—Ya, veo que todavía no han hablado —dice Enril de pronto y cambia de tema para no decirle. — ¿Cómo te sientes?—Mejor, aunque me duele mucho todo mi cuerpo —respondió Gil aún un poco temerosa y sin poder creer que ese extraño en verdad fuera hermano de su lobo. Enril dejó de observarla ante la mirada roja que le dedicó Oto, y se puso a sacar de la cesta todo lo que había llevado y acomodarlo en la mesa que existía en una esquina ante la mirada de Gil, que no se movía de su lugar sentada en la cama, detrás de Oto, que ronroneaba al sentir como ella no dejaba de pasar su mano por detrás de una de sus orejas cosa que le gustaba mucho. —Te traje unos calmantes y esa sopa —habló Enril mostrando lo que decía. — Debes comerla ahora, es mejor si te la tomas caliente. No vayas a salir de aquí, come y duerme todo lo que puedas para que sanes más rápido. Y no te preocupes, estoy seguro de que tu lobo Oto, no dejará que nadie se acerque a ti, ni te haga nada. —¿Dónde estamos? Preguntó Gil
Oto se esfuerza para dejar salir a Aren, pero no lo logra y no comprende el por qué. ¿Qué sucede? Se pregunta asustado mientras insiste una y otra vez. Hasta que se acuerda que Aren solo se ha convertido en humano, cuando Gil lo mira con sus ojos dorados. Y comprende todo, es su Luna quien hace que se convierta en humano, no ellos. La maldición no deja que ellos lo hagan por ellos mismos. Se acerca despacio a donde Gil, lee el libro junto a la chimenea. Se sienta a su lado en espera que llegue a la parte en que explica lo de las mitades. Resopla sacudiendo su cabeza lo cual hace que Gil salte asustada.—¡Ay me asustaste Oto! —Lo mira y se comienza a reír, al ver que sigue como lobo y tiene cara de frustración. —Ja, ja, ja…, ¿qué pasó mi lobo? ¿Por qué no te convertiste en humano? ¿No me acabas de asegurar que podrías hacerlo? ¡Vamos, no seas malo! Quiero verlo con mis propios ojos. Ja, ja, ja… Deja de tomarme el pelo, lo sabía que no podías ser verdad, ja, ja, ja… Sigue riendo Gil
Vuelve a preguntar porque ahora le parece algo maravilloso. Ya se imagina corriendo libre por el bosque, sin miedo. Acompañada de Oto, aullar a la Luna y muchas más cosas que ha querido hacer siempre. Ahora entiende porque adora la noche y esa necesidad que tenía siempre de salir en las noches y estar en el bosque. Es una loba, ¡una loba! Aren la mira y escucha sus pensamientos, siente su deseo de ser una loba y le dice con precaución, porque también puede sentir que Lúa está muy débil.—No lo sé, mi Luna. No es buena idea que lo fuerces. Debías haberlo hecho en tu cumpleaños pero te raptaron, y además te trajeron para esta zona que la luna en este tiempo no se ve. Probaremos la próxima luna llena, ¿de acuerdo? Debemos fortalecer a tu loba para que pueda salir. Te ayudaré.—Bien, bien, ¿podremos ir a correr al bosque? —Sí, mi Luna. Pero, nadie puede saber de qué eres mi mitad, corres un gran peligro aquí.—¿Por qué?—Tus padres fueron acusados injustamente de matar a mi padre —le c
Aren mira a Gil sin gustarle que no la pueda llamar como debe. Le gusta mucho y esperó muchos años para decirle mi Luna. Y ahora ella quiere evitar que lo haga. Oto también está igual, está feliz porque al fin después de tan larga espera puedan al fin decir mi Luna. —Aren, Oto, no se pongan así, mi novia significa lo mismo, es como decir mi Luna, pero en el lenguaje de los humanos.—Me gusta, ¡mi novia! —al fin comprenden.—Ji, ji, ji…, todavía no me has pedido ser tu novia. No me lo puedes decir —le aclara Gil pero se ruboriza al escucharlo. —¿Tengo que pedírtelo, mi novia? —pregunta realmente asombrado. —Dijiste que es mi Luna en lengua de los humanos. Y a ti te envió la madre luna, no tuve que pedirte que lo fueras. ¡Eres mi alma gemela destinada a mí, soy un Alfa, por tanto tu eres mi Luna! Eso es el lazo de mitades hecho por la madre Luna, nosotros no intervenimos en sus decisiones, tu eres mi Luna, por tanto en el lenguaje humano eres mi novia. No tengo que pedirte nada, porq
El día es muy tenebroso, la nieve cae sin parar. El bosque está lleno de su blancura y no deja ver a un paso de distancia. Hay un extraño silencio como si una gran amenaza se cerniera sobre todos los habitantes del lugar y hubiesen decidido esconderse. Una pareja de lobos avanza con dificultad por entre la tempestad, desafiando a la naturaleza. Son los padres de crianza de Gil, han dejado hace mucho tratando de escapar de quienes los perseguían la vieja camioneta desapareciendo debajo de ramas y nieve, luego has estado avanzando lentamente pero sin defenderse rumbo a las grandes montañas heladas.—Ya no puedo más Serafín —dice Nara deteniéndose para tomar aire. —Estoy congelada, necesito un respiro. —Falta poco Nara, está allí —dice Serafín señalando a lo lejos. — Aquella montaña que ves. Nos refugiaremos en la cueva que conocemos. Si nos detenemos nos van a atrapar, no han perdido nuestra huella, los puedo sentir. Vamos, un poco más y estaremos a salvo con el Alfa.—Nieva tan fuer
Oto corre por entre la nieve a todo lo que le dan sus patas. Trató de convertirse en Arconte y teletransportarse, algo que le fue imposible. Al fin llega a la habitación, para encontrarse a su hermano Enril convertido en Arconte y a Gil levitando en un círculo de energía que proyectaba Enril.—¿Qué es lo que pasa Enril? ¿Qué le haces a mi Luna?—Al fin llegas Aren, rápido conviértete en Arconte —le dice Enril mirándolo aliviado y sigue explicando. — Vine a ver qué pasaba porque sentía una energía muy extraña, y me encontré a Gil así a la vez. Creo que la hija de la madre luna, quiere anular a la humana en ellas.—¡No podemos permitir eso! Gritan al mismo tiempo Aren y Oto. Tocan a Gil que los mira con sus ojos dorados , convirtiéndose en un gigante Arconte Mayor al instante. Tan grande que se dobla para no destruir todo, su hermano al verlo le dice.—¡Reduce tu tamaño Aren, o destruirás el castillo! —¿Cómo?—Solamente piensa en tener tu tamaño de humano. Te lo enseñé la otra vez,
Aren se quedó mirando el hermoso cabello dorado de su Luna, sintiendo una inmensa felicidad al escucharla decir de que se lo dejara así. Gil no sabía la felicidad que le estaba dando en ese momento a su mitad. Pues al aceptar mantener el color de su Arconte era como estarlo aceptando en su entidad superior y eso era algo que el Arconte Mayor valoraba mucho. No obstante le preguntó.—¿En serio te gusta? —y sonríe feliz al ver que su Luna le gusta su color de Arconte. —Creo que puedo devolverte el color del tuyo.—Sí, nunca me gustó mi cabello blanco, no por el color —aclara. — Si no, porque todos los humanos me miraban raro, así que como dijimos qué me ibas a dejar vivir aquí contigo, nadie sospechará, ni corremos el riesgo de que alguien me reconozca de antes. ¿No crees? ¿Y los ojos azules por qué?—Creo que eso es culpa tuya, mi Luna —explica volviendo a sentirse apenado de que ella pudiera dominarlo con sus deseos. — Sentí tu deseo de tenerlos de ese color y te lo concedí. ¿No te g
Por mucho que Aren y Oto se esfuerzan para ver la nube negra que señala Gil, no distinguen nada. En cambio, sienten una fuerza poderosa que quiere obligarlos a convertirse en Arcontes. Trata de convertirse en humano y tampoco puede ni comunicarse con su hermano.—¡Corre Aren, Oto! Gritaba Gil desesperada al ver que ellos no se movían y tiraba con todas sus fuerzas por la cabeza de su lobo que parecía que estaba petrificado.—Aren, es quien nos puso la maldición. La está reactivando —dijo Oto que luchaba por moverse a la par de su humano.—¿Qué dijiste Oto? —preguntó Gil que lo escuchó en su cabeza—, ¿esa cosa es quien les hizo esto? —Si Gil, tienes que huir. ¡Corre, no debe descubrir quién eres o te matará! No nos hará nada, nosotros le interesamos mucho, debes irte si te destruye a ti acabará con nosotros, vete mi Luna, por favor. Le rogaba Oto al sentir la determinación de ella de no abandonarlos. Por su parte Gil veía como la horripilante nube negra se comenzaba a convertir