Capítulo 52
Leila dijo: —Héctor, esta píldora milagrosa es demasiado valiosa, será mejor que te la lleves de vuelta.

Héctor sonrió generosamente: —Leila, ni diez de estas píldoras serían suficientes para expresar lo que siento por ti, por no hablar de una.

—Además, esto es un detalle para el abuelo, que siempre ha tenido mala salud, y después de tomarla, seguro que rejuvenecerá y se pondrá fuerte.

Los Jerano enarcaron una ceja al instante, ¡este futuro miembro de su familia sí que sababía hablar!

Azucena dijo hacia el viejo Jerano: —Papá, mira a tu futuro nieto político, ¿a que es genial? Te ha dado su mayor respeto.

Jorge siguió presumiendo: —Solo alguien como Héctor merece ser mi cuñado, es tan perfecto.

De repente, una débil voz resonó a través del alboroto de los Jerano.

—¡No es píldora milagrosa, y es mejor no dársela al abuelo!

¿Hmm?

La multitud se paralizó.

Inmediatamente después, Azucena gruñó como una tigresa: —Diego, no digas tonterías. Si esto no es píldora milagrosa, ¿qué es?

Jorge se
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