Capítulo 4
Con un grupo de guardaespaldas abriendo paso, llegó una niña que estaba en camilla.

Junto a la camilla, entre la protección de un grupo de guardaespaldas, una despampanante mujer de alta figura, con medias negras envolviendo sus piernas y cabellos como una cascada, sostenía nerviosamente la mano de la niña, con la voz teñida de un tono sollozante.

—Nata, no te puede pasar nada. Estoy aquí, te salvaré, te lo prometo...

Aunque la situación era urgente en ese momento, muchas personas reconocieron en un primer momento la identidad de esta mujer.

Elisa Milanés, heredera de la famosa familia Milanés de Bandon, era conocida como la primera belleza de Bandon.

¡¡¡El círculo de la moda de Bandon la describía como una belleza con veneno!!!

—¡Señorita Milanés, por favor, no tenga prisa, nuestro hospital hará lo necesario para salvar a su hermana!

El subdirector Isidro Gallegos del hospital se precipitó en el momento, alarmado, e inmediatamente hizo una promesa.

No había manera de evitarlo, el estatus de Elisa era demasiado prestigioso, y la influencia de la familia Milanés en Bandon, aún más.

Ahora que una Milanés se había ingresado en el Hospital Santa Lucía, el hospital solo podía recibirla con todo su sinceridad.

Tras presenciar cómo llevaban a su hermana a urgencias, Elisa se volvió hacia todo el grupo que había llegado.

En el rostro naturalmente encantador que no se podía distinguir sin un solo defecto, todavía estaban las huellas de las lágrimas.

Pero no podía ocultar, en lo más mínimo, el noble temperamento y la enorme aura de esta primera belleza de Bandon.

—Subdirector Gallegos, haga venir inmediatamente al mejor médico de su hospital. Solo tengo una petición, y es salvar a Nata, y después, ¡la familia Milanés se lo agradecerá profusamente!

Isidro asintió solemnemente: —Por supuesto que el mejor equipo de nuestro hospital tratará a una Milanés. Pero la directora no está aquí, así que tendré que hacerlo yo.

—Además, se necesita un excelente médico que me ayude.

Al oír estas palabras, varios médicos se ofrecieron inmediatamente, sobre todo los varones, llenos de excitación y emoción, mirando a Isidro expectantes.

Esta era una buena oportunidad para lucirse delante de Elisa, y siempre que lo hiciera bien, habría muchos beneficios.

Y tal vez incluso podrían conquistar a esta primera belleza.

Al pensar en esto, algunos médicos lucharon por la oportunidad.

Pablo reaccionó de la forma más violenta, corriendo y diciendo acaloradamente a Elisa: —Señorita Milanés, puede llamarme doctor Gallegos. La señorita Natalia se va a poner bien con mi intervención.

Elisa frunció ligeramente el ceño: —Subdirector Gallegos, ¿él es el mejor médico de su hospital? Quiero al mejor, ¡espero que lo entienda!

Esta pregunta sorprendió a Isidro, e inconscientemente miró detrás de él, hacia Diego, que se quedaba bastante lejos.

Un viejo médico de pelo blanco se adelantó y susurró junto al oído de Isidro: —Director, una Milanés es alguien muy importante, y según la petición de la señorita Milanés, creo que Diego es más adecuado que Pablo.

Otro viejo médico con buena reputación también tomó la palabra: —Gallegos, deja que Diego te asista. Sus habilidades son bien conocidas por todos.

Isidro dudó un poco al instante.

Sabía, por supuesto, que Diego era mucho mejor que Pablo.

Aun así no lo eligió.

En cuanto al motivo, era sencillo: Pablo era su hijo.

—Señorita Milanés, este médico es de hecho el mejor médico en este hospital, por favor, créale.

Como Isidro lo dijo, Elisa asintió: —¡Bien, entonces, por favor, demuestren sus habilidades!

Animado, Pablo dijo con confianza: —Solo espere la buena noticia, no voy a defraudarla.

Antes de entrar en la sala, volvió a mirar a Diego, con una sonrisa desdeñosa y petulante asomando a las comisuras de sus labios.

«Tus habilidades médicas son impresionantes, pero yo tengo un padre subdirector.

Sin el apoyo de Leila, no podrás conseguir una mierda del Hospital Santa Lucía...».

—¡Ay, Diego! ¿Por qué no luchas por la oportunidad?

Diego, al fondo de la multitud, era tocado en el hombro por el viejo doctor de antes.

—Diego, eres bien conocido por nosotros los veteranos, tanto por tus habilidades médicas como por tu ética médica. Esta hubiera sido una gran oportunidad para ti, pero Pablo tiene un buen padre, y no se le puede hacer nada...

Diego sonrió ante la consideración y buena voluntad de los dos viejos doctores: —Gracias.

—Pero curar a los enfermos y salvar a la gente es una buena acción, ¡siempre que puedan salvarse, da igual quién lo haga!

Los dos médicos mayores sacudieron la cabeza y suspiraron mientras se alejaban.

Hoy en día, además de ser un buen médico, tenías que tener conexiones y saber hacer amistades.

Pero Diego, aunque tenía buenas habilidades médicas, no sabía hacer amistades.

Esto solo enterrará su futuro, y era una lástima.

Elisa, que estaba protegida por sus guardaespaldas, miró un par de veces hacia Diego.

Desde hacía un momento se había dado cuenta de que el joven médico era el menos competitivo de todos los médicos.

Otros médicos eran unos lameculos.

Pero él, que era bastante guapo, se quedaba atrás y no se movía.

Siendo una mujer inteligente, enseguida se dio cuenta de algo.

—Pregunten por el mejor médico de este hospital por separado.

—Y de paso, entérense de cómo se llama ese médico de ahí.

Llamando a su secretaria, Elisa ordenó.

La secretaria, con un par de guardaespaldas, no tardó en volver junto a Elisa.

—Señorita, este subdirector Gallegos parece habernos mentido.

—Ese Pablo no es el mejor médico de aquí, ni siquiera está entre los primeros de la lista.

La secretaria estaba enojada.

Los ojos de Elisa eran ligeramente fríos, pero no estaba enojada. —No pasa nada, mientras Nata esté bien, puedo dejar pasar todo esto.

La secretaria continuó: —El médico por el que pidió información se llama Diego Larios.

—Este doctor Larios no es alguien común, acabo de preguntar al resto del personal médico y todos dicen que es básicamente uno de los mejores del Hospital Santa Lucía, ¡incluso muchos de los médicos experimentados de más edad no pueden ponerse a su altura!

En la cara de Elisa hubo un momento de sorpresa.

Le había pedido a su subordinada que preguntara por ahí por capricho, pero no sabía que el doctor Larios era tan famoso aquí.

Por lo que parecía, también era bastante joven, lo que era más extraño.

Porque era bien sabido que cuanto más experiencia, más grandes eran los méritos.

La secretaria puso expresión extraña en ese momento y añadió: —Hay más historias sobre este doctor Larios, señorita.

Elisa sonrió: —¡Suelta!

La secretaria tuvo ganas de hablar: —¿Sabe de esa presidenta guapa del Grupo Jerano que siempre la ha imitado, y ha sido adorada por innumerables personas como una diosa igual que usted?

—Pues hay rumores de que ha estado manteniendo a un hombre, señorita, ¿adivina quién?

Elisa se quedó estupefacta: —No irás a decir que es este doctor Larios, ¿verdad?

La secretaria se rio: —Exacto. Aunque el doctor Larios da pena, pero básicamente todos de Bandon se enteraron de que Leila dejó al mantenido y se va a comprometer pronto con el señor Iglesias.

Elisa negó con la cabeza: —Es muy joven y tiene grandes dotes médicas. Si tomara el camino correcto y no pensara en depender de una mujer, podría ser más atractivo, es una pena que tomara el camino equivocado.

Terminaron la charla.

La puerta de urgencias se abrió de golpe.

Dos enfermeras salieron corriendo presas del pánico: —¡Malas noticias, las constantes vitales de la paciente han bajado drásticamente y su respiración casi se ha detenido!
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