Samanta. Cierro la puerta de forma calmada, pero por dentro estoy llena de rabia, delante de él quedó como la villana. Respiro profundo y trato de calmarme, pero es en vano, mi rabia crece cada vez mas. Al siguiente día aprovecho que es domingo y salgo para encontrarme con Tatia que está en el país. —Tatia, que bueno que estás aquí, me siento sola.—Le digo dándole un fuerte abrazo. Ella me responde el abrazo y agrega un beso en una de mis mejillas. —Sabes que siempre estare para tí, ahora, hablame de la perra esa. —Me contesta ella al mismo tiempo que pide una piña colada para ambas. Le cuento todo con lujo y detalles nuevamente, y no se porque, pero mi rabia crece cada vez más. Tatia se ríe a carcajadas. —¿Por qué te estás riendo? —Le pregunto un poco incómoda. —Querida, debemos de aceptar que esa chica está bien loca. —Si, pero esa loca me está haciendo la vida imposible, y para colmo, Alberto me ve como la mala del cuento. Tatia me mira de arriba abajo
Samanta. Al salir de la oficina de Dagne, me encuentro a Alberto en el pasillo, este me sonríe y se acerca a mí, me da un abrazo y no me pasa por la mente en ningún momento rechazarlo, me hundo en su pecho y absorbo todo el olor que emana de él, mi corazón se acelera nuevamente, pero ahora de emoción, al levantar un poco la cabeza, Camila nos mira de manera fija, me acuerdo de sus amenazas y sin pensar en nada, levanto un poco la cabeza, Alberto hace lo mismo, nuestras respiraciones se entrelazan, acerco un poco, mis labios a los suyos, y él actúa de inmediato. Nuestros labios bailan al mismo tiempo, chupamos y saboriamos cada uno el sabor del otro. Nos alejamos un poco y puedo imaginar que mi cara está ruborizada por la forma en la que él me mira, sonrió de manera tierna y él me cubre con sus brazos dándome un fuerte abrazo. —Buenos días. —Dice Camila. —Buenos días, Camí, ¿Cómo estás? —Le responde Alberto, sin soltarme. Por mi parte me mantengo neutral con ella, no piens
Samanta. No sé en qué momento, pero Alberto y yo terminamos en una de las habitaciones de la casa. El continuaba besando me, deja mis labios y llega hasta mi cuello, sus manos acarician mis piernas, y cuando posa una de sus manos en mi trasero, no puedo suprimir un gemido, un gemido que lo vuelve más rápido y sin perder tiempo me quita la blusa que tengo puesta. —Espera...—Le digo casi sin poder respirar. —Si, ¿Que ocurre? —Me dice él un poco fuera de sí. —No creo estar lista para esto. Él se queda estupefacto con lo que digo. p—¿Qué? —Es que me da vergüenza, las empeñadas están afuera, nos pueden escuchar. —le respondo apenada. —Si ese es el problema, le busco que hacer fuera. —Creo que necesito tiempo.—Okey, no pienso presionarte. ****A la mañana siguiente, Samanta se levanta temprano y se encuentra con Gloria, desde hace algunos días, está le prepara un licuado que contiene banana, arandanos, avena y otros ingredientes, ayuda a Samanta a tener energía y a no tener tan
Camila. Luego de esta llegar a su preciada casa, dónde gozaba de planear todo tipo de cosas, encontra de medio mundo. —Susana necesito que vengas, ahora. —Le dice a su secretaria, la cual estaba más que acostumbrada a que está la llamara por diferentes nombres. —Si señorita, ¿En qué le ayudo?—Pregunta, la joven chica, que aún está un poco asustada por la forma en que su jefa la llama. —Llama a Gloria y pregúntale ¿cuál es la razón que aún no me ha dado información? —Enseguida. La joven realiza la llamada y luego de unos intercambio de palabras está cuelga la llamada. —Gloria dice que no quiere nada, no hará ese trabajo para usted. Camila se pone roja como un tomate, tener un infiltrado dentro de esa casa era vital para ella y Gloria era la única para el trabajo, debido a que las otras empleadas eran mayores y tenían tiempo trabajando para la familia Monroe. —Envia le un mensaje, dile que le pagaré más, lo que ella quiera... La chica envía el mensaje y la re
Alberto. Llegó a la oficina de Samanta, luego de escucharla lanzar semejante grito, al ver al desgraciado de Gabriel besándola y está llorando de manera desesperada, me lanzó a él, lo apartó de un empujón y le doy una patada en el estómago, este se pone de pie y le doy un puñetazo en la cara, seguido de más puño mientras el trata de cubrirse el rostro. En una de esas Camila trata de apartarme de él, solo veo su cara ensangrentada, pero no me importa. Entre Camila y Tatia me aparta de ese desgraciado y yo solo quiero estrangularlo con mis propias manos, este se pone de pie para irse, pero antes de este dar un pasó, Tatia le lanza un jarrón dejando al hombre inmóvil en el suelo. Luego de eso llama a la policía, Tatia manejo todo el suceso en silencio. Samanta. Luego de lo sucedido, perdí por completo el control de mí, estaba despierta, pero no era yo, no me dí cuenta cuando llegue a casa, solo en el momento que Alberto me dijo que bajara del coche. —Necesito bañarme.
Samanta. Antes de llegar a casa, paso a una farmacia, necesito algo que me ayude a dormir la noche completa y un poco más. Al llegar Alberto está en el jardín, corre de manera rápida para alcanzar me, al bajar del auto me abre la puerta. —¿Necesitas ayuda en algo? —Me pregunta con una cara que si realmente mis padres no me dicen lo que hace, le creo por completo. —Solo quiero dormir—Le respondo de manera seca y me marcho a la habitación. Al llegar me pongo una bata para dormir y antes de llegar a la cama, reviso un mensaje de mi madre, me manda unos análisis donde dice que mi padre está teniendo problemas cardíacos, algo así entendí. Me tomo la pastilla y poco a poco mis ojos se van cerrando. Alberto. Me levanto temprano para estar al pendiente de Samanta, no se que se hace en estos casos, pero no pienso dejarla sola. Termino de arreglarme y le hablo a Tatia para que me informe que ha pasado con el degenerado. La cual me informa que va a tener una reunión con ellos, per
Samanta. Me despierto sin necesidad de alarma, a pesar de que la tengo programa a las 6:30, me desperté una hora antes, me baño, maquillo y me hago unas ondas. Mi alarma suena, lo que indica que ahora sí, son las 6:30, busco algo cómodo y a la vez elegante, la impresión es lo primero que las personas ven, y los Loan no la tendrán tan fácil. Al vestirme duro media hora, desayuno con un plato de fruta, y estoy pendiente por si Alberto aparece a desayunar. Voy al estacionamiento y veo que el auto de Alberto no está, me dirijo a la cocina, dónde están las tres empleadas. —Disculpen. Algunas de ustedes me dice ¿A qué hora salió el señor Monroe? —Le pregunto mirando a todas al mismo tiempo. Todas me miran. —Señora, el señor Monroe, ahh. Él no. —Hace una pausa. —El no durmió aquí, señora. —Termina de decir otra de las empleadas. —Esta bien, gracias. —Le sonrió y continuo mi camino. Llegó a la empresa, y ningunos de los altos mando han llegado, algo que es evidente, t
—Llamando a Samanta desde la tierra. Heyyy—Dice Tatia al mismo tiempo que me empuja de manera suave. —Perdon, ¿Que decías? —Tu cuerpo está aquí, pero tu mente no. ¿En qué piensas? Suelto un suspiro. —Pensaba en Alberto, no lo eh visto desde el día que discutimos, y ya va una semana. —Pero, yo lo veo a diario. —Responde Tatia un poco confusa. —Sii, creo que me evita. Pero me alegra saber que es un hombre inmaduro, que no enfrenta sus problemas. Tatia me mira con cara de pena, y no hay nada que me moleste más que dar pena. El teléfono suena y lo contesto de inmediato. —Diga. —Samanta, la reunión casi va a comenzar.—Responde Dagne del otro lado de la línea. —Gracias, voy en un momento Alberto. Escuchó la voz de mi padre un poco lejos, Muevo un poco la cabeza, como si está acción hiciera que mis pensamientos desaparezcan. —¿Que decías padres? disculpa, no escuché. —Te decía, que no puedes seguir así. Te ves, —se queda pensando, como si no quisieras