Sople de nueva cuenta el flequillo de mi frente para poder ver la computadora.
- "Se tu propio jefe"... - leyó en voz alta detrás de mí, Miriam.
- Por favor no lo hagas. - pedí un poco cansada.
- No he hecho nada. - dijo.
- Aggg, no tengo más ideas - dije desesperada dando la vuelta a la silla giratoria.
Observé a Miriam con su típica aura de tranquilidad, a diferencia de los primeros días de la semana hoy vestía un pantalón deportivo y camiseta holgada.
- ¿Por qué estás vestida así? - pregunté.
- Me levante tarde.
- Sí, claro. - dije observándola con duda.
- Dormí en casa ajena. - aclaró
Asentí con comprensión. Miriam Cook era mi mejor amiga, veníamos del mismo lugar y nos conocíamos desde niñas. Ambas teníamos sueños grandes, era exagerado decirlo, pero ambas queríamos salir de la casa de nuestros padres.
Cuando la universidad estaba por terminar, nuestros trabajos soñados ya casi estaban listos, pero nunca pensamos que los caminos se relacionaran.
Y ahora aquí estábamos en el mismo trabajo.
- ¿Sabes? Seguro eso es lo que te falta.
- ¿Qué? - alce la vista viéndola esperanzada.
- Follar. - aclaró
La mire enojada por su mal uso de palabras.
- Eres una bruta. - dije sería - además yo tengo un plan.
- Si, llegar virgen al matrimonio. - respondió sin dejar a un lado la ironía del asunto.
Regrese mi vista al escritorio y mis ojos viajaron a la pequeña agenda que siempre dejaba al lado izquierdo de mí.
- El plan es casarme antes de los 35...
- Te estresas demasiado intentando controlar toda tu vida - interrumpió.
- Solo quiero ser organizada. - dije sincera.
- Tal vez te has quedado sin ideas porque sabes que mañana cumples treinta.
- Sí, es cierto.
Por fin debía admitir que el hecho de cumplir treinta me aterraba tanto como ver la lista de cosas que quería hacer.
- ¡Ya se!, hoy vamos a beber. - propusó muy entusiasmada de pronto.
Miriam era una chica divertida le encantaba salir 24/7 e involucrarse de diversas maneras con personas desconocidas. Algo en su propuesta me disgustaba tanto como me atraía.
- Bien. - dije resignada. No podía perder nada.
- Así se habla. - observé cómo salía de mi cubículo y se dirigía al suyo.
Suspiré en cuanto la vi salir, Miriam podría estar loca, pero sé que me cuidara o al menos eso espero.
Continúe con mi intento de columna, pero la verdad ya no podía más, espere paciente a que llegara la hora de la salida.
En cuanto eso sucedió salí junto con Miriam hacia la calle, ahí afuera del edificio vi a Estrella y Noémie nuestras otras dos amigas.
- ¿Qué hacen aquí? - pregunte sorprendida.
Estrella antes de responder me abrazo rápidamente.
- Miriam nos avisó de la fiesta - anunció Noémie.
Voltee a ver a Miriam por su exageración.
- Venimos a festejar a la cumpleañera - agregó Estrella.
- ¿Y a dónde vamos? - pregunté.
Miriam siendo la experta nos llevó al nuevo club nocturno, qué tal vez nunca hubiese pisado si la loca no me hubiese llevado.
Nos formamos detrás de la enorme cola de personas, empezaba a sentirme sosa con mi falda de tubo y camisa blanca; mis ojos viajaron a los que estaban enfrente de nosotras, vestían buenas camisas en el caso de los hombres o faldas y vestidos con lentejuelas en el caso de las mujeres.
- ¿Qué? - preguntó Miriam, seguro hice una mueca.
- Me siento fuera de sitio - dije señalando mi vestuario.
- Bah, solo vamos a beber unos tragos - declaró.
Aunque ella vestía un pantalón holgado notaba la seguridad de siempre. Claro que todo se aclaró al ver en la entrada a su quedante del mes.
- Hola Justin - saludó.
Justin solo asintió con la cabeza y después se hizo a un lado.
Las cuatros entramos al club y apenas dimos un paso la música al igual que las luces neo me desequilibraron.
- Solo una copa - advirtió Estrella.
Nos dirigimos a la barra juntas y pedimos un vaso de vodka cada quien, aunque apenas pude pasar ese trago.
Miriam se unió a la masa de personas para bailar y poco después Noémie.
- ¿Y bien? - preguntó Estrella.
Estrella era una chica muy tranquila, trabaja en una editorial, es amante de la lectura, ¿cómo terminó con nosotras?
Estrella Roberts nos conoció con un anuncio en periódico, necesitaba un lugar donde dormir, cómodo y que no costase tanto.
- ¿Y bien qué? - pregunté.
Estrella saco de su bolsa una botella de agua.
- ¿Qué es lo que te tiene preocupada?
Estrella Roberts y yo, vivíamos juntas, yo fui ese anuncio en el periódico que ella estaba buscando.
- Mi cumpleaños - confesé.
- Bueno si, los treinta años suenan aterradores, pero no debes ponerte así - comentó.
- Bueno es solo que...
Volví a pensar en la lista de pendientes que estaba en mi cuaderno.
- La dichosa lista - terminó.
Iba a quejarme de eso, cuando Noémie y Miriam regresaron con nosotras.
- Vamos a bailar - pidió Noémie.
Me tomo de la muñeca y me jalo a la pista.
Noémie Hale fue otra cosa, ella no apareció por un anuncio de periódico, tampoco comparte un departamento conmigo; ella apareció en un antro.
Nos conoció cuando ya estábamos las tres (Estrella, Miriam y yo), nos ayudó en la entrada de un antro a pasar y pensé que hasta ahí sería todo, pero me equivoqué, a la mañana siguiente de esa, nos encontrábamos desayunando todas juntas.
Pese a que el principio me dediqué a bailar, poco después encontré a Miriam con Estrella a un lado de nosotras.
Entre las cuatro bailamos un buen rato, y de vez en cuando regresábamos a la barra por más alcohol; excepto Estrella que tomaba directamente de su botella de agua.
Sentía que ya nada podía preocuparme ahora, porque ¿Qué podía pasar mal en la víspera de mi cumpleaños número treinta?
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Sentí que me ahogaba con mi propia saliva y comencé a toser, me incorporé sobre la cama y después de mi pequeño ataque de tos, observé todo a mi alrededor.
Paredes blancas, un suave sillón beige y un enorme ventanal me hicieron abrir los ojos con sorpresa.
En mi pensamiento solo pasaba la misma pregunta.
"¿Qué demonios hice anoche?"
Feliz cumpleaños a mi | Gigi. Rasque mi nuca buscando una explicación: Estaba desnuda, en casa ajena, con un tipo apenas separado de mí por un metro, y no tenía ni idea de que hice anoche. La situación era terrible. Cubrí mi cuerpo con la sábana de la cama y busqué en el suelo mi ropa, que fue apareciendo poco a poco ante mis ojos; así como la iba encontrando me la fui colocando. Para cuándo llegue al sillón, solo me faltaba mis bragas, pero no estaban por ningún lado. "Solo son unas bragas." Pensé y sin más me levanté del sofá, dejando ahí la sábana y con toda la delicadeza del mundo salí de la habitación, intenté escuchar la ducha, pero cada vez me iba alejando más. En cuanto llegue a la
Momento de cambios | Gigi. Subí al elevador con impaciencia, ya era tarde para la junta que se hizo de imprevisto. Pero tenía que pasar por mi almuerzo. - Hola, Gigi - saluda uno de mis compañeros de trabajo. De hecho, el elevador estaba casi vacío, solo íbamos cuatro personas. - Hola, Oliver - regrese. Oliver Graham no era un mal compañero, de hecho, era una persona agradable y muy trabajadora, pero... - ¿Qué tal la fiesta? - pregunto. - ¿Qué fiesta? - La de tu cumpleaños - dijo. Casi quise rodar los ojos, ya habían pasado más de dos días de
Una mala cena | Gigi. Los siguientes días se sienten un poco extraños, el aire en la oficina es de estrés puro.James Kend no ha venido en balde, en su mayoría, todos los cambios han sido radicales y apenas ha trabajado con dos áreas de la revista. - En cuanto cambie algo de mi sección - comenta Miriam mientras con su tenedor ataca su lechuga - lo mató. Miriam es muy sensible con su trabajo, amaba lo que hacía y era ejemplo de ello, digo no por algo siempre vestía genial. - Ni siquiera ha llegado contigo - opino tratando de calmarla. - Pues solo falta poco - dramatiza ella. Estaba a punto de decirle que la comida no tenía la culpa por eso, pero Oliver se detiene en nuestra mesa haciendo que me distraiga. - ¿Necesitas algo? - pregunta de mal humor Miriam. Oliver que al igual que muchos en la oficina está acostumbrado a las malas forma de Miriam. - Si - se dirigí hacia mí - ¿Quieres ir salien
Pay de piña | Gigi. Mientras espero en la fila para tomar mi almuerzo algo distraída la voz de una persona me saca de mi ensoñación. - Señorita Anderson - saluda James Kend. Maldigo por mis adentros. - Señor Kend - respondo. Él hace una mueca al oírme. - Eso es demasiado formal - comenta - puedes llamarme James. - Estoy cómoda con lo de señor Kend - digo y el solo se encoge de hombros. - ¿Qué tal su fin de semana? - pregunta. - Bien - respondo, aunque me llama la atención su interés. - ¿Y su cita? - agrega. Abro los ojos más de la cuenta por la sorpresa, como no, si él sabe de eso. - Ha ido bastante bien - miento. - ¿En serio? - me pregunta. - Si, Oliver es un buen compañero - comento. - Si, no lo dudo - dice él - pero el joven Graham no quiere solo ser su compañero. Estoy a punto de contradecir sus acusaciones cuando ya es mi turno de pasa
Paso a paso | James. Después de despedirme de Gigi me fui hacia la oficina de Sabrina quién como era de esperar solo veía la computadora. - Hola - salude. - Hola - respondió apenas levantando la vista. Me senté en el sofá de esta y me puse a ojear las hojas que cargaba. - ¿Qué tal con los trabajadores? - me pregunta. - Bastante aburridos - opino. - Sí, claro - dice ella - excepto Gigi ¿No? Mis ojos viajan ella que sonríe pícaramente. - Si, excepto ella - confirmo. - Si sigues así van a empezar a correr los chismes - me comenta. - ¿Y? - atacó - tu sabes quenunca me ha importado lo que diga. - Sí, es cierto - dice - a todo esto ¿Por qué ella? Sabrina era mi amiga desde muy jóvenes, técnicamente nos graduamos juntos. - Supongoque porque me boto - confieso. Ella se ríe por mi comentario. - Claro - dice - estás sentido de no ser tú e
Apuesto que... | Gigi.Mientras nos dirigimos al hospital, Estrella me cuenta todo sobre los nuevos trabajos de la editorial.- ¿Y Noémie? - pregunto en cuanto termina.- Dijo que nos ve ahí - responde Miriam.Asentí ante eso y me pongo a pensar sobre las locuras que ellas hacen por mí y hace que mi corazón se comprima de la alegría.- Mira ahí está - dijo Miriam.Mis ojos viajaron a la puerta del hospital para ver a un Noémie bien vestida.Noémie era empleada de las empresas Viagon, una empresa automotriz con grandes cantidades de clientes y muy buena calidad de productos.- Hola - salude en cuanto llegamos con ella.- Hola - respondió ella antes de abrazarme - bueno términos con esto.Noémie odiaba los hospitales, les tenía mucho rencor y aun así aquí estaba.- En serio n
Tomar al toro por los cuernos | Gigi. - Serás la madre más rara del mundo - dice Miriam. Las cuatro estábamos en nuestro departamento, Noémie que suele dormir muy cómoda en su cama no se molestó en tirarse en el suelo. - No la molestes - dice Estrella. - Pero si solo digo la verdad - se defiende - en fin ¿Y ahora qué harás? Es la misma pregunta que me he estado haciendo desde que salimos. - No tengo idea - respondo - debo hablar con mi mamá. Mi mamá, acabo de sonar como una cría y no como una mujer hecha y derecha. - ¿Y después? - insiste Miriam. - Lo más importante aquí es buscar al desconocido. Miró a Estrella cuando suelta eso. - No creo que sea un buen plan - dice Noémie uniéndose a la conversación. De repente mi estómago suelta un ruido demasiado fuerte haciendo callar a todas. - Primero debemos comer algo - digo al final a pesar de sentir las mejill
Hermana mayor | Sabrina. Siempre soñé con ser la hermana mayor, pero mis padres nunca me dieron hermanos; además era una niña odiosa y los de mi vecindario no me soportaban. Fue hasta la universidad que conocí a mi hermano, James Kend, tonto, ególatra y con un aura superior a la mía, él era peor que insufrible, pero tenía su lado humano o por lo menos así lo quiero ver yo. Y ahora estamos aquí, cinco años después de la universidad, volviendo a estar en la misma ciudad, trabajando para algo en conjunto y lo peor es que me equivoqué. ¿Qué fue lo que le dije cuando llegó? Que comprara condones, soy alguien responsable si le dije eso, pero no lo dije lo suficientemente serio. Me mordí la uña de mi dedo índice y solo hasta que sentí el dolor dejé de morder. - Tengo que hablar con James - dije viendo a la nada. Me levanté decidida a gritarle, pero mi vista viajó a la agenda de Gigi. - Oh, tal vez deba hablar