Capítulo 55
—No me entretengas. ¿Dónde está el paciente? ¡Mira que tengo cosas importantes que hacer!

En ese momento entró un anciano togado, nariz alta, cara de caballo. Este entró por la puerta y preguntó impaciente.

Azucena se apresuró a saludarlo y sonrió: —Usted debe de ser el famoso doctor Ramos, por favor, siéntese y tome primero un café.

Quería hacer la pelota y complacer al doctor Ramos, pero en consecuencia, el doctor Ramos la miró levemente y habló como si estuviera mirando a una tonta: —Estúpida, está en juego una vida, ¿no tienes prisa con eso y estás aquí ofreciéndome un café? ¿Quieres que el viejo se muera o qué?

La regañina que la hizo sonrojarse y retroceder.

Leila y los demás se apresuraron a guiar al doctor Ramos hacia delante para examinar al viejo Jerano.

El doctor se sentó frente a la cama y, tras examinarlo, frunció el ceño y murmuró en voz baja: —Qué raro, es realmente extraño...

Héctor dijo: —Señor Ramos, ¿qué tiene de extraño? ¿Es imposible de tratar incluso con sus conoc
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