Capítulo 31. Desencuentros y decisiones.

Esmeralda abrió los ojos de par en par, sintiendo un nudo en el estómago al darse cuenta de que había expuesto más de lo que quería. Se llevó un mechón de cabello detrás de la oreja, un gesto que delataba su nerviosismo, mientras intentaba recuperar la compostura.

—Yo… —comenzó a decir, mientras obligaba a su cerebro a encontrar una excusa, pero la mirada de su hijo la ponía más nerviosa, aunque se animaba a hablar, no podía hacerlo y las siguientes palabras de su hijo, evidenciaron que ya había sido descubierta y debía admitir la verdad.

—Fuiste a verla —más que una pregunta fue una afirmación.

Esmeralda dejó escapar un suspiro de resignación, sabiendo que ya no tenía sentido seguir ocultando la verdad. Sus hombros se hundieron ligeramente mientras asentía con la cabeza.

—Sí, fui a verla —admitió finalmente, su voz, apenas un susurro—. Necesitaba conocerla, entender quién era realmente esta mujer que tanto significa para mi nieta y que quería separarla de nosotros.

Alejandro apretó l
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