Serafín se detiene, y lo observa en silencio un momento recordando que ha decidido ser su Antiguo y Maestro, se acerca al Alfa Aren. —Sí, se puede, ustedes son muy poderosos, su padre lo hacía mucho para pasar encubierto. No sé por qué no se los enseñó cuando eran niños. —Disculpe señor Serafín, a lo mejor lo hizo, pero lo olvidamos por la maldición —aclara Aren. —¿Puede por favor enseñarme? —Alfa Aren, permíteme compartirte una verdad trascendental —comienza Serafín con serenidad—. El Arconte Mayor que reside en tu interior posee una fuerza sin igual. Es capaz de manifestar tus deseos más profundos con solo un pensamiento. Aren escucha atentamente, su mirada reflejando curiosidad y asombro ante esta revelación. Serafín con sabiduría en sus palabras, explica cómo el Arconte Mayor que habita en él es el más poderoso de las tres entidades presentes en su ser.—Este poderoso Arconte es el guardián supremo de tu ser y está íntimamente conectado contigo y con el destino de la manada.
Leía se encuentra abrumada por una mezcla de incredulidad, asombro y confusión. La idea de estar conectada a Enril, aquel con quien ha compartido una relación tensa y conflictiva durante tanto tiempo, es difícil de asimilar. Su mente se llena de preguntas sin respuesta mientras lucha por reconciliar esta nueva verdad con las percepciones que ha tenido de Enril en el pasado. Enril, por su parte, se encuentra en un estado similar de incredulidad y sorpresa. Su corazón se ve sacudido por la revelación de que la persona a la que ha odiado y desafiado constantemente es en realidad su alma gemela. Se debate entre la necesidad de aceptar esta conexión profunda y el miedo a abrirse emocionalmente después de tanto resentimiento. La confrontación de esta verdad provoca un torrente de emociones encontradas en ambos. El resentimiento y el rencor pasados se entrelazan con una chispa de curiosidad y la posibilidad de una conexión más profunda. La negación se enfrenta al deseo de explorar la rel
Nara miró a Gil con angustia, notando cómo su brillo dorado se desvanecía lentamente y era reemplazado por una sombra ominosa. Sus ojos se llenaron de determinación mientras se acercaba a su hija y la examinaba detenidamente.—La maldición que afecta a nuestro Alfa está apoderándose de Gil —explicó Serafín con voz firme. —Es una maldición ancestral que se ha transmitido a través de sus link de mitades, mi Alfa. Temía que esto pudiera suceder, pero no esperaba que fuera tan pronto.Serafín sintió un nudo en la garganta mientras observaba a su hija luchando contra las fuerzas malignas que la envolvían. La preocupación se reflejaba en su rostro.—¿Hay algo que podamos hacer, Serafín? —preguntó, desesperada por encontrar una solución.Serafín cerró los ojos por un momento, concentrándose en su sabiduría ancestral. Luego, abrió los ojos y miró a Nara con determinación.—Vamos, Nara. No hay tiempo que perder —dijo Serafín, tomando la mano de Nara con determinación—. Debemos salvar a nuest
Cuando los Arcontes fueron acusados y condenados porque habían desafiado a las fuerzas divinas, su insolencia fue castigada por mandato superior. La diosa Luna, quien ejercía su influencia sobre la naturaleza y la transformación de los Licántropos, recibió la tarea de confinar a los rebeldes en una forma de existencia que les recordara constantemente su desobediencia. Sin embargo, la tarea asignada a la diosa Luna era compleja y desafiante. Los Arcontes eran seres superiores, cuya esencia estaba arraigada en la dualidad de lo divino y lo humano. Su naturaleza trascendía las limitaciones de las criaturas que habitaban el mundo. Por lo tanto, simplemente alojarlos en los seres creados existentes no sería suficiente. La diosa Luna se esforzó por cumplir con el mandato, pero pronto se dio cuenta de que no podía separar completamente el alma del lobo del alma humana e introducir en su lugar a los Arcontes. En vez de anular una de las esencias, se produjo una fusión única y misteriosa cua
La Manada Nanutet se oculta en un paraje oscuro y siniestro entre montañas, sumido en una densa neblina que envuelve el lugar en un aura misteriosa y ominosa. El entorno está plagado de árboles retorcidos y marchitos, con ramas que se entrelazan formando figuras grotescas y sombras amenazantes. La luna llena apenas se asoma entre las nubes negras, arrojando una luz pálida y fantasmal sobre el terreno desolado. Los aullidos distantes de los hombres lobos de Nanutet se escuchan como lamentos siniestros que hacen estremecer a cualquiera que los oiga. Está compuesta por hombres lobos ávidos de poder, que acechan desde tiempo inmemorables al Arconte Mayor del Alfa Aren, porque quieren apoderarse de su poder. Su maldad se mezcla con las fuerzas malignas del inframundo, creando una alianza peligrosa y tenebrosa que busca sumir al mundo en la oscuridad absoluta. Están reunidos los antiguos con el Alfa en su despacho. Su hija llamada Luna está presente. El aire está cargado de una energía o
La mención del Desuellamentes, una figura misteriosa y poderosa, evoca un sentimiento de temor en el Alfa. Sabe que sus acciones tienen consecuencias y que enfrentar las demandas de una entidad tan implacable no será fácil. Se siente atrapado entre el deseo de obtener el poder de los Arcontes mayores y la necesidad de cumplir lo pactado. El silencio se extiende entre el Alfa y su beta, ambos inmersos en sus propios pensamientos, buscando respuestas y estrategias para enfrentar los desafíos que les aguardan. —Podemos decir que esa luz dorada que apareció y desapareció ante nuestros hombres también afectó a la señorita Luna. Cambiar su apariencia podría ser nuestra mejor oportunidad para engañarlo —comenta el beta, sugiriendo una estrategia.—Es posible. No sabemos con certeza si el Alfa Maldito y su hermano realmente pueden convertirse en Arcontes —responde el Alfa con incertidumbre—. Es lo que el Desuellamentes afirma, pero todo esto ocurrió hace mucho tiempo, cuando la antigua Luna
En el ala del palacio donde Enril había ubicado a la familia de Gil, todos se encontraban reunidos, disfrutando de un desayuno en un ambiente feliz. Leía, la compañera de Enril, también estaba presente, irradiando alegría a su alrededor. Enril no podía apartar la mirada de ella, cautivado por su presencia.—¿Qué me miras? —Le preguntó Leía con curiosidad, notando la mirada intensa de Enril.—Mi Arconte y yo, queremos y hemos pensado que tu mechón de pelo sea azul. Iluminaría tus ojos y te daría un toque muy especial. Respondió Enril, con una mezcla de emoción y expectativa en su voz y sin más se lo cambió a azul. Leía quedó atónita ante lo que hizo Enril, sin poder contener su sorpresa y molestia.—¿Te has vuelto loco? ¡Todo el mundo se dará cuenta! ¡Vuelve a ponerlo del color de tu lobo! —exigió, sintiéndose preocupada por las posibles consecuencias.Gil intervino en la conversación, tratando de buscar una solución para el dilema de Leía. Que a ella le resultaba un gesto encantador
Enril se quedó mirando la actitud desconfiada de su mitad, y sonríe, ella no ha cambiado a pesar de haberlo aceptado. Se le acerca sonriente sin dejar de ver como su cercanía hace que se sonroje.—No seas tan desconfiada Leía y haz lo que te pido, por favor —respondió Enril en tono juguetón.Gil, que notó el nerviosismo de Aren, se acercó a él y le extendió la mano. El Alfa la miró con temor, pero decidido, le colocó una hermosa pulsera de perlas blancas y doradas con un delicado colgante en forma de media luna en su muñeca.—Perdóname, mi novia, por no haberte complacido antes —solicitó Aren con voz apesadumbrada—. ¿Quieres acompañarme en una cita de enamorados po