—Hija, los lobos somos muy posesivos. Si no te marca con su olor, Aren y Oto tendrían que luchar con otros jóvenes por ti. Eres muy hermosa y una loba Alfa que atraerá a todos los lobos Alfas de la manada que querrán marcarte, mejor así, como una pareja casada joven. Gil intenta expresar su descontento, pero se encuentra con una negativa tajante de parte de su padre que no le gusta para nada que ella le esté discutiendo delante de todos su autoridad. —Pero...—¡No hay peros, será así como lo dije, hija! Deja de hacer eso, nunca antes me has faltado de esa manera Gil, ¿es que acaso dejaste de confiar en la sabiduría de tu padre? Gil se calla con los ojos llenos de lágrimas frustrada, preguntándose, ¿por qué todo en su vida tiene que ser tan complicado? Nara, al darse cuenta de la frustración de Gil, se acerca en un intento de calmarla. Escuchando como baja la cabeza ante su padre y susurra.—Disculpa papá…—Hija, eso no significa que Aren no tenga que esforzarse por conquistarte. N
Cambia el tema el Alfa Aren, porque está escuchando el corazón muy acelerado de su Luna y teme que le vaya a pasar algo. —Sí, me gusta mucho. Es hermoso. Gracias, lo usaré siempre. Responde Gil, tomándolo para observarlo, mientras le sonríe a Aren encantadoramente, haciendo que sea ahora su corazón el que salte acelerado.—Era de mamá, siempre lo traía con ella—le cuenta con nostalgia mientras lo ve en el cuello de su Luna.—¡Pues no puedo usarlo Aren, los enemigos de tu manada se darán cuenta enseguida de que era de ella y sabrán que soy tu Luna! Exclama Gil y hace ademán de quitarlo. Haciendo que Aren sin darse cuenta comience de a poco a brillar sintiendo que con ese gesto, su Luna lo está rechazando. Ese collar es la muestra de que es la Luna legítima de la manada, su mitad, su alma gemela y solo ella después de su madre tiene derecho a llevarlo. Serafín al verlo se acerca rápidamente.—Eso es cierto Aren. Gil, ahora no lo quites, escóndelo dentro de tu ropa, después lo guarda
Serafín se detiene, y lo observa en silencio un momento recordando que ha decidido ser su Antiguo y Maestro, se acerca al Alfa Aren. —Sí, se puede, ustedes son muy poderosos, su padre lo hacía mucho para pasar encubierto. No sé por qué no se los enseñó cuando eran niños. —Disculpe señor Serafín, a lo mejor lo hizo, pero lo olvidamos por la maldición —aclara Aren. —¿Puede por favor enseñarme? —Alfa Aren, permíteme compartirte una verdad trascendental —comienza Serafín con serenidad—. El Arconte Mayor que reside en tu interior posee una fuerza sin igual. Es capaz de manifestar tus deseos más profundos con solo un pensamiento. Aren escucha atentamente, su mirada reflejando curiosidad y asombro ante esta revelación. Serafín con sabiduría en sus palabras, explica cómo el Arconte Mayor que habita en él es el más poderoso de las tres entidades presentes en su ser.—Este poderoso Arconte es el guardián supremo de tu ser y está íntimamente conectado contigo y con el destino de la manada.
Leía se encuentra abrumada por una mezcla de incredulidad, asombro y confusión. La idea de estar conectada a Enril, aquel con quien ha compartido una relación tensa y conflictiva durante tanto tiempo, es difícil de asimilar. Su mente se llena de preguntas sin respuesta mientras lucha por reconciliar esta nueva verdad con las percepciones que ha tenido de Enril en el pasado. Enril, por su parte, se encuentra en un estado similar de incredulidad y sorpresa. Su corazón se ve sacudido por la revelación de que la persona a la que ha odiado y desafiado constantemente es en realidad su alma gemela. Se debate entre la necesidad de aceptar esta conexión profunda y el miedo a abrirse emocionalmente después de tanto resentimiento. La confrontación de esta verdad provoca un torrente de emociones encontradas en ambos. El resentimiento y el rencor pasados se entrelazan con una chispa de curiosidad y la posibilidad de una conexión más profunda. La negación se enfrenta al deseo de explorar la rel
Nara miró a Gil con angustia, notando cómo su brillo dorado se desvanecía lentamente y era reemplazado por una sombra ominosa. Sus ojos se llenaron de determinación mientras se acercaba a su hija y la examinaba detenidamente.—La maldición que afecta a nuestro Alfa está apoderándose de Gil —explicó Serafín con voz firme. —Es una maldición ancestral que se ha transmitido a través de sus link de mitades, mi Alfa. Temía que esto pudiera suceder, pero no esperaba que fuera tan pronto.Serafín sintió un nudo en la garganta mientras observaba a su hija luchando contra las fuerzas malignas que la envolvían. La preocupación se reflejaba en su rostro.—¿Hay algo que podamos hacer, Serafín? —preguntó, desesperada por encontrar una solución.Serafín cerró los ojos por un momento, concentrándose en su sabiduría ancestral. Luego, abrió los ojos y miró a Nara con determinación.—Vamos, Nara. No hay tiempo que perder —dijo Serafín, tomando la mano de Nara con determinación—. Debemos salvar a nuest
Cuando los Arcontes fueron acusados y condenados porque habían desafiado a las fuerzas divinas, su insolencia fue castigada por mandato superior. La diosa Luna, quien ejercía su influencia sobre la naturaleza y la transformación de los Licántropos, recibió la tarea de confinar a los rebeldes en una forma de existencia que les recordara constantemente su desobediencia. Sin embargo, la tarea asignada a la diosa Luna era compleja y desafiante. Los Arcontes eran seres superiores, cuya esencia estaba arraigada en la dualidad de lo divino y lo humano. Su naturaleza trascendía las limitaciones de las criaturas que habitaban el mundo. Por lo tanto, simplemente alojarlos en los seres creados existentes no sería suficiente. La diosa Luna se esforzó por cumplir con el mandato, pero pronto se dio cuenta de que no podía separar completamente el alma del lobo del alma humana e introducir en su lugar a los Arcontes. En vez de anular una de las esencias, se produjo una fusión única y misteriosa cua
La Manada Nanutet se oculta en un paraje oscuro y siniestro entre montañas, sumido en una densa neblina que envuelve el lugar en un aura misteriosa y ominosa. El entorno está plagado de árboles retorcidos y marchitos, con ramas que se entrelazan formando figuras grotescas y sombras amenazantes. La luna llena apenas se asoma entre las nubes negras, arrojando una luz pálida y fantasmal sobre el terreno desolado. Los aullidos distantes de los hombres lobos de Nanutet se escuchan como lamentos siniestros que hacen estremecer a cualquiera que los oiga. Está compuesta por hombres lobos ávidos de poder, que acechan desde tiempo inmemorables al Arconte Mayor del Alfa Aren, porque quieren apoderarse de su poder. Su maldad se mezcla con las fuerzas malignas del inframundo, creando una alianza peligrosa y tenebrosa que busca sumir al mundo en la oscuridad absoluta. Están reunidos los antiguos con el Alfa en su despacho. Su hija llamada Luna está presente. El aire está cargado de una energía o
La mención del Desuellamentes, una figura misteriosa y poderosa, evoca un sentimiento de temor en el Alfa. Sabe que sus acciones tienen consecuencias y que enfrentar las demandas de una entidad tan implacable no será fácil. Se siente atrapado entre el deseo de obtener el poder de los Arcontes mayores y la necesidad de cumplir lo pactado. El silencio se extiende entre el Alfa y su beta, ambos inmersos en sus propios pensamientos, buscando respuestas y estrategias para enfrentar los desafíos que les aguardan. —Podemos decir que esa luz dorada que apareció y desapareció ante nuestros hombres también afectó a la señorita Luna. Cambiar su apariencia podría ser nuestra mejor oportunidad para engañarlo —comenta el beta, sugiriendo una estrategia.—Es posible. No sabemos con certeza si el Alfa Maldito y su hermano realmente pueden convertirse en Arcontes —responde el Alfa con incertidumbre—. Es lo que el Desuellamentes afirma, pero todo esto ocurrió hace mucho tiempo, cuando la antigua Luna