CamilaEra de imaginarse, esos patanes están cortados con la misma tijera. Su pasatiempo de seguro es visitar a esas bandidas en la calle, que sinvergüenza.—Señorita, aquí está su ropa. Si desea puedo acomodarla de inmediato, mientras usted baja a almorzar. El señor Franco está aquí.—Muchas gracias, Lola.—Oh, también dejaré en su closet un vestido que trajo para usted.Salí de la habitación y bajé las escaleras, tenía afán por verlo y decirle lo de mis padres.—Señor Franco, estaba esperándolo.—También necesito hablar con usted, Camila Edwards.—Quiero decirle, que necesito que deja a alguien a mi disposición para cuando necesite algo, porque hoy necesitaba que alguien fuera a casa de mis padres y…—No di la orden, aquí se hace solo lo que yo autorizo.—Pero usted me dijo que yo lo resolviera y…—Le dije que solo yo soy las ordenes, me refería a que usted sola por sus medios lo resolviera; de paso le digo que tiene prohibido gritarle a mi personal, menos encargarles otras activida
CamilaFranco intenta sobrepasarse, me sostuvo con tanta fuerza que maltrataba mi piel. Mis labios se irritaron por la forma brusca de besarme.—¿Qué hace?Lo aparté con fuerza de mí, no toleraba sentirlo cerca.—Camila, no sea una patética. Si no recuerda, usted y yo nos casamos —responde sosteniendo mi mandíbula.—No quiero que vuelva a tocarme.Halé mi brazo con fuerza para apartarlo de mí, quise dejarlo e irme a la barra por un trago, pero él insiste en retenerme.—¿Qué cree que está haciendo? Le dije que sus berrinches de niña pequeña se habían acabado, conmigo no, haga lo que quiera con su padre; pero conmigo no.Franco me tomó de la mano y me volvió a pegar a su cuerpo.—Aquí está mi esposa. Mira cariño, ella es Camila Edwards.—¡Oh! Eres una mujer encantadora, vi tus fotografías de la boda y de inmediato quise saber más sobre la novia más hermosa que he visto.—Es muy linda en decir eso, ahora si me permite, iré a la barra por una bebida.Aproveché el momento para alejarme, Fr
FrancoContenía mis ganas de darle un golpe a la mesa, desde que salí de casa me he aguantado. De por sí ya estaba enojado con ella por lo que pasó en casa, es una grosera prepotente que quiere hacer lo que le plazca. Ahora quiere venir a manejar mis asuntos laborales, que son los más importante a su antojo.Cada vez confirmo lo que presentí de ella el día que la conocí, soberbia e inmadura. De nada le sirvió tanto carácter a Phillip, si al final esta mocosa terminó haciendo con él lo que quiso.—Creo que ya es suficiente de su comentario, mi amor —susurré cerca de su cuello.—Nunca es suficiente, cariño.—Ya, deja el misterio Franco, ¿de que se trata?—No es la gran cosa, ya después lo verán.No quiero que nadie sepa de mis negocios, luego toca rendir cuentas y es lo que menos me gusta. Hasta ahora pretendo llevarla al límite para que se vaya de mi casa y pida el divorcio, si por mi es, hoy mismo le entrego la mitad de ChocoFrench para que termine de tirarla a la basura y no esperar
CamilaEstaba muriendo de miedo, estaba intimidada por ese hombre. Al momento de irse mi alma volvió al cuerpo, estaba aterrada, tanto que quise llorar. Pero no me mostraré débil, no se la pondré fácil.Franco salió de la habitación y de inmediato le puse seguro, sentía enojo y asco por como me tocaba. Aunque estoy conforme por la manera en la que lo llevé a él al límite, su intención era asustarme, intimidarme; por eso no le demostré miedo. Me quedé en mi postura, hasta lo llevé a él a mi juego, juego que no pudo jugar.—Fue una noche intensa, más de lo que pensaba.¿Qué sucede con Beto? Su mirada y su manera de ¿excusarse? ¿Por qué hacerlo ahora? Aquellos días en los que estuve de viaje no parecía dolido o afligido por la ruptura.—Tenía vergüenza de que me viera con Franco, hace poco tiempo era su novia y de repente estoy casada, ¿pensará que lo engañaba?Por qué debo preocuparme por eso ahora, nada de lo que el piense o haya sentido, a mi debe preocuparme. Fui usada por él, jugó c
FrancoEn la noche me transformé, estaba enojado, sentía que ella también había provocado mi reacción. No sé como pudo terminar, de no frenarlo antes, lo más seguro es que…En la mesa pensé en conversar lo que pasó, había mucho más por decir, estaba enojado porque no logré que entendiera lo que quería. Fue algo abrumador cuando la miré, ese fue el momento en el que sentí que pudo terminar mal. Estaba dispuesto a todo.Aquellos ojos hinchados, su cara de tristeza, su cara desencajada me hizo sentir mal. Si, aún seguía molesto, pero me sentí como un monstruo por haber sido brusco con ella, no soy así. No soy perfecto, pero no soy capaz de maltratar a una mujer. Aunque ella, ella y esa lengua que me provoca arrancársela con una pinza.Decidí dejarle una tarjeta porque sentí lástima, debo reconocerlo. Fue como una forma de compensar la manera en la que en su cuarto la toqué a las malas.—Buenos días, señor Collins.Melli llega a mi oficina con una taza de café.—Buen día.—Oye, ¿estás bie
FrancoLevantaba el cuello de mi camisa acalorado, el tema murió en el instante que Camila habló de lo sucedido esa noche. Ella también pareció incomodarse, comprendo que el nivel de lo pasado en esa habitación pasó por encima de muchos límites.Llegando a casa bajé del auto, algunas empleadas le ayudaron a mi esposa con sus bolsas.—Organice rápido su compra, tengo que hablar con usted.Camila me mira de mala gana, recoge varias de sus bolsas y entra a la casa.—¿Me escuchó?—Si, si, más tarde hablo con usted.¿por qué tiene el mal de defecto de ignorar a la gente? Me deja hablando solo, tiene el lujo de darme la espalda como si no le importara quien soy.—Daila, organice mi despacho. Tengo algo que atender en un momento.—Si señor, ya mismo.Esperé en mi jardín mientras despejaban mi despacho, hay días en los que trabajo y todo queda enredado.—Señor Collins, alguien lo busca.—¿A mí? Pero no espero a nadie, ¿Quién es?—Buenos días, señor Franco.Phillip Edwards había llegado a mi c
CamilaLamento haber dejado ir a mi padre de esa manera, esperaba que me fuera con él, en sus ojos veía el desespero. Lo siento papá, no puedo irme. Confío en mi corazonada, algo dice que debo quedarme aquí.Después de esta experiencia no seré la misma mujer débil de antes, Camila Edwards será una mujer independiente, que puede defenderse por si misma, que puede ser de ayuda y soporte. Si pare ser diferente debo quedarme aquí, lo haré. Intentaré recuperar la empresa de mi padre, haré de ChocoFrench un mejor lugar, si después debo devolver la parte de Franco, lo haré. Pero por ahora tengo que aprender de cerca y del mejor.—Señorita, su almuerzo está servido.Lola, es muy atenta conmigo, me cae bien. Le di un obsequio para compensar la manera en la que me he dirigido a ella.—Comeré más tarde, Lolita. Primero voy a la piscina. Vuelvo en un rato.Subí a la habitación para cambiarme, me vestí con mi traje de baño de dos piezas, encima me tapé con una toalla para no pasearme por toda la c
CamilaVi la muerte pasar por mis ojos, como una señal de tener que haberme ido de esta casa cuando mi padre me dijo, pero ya lo decidí. Afrontaré lo que toque, seré fuerte.—Déjame ayudarte.Franco me sostiene, estaba mareada, mi cuerpo hoy colapsó. Quise decirle, no, estoy bien; pero no estaba bien, si daba un paso por mi cuenta caería al piso.—Gracias.Con paso lento me llevaba a mi habitación, me recostó en mi cama y me pidió descansar, reponerme para que mañana estuviera mejor.—¿Estás cómoda?—Si, estoy bien.El Franco que veo ahora es muy diferente al que me recibió en su casa y al que conocí desde hace unos días. Me sorprende que me trate de esta manera, que sea atento y que se preocupe por mí.—Mañana te quedarás en casa, no entrarás a la piscina hasta que… hasta que estés mejor.—Estoy bien, amaneceré bien.—No, quédate en casa, será así hasta que yo te lo indique.No quiero protestar, no quiero pelear con nadie en este momento.—Está bien, me quedaré entonces.Después de c