Capítulo 20. Sospechas maternas.

Alejandro cerró suavemente la puerta del dormitorio de Anaís, dejando a la niña en los brazos protectores de su abuela. Con pasos pesados, se dirigió hacia su estudio, su mente dando vueltas con las promesas que acababa de hacer. ¿Cómo podría cumplirlas sin poner en riesgo todo lo que había construido?

Se sirvió un vaso de whisky y se dejó caer en su sillón de cuero, mirando fijamente el retrato familiar que colgaba sobre la chimenea. Allí estaba él, con sus padres y su abuelo.

Encendió la computadora y comenzó a hacer algunas tareas pendientes de la oficina, recordó que debía pedir el expediente del nuevo ingreso al día siguiente, para comprobar la identidad de la nueva empleada del Departamento de Tecnología de la Información, porque tenía una extraña sensación que no podía evitar.

Por su parte, la Señora Esmeralda en la cama junto a su nieta, no podía evitar sentirse preocupada, ahora que la había conocido no quería perderla.

Además, aunque sabía que su hijo la había adoptado, no p
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