inmediatamente y salir corriendo muy lejos de allí. Este no era su lugar, eso creyó por mucho tiempo, pero había acabado tomándole cariño, pues había hallado allí una motivación muy poderosa para que ser asesor financiero se convirtiera en
—Yo sabía que iba a hacerse justicia, Isabellita. Esto no podía quedar así, no señor, esta casa es tuya y de nadie más.Mary había llegado bien temprano a retomar sus labores. Entre ella e Isabella trapeaban los pisos y limpiaban los muebles. Había que quitar de la casa ese aroma a soledad y abandono que era tan asfixiante, pero para eso no bastaba con sacar la mugre, Mary llevó todo lo necesario para sahumar la casa y eliminar las malas energías. —Ese desgraciado de Vladimir va a pagar por todas sus inmundicias. No haber sabido antes lo de la niña. Le habría partido la escoba en la cabeza, pero en la cárcel le darán lo suyo, si señor.—¿Crees que lo linchen, Mary?—Lincharlo y otras cosas más "amorosas". Ojo por ojo y diente por diente, podrán ser bandidos, pero no toleran que lastimen a los niños. El infeliz tendrá suerte si no le abren otro hoyo.—¡Ay por Dios! Me basta con que esté encerrado y se vaya a la quiebra. —Ellos no piensan lo mismo, la justica de los hombres, de las bes
—¿Parezco una quinceañera? —preguntó la detective Valencia luego de pasarse casi media hora en el baño.Tobar se reclinó en su silla y la vio sin pena de pies a cabeza, sobre todo las piernas, tan largas debajo de la faldita que llevaba. Completaba el conjunto una blusa ajustada, blanca, que le dejaba ver el brasier y una peluca de media melena, castaña. —Pareces mujer.Su osadía le costó que le lanzaran el pisapapeles. Agradeció tener buenos reflejos. —Hablando en serio, me perturba lo encantadora que te ves. Sí pareces más joven, compañera. —Las técnicas de maquillaje coreano hacen maravillas con la edad. Vi montones de tutoriales.Los interrogatorios a los detenidos en la redada al Ganso remojado habían rendido frutos. La línea investigativa que cobraba más fuerza era la existencia de una red de prostitución que operaba reclutando chicas en el segundo piso."Allí ellos te ven. Si consideran que tienes talento, tendrás el éxito asegurado", les había dicho una muchacha, bastante co
La presencia de Isabella sorprendió a Jacob, no esperaba volver a verla tan pronto. —¿Ahora quieres hablar? ¿Qué pasará si soy yo el que ahora no quiere hablar?—Lo entenderé y te dejaré en paz.Jacob dio un suspiro de cansancio y caminó hacia el ascensor, ella fue tras él. En el departamento dejó el bolso Pr4da sobre la mesa de la sala. Todavía estaba dentro de la bolsa donde se guardaban las evidencias.—Para que se lo devuelvas a tu prima Xiomara. La policía tenía sus huellas en el sistema porque la detuvieron hace unos años conduciendo ebria, así que pudieron identificarla. Lamento haber pensado que era el de mi hija. —Pensaste que yo estaba involucrado en su desaparición, no confías en mí. ¿Cómo puedes involucrarte con alguien en quien no confías?—Jacob, si me dijeran que mi madre está involucrada yo lo consideraría posible e iría a exigirle explicaciones. Así están las cosas, no confío en nadie.Pobre Isabella, qué sola debía sentirse. Qué pequeña se veía, despojada de sus luj
El intenso cosquilleo que las caricias mañaneras de Isabella le provocaban acabó por despertar a Jacob. —¿Quieres hacer ejercicio tan temprano? —cuestionó él. Ella le repartió besos por el cuello, mientras la mano se apoderaba de su miembro, que había despertado mucho antes que él. Seductora y mimosa, se dedicó a encenderlo en el silencio de la habitación, interrumpido únicamente por sus suspiros. —Lo bueno de estar contigo es que no tengo que ir tan seguido al gimnasio —reflexionó Jacob. Isabella siguió con sus caricias hasta que él, sin poder aguantarse más, se le subió encima y se acomodó entre sus piernas. Tan lista como él, recibió su dureza con un suave gemido, que fue intensificándose a medida que los movimientos de Jacob también lo hacían. La embestía con rapidez, atento a sus ojos adormilados, perdidos en el mejor de lo sueños. Hasta ahora no le había hablado ni una sola vez.—¿Estás despierta? —preguntó entre risas.Ella respondió con gemidos y lo atrajo para besarlo. Lo
Los alaridos de Isabella aferrando a Matilde eran como los de una niña que por fin ha recuperado su juguete más amado; era una madre a la que le habían devuelto el corazón. Inhalaba en su cabello, buscando al aroma que recordaba. Olía a desinfectante para heridas, pero era ella, de eso no había dudas. El llanto de Mary era silencioso. Sus lágrimas caían y se las limpiaba inmediatamente con un pañuelo mientras acariciaba la espalda de Isabella. —La niña ya está con nosotras, tranquila Isabellita. La vas a dejar llena de lágrimas. Con el rostro empapado, Isabella se apartó para secarla. Estaba su hija llena de rasmillones, como si hubiera corrido por entre ramas espinosas. Sus uñas estaban rotas, incluso le faltaban algunas.—¡Mi hermosa niña! —le besó los dedos.Cada herida le dolía a ella en el vientre, donde la había acunado desde que comenzara a existir, y en el corazón, donde viviría por siempre. —Por fin se acabaron las lágrimas y la tristeza, Isabellita. ¡La niña ya está a sa