Franco—¿No quieres quedarte un poco más?—No, Melli. Es tarde, es mejor que nos vayamos. Mira la hora que es.—Calma, ven aquí.Mellisa me toma del brazo y me hala hacia ella, hasta el lugar donde estábamos acostados.—Melli, por favor, es hora de irme.—Franco, dijiste que te quedarías toda la noche; podemos hacer como siempre hacemos. En la mañana muy temprano te organizas y de aquí al trabajo, normal.—No, ahora que lo pienso bien, es mejor irme a casa. Ya hemos disfrutado gran parte de la noche y de la madrugada, es momento de volver.—Vas a quitarme la comodidad, aquí estamos bien. Si durante tanto tiempo no te ha molestado, ¿Por qué ahora sí?—Es que en casa pasan muchas cosas últimamente y no me gustaría que algo pasara y estar por fuera.—¿Qué puede pasar a esta hora?Melli me abraza e intenta besarme.—Mellisa, te dije que ya no más.—Franco ¿Qué pasa contigo?Solté sus brazos y salí de la cama, me vestí y recogí mis cosas.—¿Quieres decirme que te pasa? ¿Cuál es el problema
CamilaNo sabía ni donde estaba parada, me sentía nerviosa, pero aun así no permitiría que me ganaran los nervios. Puedo aprender, que es lo peor que puede pasar. No creo que sea algo tan difícil, al final si otra persona puede, ¿Por qué yo no?—Camila, tiene que organizarme estos documentos, que sean desde el año más lejano hasta la fecha actual.Franco tenía para mí dos pilas de carpetas, eran tan altas que sobrepasaban el escritorio.—¿Qué?—Así como lo escucha, tiene la mañana y la tarde para terminarlo, si empieza ahora tendrá más tiempo libre.—No terminaré en esta vida, ni en la otra. ¿es una broma?—Es su trabajo, ¿no me diga que el primer día ya siente que es mucho? Solo es organizar información ¿es mucho para usted?—No, no, yo puedo hacerlo. No parece complejo.Me levanté de la silla y me puse de pie frente a las dos torres de carpetas, agarré una de ellas y al abrirla lo primero que salió fue una ráfaga de polvo.—¿De qué año es esto?—Desde que inicié la empresa.Franco s
FrancoLlegué a casa y esperé más de una hora a que Camila llegara, estuve atento a que llamara en cualquier momento para que fueran a buscarla, pero el tiempo pasaba y no lo hacía.—Señor, ¿quiere algo más? ¿quedó con hambre?—No, Daila. Muchas gracias, pero estoy bien.—Oh, creí que se había quedado en el comedor porque tenía hambre.—No, pero sabe, si quiero una taza de té.—Si, señor.Daila va para la cocina, pero la detengo por algo más fuerte, no quiero dormir.—Daila, espere. Mejor me prepara un café bien cargado.—¿Café? ¿ahora?Es raro que lo pida, porque ella sabe que me afecta el sueño.—Si, es que trabajaré hasta tarde y bueno, ya sabe como me pongo.El café no demoró más de un par de minutos, me tomé una sola taza con calma; pero al ver que el tiempo seguía, pedí una más.Miré el reloj y ya eran más de las nueve de la noche, estaba considerando en salir e ir por Camila, me preocupa que le haya pasado algo, digo, no es que me importe; pero sabiendo como es, lo mejor es ten
CamilaEstaba tan cansada que estuve a punto de rendirme, de solo pensar que si dejaba eso como estaba al día siguiente tendría que volver a ver esa montaña de papeles que me estaba dejando sin vida. Tuve en mi cabeza todo momento que yo era capaz, que yo podía, que soy fuerte y valiente; que soy más fuerte que una pila de papel, que Franco no iba a poder conmigo y yo era más que sus limitaciones contra mí.Quiero recuperar lo que le pertenece a mi padre, me he propuesto trabajar arduamente para eso. En algún momento puedo tener mucho dinero, demasiado, tanto que pueda comprar de vuelta ChocoFrench y darle a mi papá el cargo que solo a él le pertenece. El dueño y CEO.—Estamos listos para irnos, Camila ¿aun no termina de comer?—No, sabe que me salí tarde de mis ejercicios.—Ese no es mi problema, sabía que debíamos irnos a esta hora. ¿Por qué no interrumpió sus ejercicios antes?—No podía dejar mi rutina a medias, podría usar la piscina, pero usted me impidió el paso.—Me voy, ya ust
FrancoMelli estaba molesta conmigo, sabía que reaccionaría de esa manera, no solo por no contarle nada sobre el viaje que haré con Camila, si no por tomar decisiones sin comentarle nada con anticipación.—¿Por qué Franco? Ves, esto era lo que decía, empezaste mal. Primero me dices un montón de mentiras, me ocultas cosas, ahora te vas con esa mujer de viaje. ¿no que nada cambiaría?—Nada ha cambiado, en tu cabeza ya se está creando algo que no es, todo sigue igual. Pero quiero que lo veas como algo de trabajo, es mi asistente, no pienso dejarla aquí sola haciendo lo que quiera.En medio de la conversación alguien me llama.—Espera un momento es de la casa.Melli se cruza de brazos, señal de molestia.—¿Hola?—Señor, Franco. Lamento interrumpirlo, pero quería saber algo.—Si, Daila. Dígame.—Es que la señora Lola se acaba de ir y hasta donde veo en su cronograma hoy no le tocaba salida, ¿quería saber si hubo algún cambio para modificar las funciones?—Espere, no comprendo que habla ¿Cu
CamilaComo aquel juego de puzzle, acomodé las cosas en las dos maletas, debo admitir que me causó cierta sorpresa las cosas que tiene Franco en su armario, es ordenado; muy ordenado, entre sus cosas había colecciones de relojes, había trajes de diseñador, todo es casi que único, sus perfumes, zapatos, corbatas, todo. Es un placer tener tantas cosas lindas en frente de mi y poder apreciarlas de cerca.—El señor últimamente está usando esta maleta para viajar, también, lleva esos sacos o forros en los que mete sus trajes para que no se dañen. Por allá en esa maleta guarda otras cosas, pero no estoy segura de que sea. Aquí, en estos estuches, guarda su ropa interior y por acá en estas cajas de terciopelo, las cosas de valor.Daila me hizo una introducción del enorme closet de Franco, es más grande que el de mi padre, unas tres o cuatro veces.—Gracias, Daila. Con esa información puedo hacer las maletas de Franco. En un momento le dejaré los trajes que debe planchar para él, quisiera bus
FrancoEl viaje estaba planificado desde hace unos días antes de casarme, tenía a mis socios seleccionados. Lo que no veía venir fueron los cambios de Phillip Edwards a nuestro acuerdo.—Camila, ¿tiene todo en el auto?—Si, ya está todo.Parece que solo nos queda irnos al aeropuerto.El conductor espero hasta que guardáramos cada cosa, el espacio casi que ni alcanza.—Camila, ¿Por qué llevas tantas cosas? Tampoco nos vamos por un mes.—Lo sé, pero si nos vamos por tres días, lo que es mucho tiempo para una mujer. Aunque no llevo casi nada, sabiendo que no voy de paseo, hay muchas cosas que decidí no llevar conmigo.Nos espera una hora y media de viaje si no hay retrasos.—¿Puedo saber de que son las reuniones? Digo, como su asistente debo saber o contextualizarme, ¿no?—Es sobre la empresa que era de su padre.—¿Exactamente de que tratará?—Es mi proyecto en cuanto a lo que quiero con la empresa ChocoFrench.—¿Podría decirme?—No lo voy a repetir en la reunión, cuando estemos allá se
CamilaHay personas que simplemente no pensamos volver a ver, no por el tiempo o la distancia, es porque nos falta coraje y valentía para enfrentarlas. En mi caso sabía que el amor no me dejaría, el amor que un día le tuve a alguien, una persona que se alejó de mí y desde el enojo la quise distanciar. Quise reemplazar el cariño que le tenía por rabia, para poder sacarla de mi corazón y así no idealizarla, pero las veces que he visto a Beto, no puedo negar que me incómoda. Me desestabiliza, no es porque lo vea con ojos de amor, es porque remueve eventos del pasado.Conozco al señor Jhony hace mucho, sé sobre su familia al igual que ellos conocen la mía. Ese hombre se ganó parte de mi rencor por su manera de rechazar a mi padre y a mí cuando la situación económica nos ganó. Hasta se interpuso para que Beto dejara de hablarme, no quiero ni imaginarme lo que dirá por el hecho de haberme casado con Franco Collins, ante sus ojos seré una vil interesada; pero no me interesa. Por lo menos me