Capítulo 31

Franco

Levantaba el cuello de mi camisa acalorado, el tema murió en el instante que Camila habló de lo sucedido esa noche. Ella también pareció incomodarse, comprendo que el nivel de lo pasado en esa habitación pasó por encima de muchos límites.

Llegando a casa bajé del auto, algunas empleadas le ayudaron a mi esposa con sus bolsas.

—Organice rápido su compra, tengo que hablar con usted.

Camila me mira de mala gana, recoge varias de sus bolsas y entra a la casa.

—¿Me escuchó?

—Si, si, más tarde hablo con usted.

¿por qué tiene el mal de defecto de ignorar a la gente? Me deja hablando solo, tiene el lujo de darme la espalda como si no le importara quien soy.

—Daila, organice mi despacho. Tengo algo que atender en un momento.

—Si señor, ya mismo.

Esperé en mi jardín mientras despejaban mi despacho, hay días en los que trabajo y todo queda enredado.

—Señor Collins, alguien lo busca.

—¿A mí? Pero no espero a nadie, ¿Quién es?

—Buenos días, señor Franco.

Phillip Edwards había llegado a mi c
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