Capítulo 87. Amenazas.

Alejandro y Amelia se quedaron unos segundos más en silencio, aún sin saber que las palabras que habían intercambiado habían afectado profundamente al pequeño Alexandre.

Mientras tanto, Anaís, se abrazó a su padre, ella se estaba feliz porque después de todo, era su papá y lo seguiría siendo, sin embargo, se dio cuenta por los movimientos de sus labios que estaban hablando de algo más y se quedó en silencio, mirándolos con una mezcla de confusión y curiosidad, y con el inmenso deseo de poder hablar y escuchar.

Justo en ese momento, Esmeralda apareció en la puerta del cuarto de juegos, con un semblante de preocupación. Alejandro se levantó al verla y caminó hacia ella, sintiendo que era el momento adecuado para compartir la noticia que tanto había deseado darle.

—Mamá —dijo Alejandro con una sonrisa que intentó esconder la tensión—, tienes una nieta.

Esmeralda, que siempre había tenido un sexto sentido para detectar las emociones de sus hijos, esbozó una pequeña sonrisa, aunque en sus
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