Por mucho que Aren y Oto se esfuerzan para ver la nube negra que señala Gil, no distinguen nada. En cambio, sienten una fuerza poderosa que quiere obligarlos a convertirse en Arcontes. Trata de convertirse en humano y tampoco puede ni comunicarse con su hermano.—¡Corre Aren, Oto! Gritaba Gil desesperada al ver que ellos no se movían y tiraba con todas sus fuerzas por la cabeza de su lobo que parecía que estaba petrificado.—Aren, es quien nos puso la maldición. La está reactivando —dijo Oto que luchaba por moverse a la par de su humano.—¿Qué dijiste Oto? —preguntó Gil que lo escuchó en su cabeza—, ¿esa cosa es quien les hizo esto? —Si Gil, tienes que huir. ¡Corre, no debe descubrir quién eres o te matará! No nos hará nada, nosotros le interesamos mucho, debes irte si te destruye a ti acabará con nosotros, vete mi Luna, por favor. Le rogaba Oto al sentir la determinación de ella de no abandonarlos. Por su parte Gil veía como la horripilante nube negra se comenzaba a convertir
Gil se queda en espera que Aren responda. El Alfa la mira fijamente viendo que espera por una respuesta anhelante. Comienza a caminar hacía ella, que le sonríe y sale de atrás de sus padres a su encuentro. Confía en él y en su lobo. ¡Ellos serían incapaces de hacerle eso! Aren avanza despacio sonriente hacia su Luna, un aura dorada lo envuelve y una plateada a Gil, van a enlazar sus almas si se unen y sus padres lo saben, aunque ellos no. Caminan mirándose a los ojos con una enorme sonrisa de felicidad, el Alfa abre los brazos en una clara invitación de llamado y aceptación a su Luna, que extiende los suyos para abrazarlo también, aceptándolo. Serafín y Nara se miran entre ellos sin poder creer lo que ven. ¿Cómo es posible que sea de esa manera? ¿Cómo salvar a Gil si ella lo ha aceptado hasta ese extremo? No saben que hacer por un instante, diciendo lo mismo en sus mentes. Son parejas destinadas, mitades y se necesitan para estar completos. Se han encontrado, reconocido y aceptad
Todos se quedan mirando a Serafín que se pone de pie y se pasea por la estancia. Trata de recordar con lujo de detalles lo que sucedió desde el momento que pisaron la tierra de los humanos y reencarnaron en hombres lobos. Suelta un suspiro y se gira para ellos que lo observan expectantes. El aire de la ventisca arrecia, haciendo que el sonido del viento al pasar por el castillo, produzca sonidos como de lamentos. Gil inconscientemente aprieta a Aren, que pasa un brazo por sus hombros.—No tengas miedo, mi Luna. Este castillo es muy seguro, solo es el aire.—Da miedo Aren.—Sussss … Los manda a callar Enril que al parecer es el que más interés tiene en lo que va a exponer Serafín, que ahora le parece todo un maestro por la actitud que ha adoptado. Se acaricia la barba blanca sin dejar de caminar de un lado a otro hasta que se detiene de frente a ellos e inicia.—Los Arcontes hijos, somos seres celestiales. Somos los enviados por los dioses a cuidar, vengar o juzgar las injusticias
Claro que puedes, porque el Arconte Mayor de Aren ya se hizo presente, no necesitas de la presencia de Aren, solo que su Arconte saliera. A partir de ahora como él apareció y llamó al tuyo, ya te liberó. Puedes convertirte cada vez que lo necesites, no necesitas de tu hermano, solo que apareciera su Arconte y ya lo hizo. Pero si el Arconte de Aren vuelve a dejar de salir, el tuyo también. Solo tendrás completo poder sobre tu Arconte como yo, si Aren muere. —¡Vaya, cómo estamos aprendiendo! —exclama Aren. — ¿Y por qué el consejo no los mató a ustedes que los consideraban Arcanos menores? —Ja, ja, ja… Ríe Serafín ante la inocencia del Alfa Aren, sabe el motivo pero le recuerda a alguien que solía ser como él, su padre. Por eso los sigue educando. Los que dominan el consejo, no tienen los suficientes poderes para acabar con nosotros los Arcontes menores como nos pusieron. Nos dejaron tranquilos, porque ellos podían gobernar esta gran ciudad y manada de licántropos. Debido a que le pusi
Todos los presentes giran la cabeza hacia Gil y Aren, quienes están enfrascados en un tenso enfrentamiento. De repente, con una brutalidad sorprendente, Aren se inclina y toma a Gil por las piernas, cargándola sobre su hombro sin mostrar esfuerzo alguno. A pesar de las protestas airadas de Gil, quien golpea desesperadamente la espalda de Aren, este se la lleva consigo con determinación. Enril dirige una mirada hacia los padres de Gil, encogiéndose de hombros en señal de resignación, indicándoles con gestos que lo sigan. Nara suspira profundamente y sigue a Serafín, cuyos ojos se desvían constantemente hacia la puerta por donde desaparecieron el Alfa Aren y su Luna Gil. —Es aquí—, murmura Serafín con voz firme. —Se quedarán aquí esta noche. No se preocupen, Aren es como un niño. Al final, hará todo lo que su Luna desee. —¿Estás seguro de que no la obligará a nada?— cuestiona Serafín, luchando por contener el impulso de ir en busca de su hija. —Gil acaba de cumplir la mayoría de edad
Decidida a superar esta brecha y encontrar una conexión más profunda con el Alfa Aren, que es su mitad decretada por la diosa Luna. Gil se promete a sí misma aprender y adaptarse a sus costumbres, a medida que navegaran juntos en su viaje hacia la comprensión mutua y el amor verdadero. —Entiendo, pero ¿por qué me cargó y me trajo a la fuerza como si fuera un animal en lugar de pedírmelo amablemente? Yo habría venido, no quiero dejarlos solos. Me preocupa que papá le haga algo. —¿En serio, mi Luna? — responde Oto con sorpresa en su voz. —Sí, Oto. Así que no lo hagan más. No me carguen como si fuera un saco. No es agradable. —Lo prometemos, mi Luna. Obligaremos a Aren a aprender de nuestro Arconte, aunque sea reacio. Después de la maldición, nunca quiso estudiar, a pesar de los intentos de Enril por obligarlo. Lo único que lograba era que se refugiara en la cueva durante años. Vivimos como lobos, él no se relacionó con ningún humano y gruñía a aquellos de la manada que se acercaban.
Aren, la mira sin entender qué le sucede, y mostrando cierta resistencia a ceder en sus costumbres, como si fuera un niño pequeño. Gil recuerda lo que le pidiera Oto, por eso suaviza su manera de hablar y se decide a enseñarlo.—Cárgame, pero no así, por favor —sonríe al ver cómo la mira intrigado, y se le olvida la molestia al ver la inocencia en sus ojos. — Ven aquí, coloca tu mano derecha en mis piernas, y la izquierda en mi espalda y cárgame, yo me sujetaré de tu cuello.—¿Así mi Luna? Pregunta sonriente y feliz Aren, de poder cargar de nuevo a su Luna. También le gusta más esta manera, porque puede ver el rostro de su Luna. Que en ese momento está muy ruborizada por estar en sus brazos y con él mirándola embobado—Sí, ¿ves que es más hermoso? Te ganaste un beso —y lo besa en la mejilla, notando como Aren se sonroja, al igual que ella —es…, es más bonito. Bájame ahora. Aren no quiere hacerlo y como ella lo besó hace lo mismo, dándole un cariñoso beso en la mejilla como hiciera
Todos se reunieron temprano en el bosque, justo fuera del castillo. Se han transformado en humanos. Aren se ha convertido en un joven casi de la misma edad que Gil, dando la apariencia de que son dos hermanos junto a sus padres. Aunque se comporta como siempre, algo en él es diferente. La forma en que mira y sonríe a Gil ha cambiado. Además, se mueve con seguridad y a veces avanza antes que los demás, para luego quedarse atrás como si cuidara de todos, dando a entender que es un verdadero Alfa que cuida de su manada. Permanece constantemente atento a su Luna, ayudándola y protegiéndola para que no le caiga nieve, incluso ha traído una capa para cubrirla. La toma en sus brazos cuando la ve hundirse en la nieve. Serafín y Nara lo miran asombrados, mientras que Gil se siente feliz de que Aren la trate de esa manera. Le sonríe ampliamente y, como le enseñó la noche anterior como debía cargarla él lo hace cuando la toma en sus brazos, ella feliz le acaricia el rostro, satisfecha de que