Momento de cambios | Gigi.
Subí al elevador con impaciencia, ya era tarde para la junta que se hizo de imprevisto. Pero tenía que pasar por mi almuerzo.
- Hola, Gigi - saluda uno de mis compañeros de trabajo.
De hecho, el elevador estaba casi vacío, solo íbamos cuatro personas.
- Hola, Oliver - regrese.
Oliver Graham no era un mal compañero, de hecho, era una persona agradable y muy trabajadora, pero...
- ¿Qué tal la fiesta? - pregunto.
- ¿Qué fiesta?
- La de tu cumpleaños - dijo.
Casi quise rodar los ojos, ya habían pasado más de dos días de eso, aún había pastel en el refrigerador.
- Bastante bien - mentí.
- Bueno como no fui invitado - dijo en tono bromista - ¿Qué te parece si te invito a cenar?
Ahí estaba el, pero, Oliver era sin duda un sujeto agradable pero también insistente y molesto en algunas ocasiones. Esta contaría como la novena vez que me pide una cita.
Antes de responder pude escuchar una pequeña risa disimulada con tos.
- Oh, me encantaría ir, pero tengo planes - mentí.
- Pero aún no acordamos la fecha - ataca.
Perfecto soy una tonta.
- Si, pero qué tal si es en esta semana.
- ¿Estarás ocupada toda la semana? - pregunta curioso.
"Para ti, toda la vida"
- Algo así - dije.
- Bueno, entonces mejor la semana siguiente - opina.
Sabía que, si decía que no, insistirá hasta que le diera un sí.
- Bien, ¿El viernes?
- Suena bien - opina entusiasta él.
Aún faltaba para llegar a la sala de juntas.
- ¿Vas a la junta? - pregunté.
- No, tengo que dejar unos papeles con Adam.
Mis ojos viajan al indicador de pisos.
- Pero... ¿Qué no el licenciado Ramírez trabaja en el quinto piso? - pregunto.
Oliver me mira sin entender y alzó la mano para que vea que vamos en el séptimo piso.
- Demonios - sentencia él.
Inmediatamente se abre el elevador tres de los que estábamos ahí, salimos, Oliver se queda adentro. Uno de los hombres que estaba en el elevador iba delante de mí, caminaba con demasiada confianza y parecía que íbamos a llegar al mismo lugar.
- Te estaba coqueteando - dice de repente.
Doy un brinco por su comentario.
- Perdón, pero ¿Me habla a mí? - pregunto.
Él se detiene y voltea a verme.
- Ese chico, en el elevador, le estaba coqueteando.
- ¿Habla de Oliver?
Él asiente.
- Y parece que lleva ya bastante tiempo en eso - agrega.
Empiezo a jugar con la carpeta que había en mis manos.
- Debería decirle directamente que no - opina él.
Me siento cuando niña, mi padre me estaba reprendiendo, pero no a gritos solo señalando lo que tenía que hacer.
- Es algo... - me quedo callada pues comienzo a analizar la escena:
Un desconocido, que además era un cotilla de primera, me estaba diciendo que hacer.
» Bueno y a todo esto ¿Quién es usted?
El me observa con sorpresa por el repentino cambio de voz y de tema de mi parte.
- Yo soy...
Pero antes de oír una explicación razonable, la puerta del salón de juntas se abre y de este sale mi jefa, que como siempre trae puesto una falda de tubo con un saco a juego, con la diferencia de que hoy es rojo intenso con sus resonantes tacos altos negros.
- James - saluda efusivamente.
Él hombre que tiene una interrogante en el rostro, deja de verme para voltear hacia mi jefa.
- Sabrina - saluda y le da un beso en la mejilla.
- Pero ¿qué haces aquí? - pregunta.
- Estaba...
"Molestando"
Sus ojos viajan hacia mí y mi jefa le sigue, para terminar, viéndome a mí.
- Oh, Gigi - dice ella.
Me sorprendo por el hecho de que sepa mi nombre.
- Señorita O'Connell - saludo.
- Pasemos a la sala de juntas - dice después haciendo un ademán para que pasara primero.
Volví la vista al desconocido quién sonreía de oreja a oreja y también me cedía el paso.
Camine directo a la sala de juntas, dejando a estos dos atrás, ambos manteniendo una conversación que no oía por la distancia; en cuanto cruce la puerta mis ojos buscaron a Miriam quién tenía dos cafés enfrente.
- Hola - salude.
- Hey - respondió - te traje café.
Tomé uno de los dos y solo bebí un sorbo.
- ¿Sabes para qué estamos aquí? - me preguntó de repente.
Negué con la cabeza.
Mis ojos viajaron hacia sus manos donde mantenía su teléfono. Iba a preguntar por su repentina obsesión con el últimamente, pero por fin la jefa y el desconocido entraron.
- Buenos días - saludo está.
En su mayoría asentimos y saludamos y cómo no, están los lame - botas de Roberto y Christina.
- Oh, jefa déjenos decirle que se ve perfecta - comenzó Roberto.
La mayoría de los presentes sabíamos cómo eran ambos.
- Por supuesto - añado Christina - su outfits es el nuevo grito de la moda, ¿A qué si, Miriam?
Y como siempre queriendo dejar a los demás en exhibición.
La jefa alzó la vista hacia Miriam que aún no respondía y alzó la mano.
- No es necesario, Miriam - dijo.
- Esos dos - susurro Miriam.
Sonreí por su mal humor.
- Bueno chicos, perdón por la junta de último momento, pero hace apenas unas horas he recibido la información que esperamos todos los fines de mes.
Tomó asiento en la silla principal y su compañero a un lado, entre los papeles de enfrente de ella, tomo uno. Todos sabíamos que era; lo único más esperado para todos en esta oficina era el dichoso top ten que anunciaba la revista del mes.
Hasta ahora la revista "Laxon" se ha mantenido en el puesto número uno.
- Lamento informarles que Laxon ha sido relevado al puesto número tres del top ten.
Hasta ahora.
- Mi querido amigo Michael se ha encargado de decirme el porqué de este gran cambio.
Michael Kors era un crítico de las revistas, participe en este dichoso top y uno de los hombres más odiados del espectáculo.
- Comenta que la revista es típica...
Exclamaciones como, "uy", "oh, y "ah" provenientes de Christina y Roberto no sé hicieron esperar.
» Aburrida y monótona. Y es por eso chicos que los he llamado a todos aquí.
Cada uno de los presentes se ve a los ojos, como si ese fuese la respuesta de la junta.
- Necesitamos cambios - dice de nuevo Sandra - y si hace falta hay que despedir lo viejo.
Muchos de nosotros, me incluyo, tragamos seco ese mensaje poco subliminal.
- Por eso he llamado a mi mejor amigo - agrega señalando al "metiche" del elevador - James Kend se une a nuestro equipo de trabajo.
James solo saluda con la mano a todos los presentes.
- Él va dar este nuevo cambio, por lo tanto, todos deben acatar sus órdenes.
Mis ojos viajan a James que para mí sorpresa parece que tengo toda su atención.
- Así que bienvenido James. Es todo chicos, vuelvan al trabajo.
Todos nos ponemos de pie, Miriam toma su café y se levanta pasando de largo a la bola de aduladores que ya han ido a conocer al nuevo "jefe."
- ¿No piensan saludar? - nos pregunta Christina.
Miriam alza la vista de su teléfono y observa la gran cola.
- Supongo que tendré otra oportunidad después - responde cortante Miriam.
- Vamos no seas mal educada - insiste está - somos la imagen de la empresa.
"¿Ah sí?"
Miriam está a punto de explotar, parece que hoy no es su día; estoy a punto de advertirle a Christina que no es el momento, pero me silencio cuando veo como James se interpone entre ellas y yo.
- Parece que vamos a trabajar juntos - dice dirigiéndose hacia mí.
Miriam quién hace nada estaba de mala leche ahora parecía gato curioso.
- Si eso parece - contesto algo incómoda por llamar la atención.
- ¿Y qué? - pregunta.
- ¿Qué?
- ¿No me dirás tú nombre?
Por educación sé que debo contestar, pero mi yo interno quiere mandarlo muy lejos.
- Gigi Anderson - respondo y tomo de la muñeca a Miriam - y Miriam Cook.
Miriam sonreí por la incomodidad de mi presentación.
- Bueno Gigi, va a ser todo un gusto trabajar contigo.
- Nosotros - corregí.
- ¿Qué?
- Que va a trabajar con todos nosotros - trato de puntualizar - no solo conmigo.
Él sonríe de manera burlona y asiente y sin más salgo de ahí.
- ¿Que acaba de pasar? - pregunta Miriam.
- Nada - trato de irme por la tangente.
- ¿Cómo que nada? - pregunta - ese tío está súper interesado en ti.
- Sí, claro - dije - en molestarme.
- Ajá, amiga yo sé lo que es el interés.
- ¿En serio? - pregunto mientras presionó para llamar el elevador.
- Por supuesto - responde - es mi segundo nombre.
Río por su comentario y me adentro con ella en el elevador.
- Sí, claro - terminó la conversación con eso.
Una mala cena | Gigi. Los siguientes días se sienten un poco extraños, el aire en la oficina es de estrés puro.James Kend no ha venido en balde, en su mayoría, todos los cambios han sido radicales y apenas ha trabajado con dos áreas de la revista. - En cuanto cambie algo de mi sección - comenta Miriam mientras con su tenedor ataca su lechuga - lo mató. Miriam es muy sensible con su trabajo, amaba lo que hacía y era ejemplo de ello, digo no por algo siempre vestía genial. - Ni siquiera ha llegado contigo - opino tratando de calmarla. - Pues solo falta poco - dramatiza ella. Estaba a punto de decirle que la comida no tenía la culpa por eso, pero Oliver se detiene en nuestra mesa haciendo que me distraiga. - ¿Necesitas algo? - pregunta de mal humor Miriam. Oliver que al igual que muchos en la oficina está acostumbrado a las malas forma de Miriam. - Si - se dirigí hacia mí - ¿Quieres ir salien
Pay de piña | Gigi. Mientras espero en la fila para tomar mi almuerzo algo distraída la voz de una persona me saca de mi ensoñación. - Señorita Anderson - saluda James Kend. Maldigo por mis adentros. - Señor Kend - respondo. Él hace una mueca al oírme. - Eso es demasiado formal - comenta - puedes llamarme James. - Estoy cómoda con lo de señor Kend - digo y el solo se encoge de hombros. - ¿Qué tal su fin de semana? - pregunta. - Bien - respondo, aunque me llama la atención su interés. - ¿Y su cita? - agrega. Abro los ojos más de la cuenta por la sorpresa, como no, si él sabe de eso. - Ha ido bastante bien - miento. - ¿En serio? - me pregunta. - Si, Oliver es un buen compañero - comento. - Si, no lo dudo - dice él - pero el joven Graham no quiere solo ser su compañero. Estoy a punto de contradecir sus acusaciones cuando ya es mi turno de pasa
Paso a paso | James. Después de despedirme de Gigi me fui hacia la oficina de Sabrina quién como era de esperar solo veía la computadora. - Hola - salude. - Hola - respondió apenas levantando la vista. Me senté en el sofá de esta y me puse a ojear las hojas que cargaba. - ¿Qué tal con los trabajadores? - me pregunta. - Bastante aburridos - opino. - Sí, claro - dice ella - excepto Gigi ¿No? Mis ojos viajan ella que sonríe pícaramente. - Si, excepto ella - confirmo. - Si sigues así van a empezar a correr los chismes - me comenta. - ¿Y? - atacó - tu sabes quenunca me ha importado lo que diga. - Sí, es cierto - dice - a todo esto ¿Por qué ella? Sabrina era mi amiga desde muy jóvenes, técnicamente nos graduamos juntos. - Supongoque porque me boto - confieso. Ella se ríe por mi comentario. - Claro - dice - estás sentido de no ser tú e
Apuesto que... | Gigi.Mientras nos dirigimos al hospital, Estrella me cuenta todo sobre los nuevos trabajos de la editorial.- ¿Y Noémie? - pregunto en cuanto termina.- Dijo que nos ve ahí - responde Miriam.Asentí ante eso y me pongo a pensar sobre las locuras que ellas hacen por mí y hace que mi corazón se comprima de la alegría.- Mira ahí está - dijo Miriam.Mis ojos viajaron a la puerta del hospital para ver a un Noémie bien vestida.Noémie era empleada de las empresas Viagon, una empresa automotriz con grandes cantidades de clientes y muy buena calidad de productos.- Hola - salude en cuanto llegamos con ella.- Hola - respondió ella antes de abrazarme - bueno términos con esto.Noémie odiaba los hospitales, les tenía mucho rencor y aun así aquí estaba.- En serio n
Tomar al toro por los cuernos | Gigi. - Serás la madre más rara del mundo - dice Miriam. Las cuatro estábamos en nuestro departamento, Noémie que suele dormir muy cómoda en su cama no se molestó en tirarse en el suelo. - No la molestes - dice Estrella. - Pero si solo digo la verdad - se defiende - en fin ¿Y ahora qué harás? Es la misma pregunta que me he estado haciendo desde que salimos. - No tengo idea - respondo - debo hablar con mi mamá. Mi mamá, acabo de sonar como una cría y no como una mujer hecha y derecha. - ¿Y después? - insiste Miriam. - Lo más importante aquí es buscar al desconocido. Miró a Estrella cuando suelta eso. - No creo que sea un buen plan - dice Noémie uniéndose a la conversación. De repente mi estómago suelta un ruido demasiado fuerte haciendo callar a todas. - Primero debemos comer algo - digo al final a pesar de sentir las mejill
Hermana mayor | Sabrina. Siempre soñé con ser la hermana mayor, pero mis padres nunca me dieron hermanos; además era una niña odiosa y los de mi vecindario no me soportaban. Fue hasta la universidad que conocí a mi hermano, James Kend, tonto, ególatra y con un aura superior a la mía, él era peor que insufrible, pero tenía su lado humano o por lo menos así lo quiero ver yo. Y ahora estamos aquí, cinco años después de la universidad, volviendo a estar en la misma ciudad, trabajando para algo en conjunto y lo peor es que me equivoqué. ¿Qué fue lo que le dije cuando llegó? Que comprara condones, soy alguien responsable si le dije eso, pero no lo dije lo suficientemente serio. Me mordí la uña de mi dedo índice y solo hasta que sentí el dolor dejé de morder. - Tengo que hablar con James - dije viendo a la nada. Me levanté decidida a gritarle, pero mi vista viajó a la agenda de Gigi. - Oh, tal vez deba hablar
Número equivocado | Gigi. Miriam y yo reíamos como focas retrasadas sobre los escenarios imaginarios en los que ambas pensamos terminaría mi plática con la jefa. - Bueno al menos ya se lo contaste a alguien - opino Miriam al terminar de reírse. Asentí ante sus palabras, por el momento solo cinco personas sabíamos sobre el bebé y eso era bueno. - ¿Ya hablaste con tu mamá? - pregunto Miriam. Aunque cabe aclarar que mamá no está entre esas cinco y cuando se entere me matará. - Estoy esperando un buen momento - excuse al final. - ¿Y cuándo es un buen momento? - pregunto Miriam. La verdad es que ese "buen momento" ya lo veía lejos, sabía que mi madre no se enojaría porque estoy embarazada además es tonto que yo, siendo una adulta tema confesar algo tan importante a mi madre como si fuese una cría de 15 años otra vez que le teme a sus padres; no eran mi caso, mi caso concluía en que no había un padre, ese era
¡Oh, pinocho! | Gigi.Evite el resto del día a James y a Oliver también, por cotilla.- ¿Ya nos vamos? - pregunto Miriam.- Si - contesto felizmente tomando mis cosas después de acomodar mi silla giratoria.- ¿Y qué tal tu almuerzo? - se burló porque ella ya sabía todo lo sucedido.- Ya cállate - dije - eso no fue gracioso.- Claro que sí, después te burlaras de esto.Intenté protestar ante ese comentario, pero James nos interceptó a tan pocos pasos de mi libertad.- Señorita Anderson - dijo con una sonrisa en labios - tenemos que hablar.- ¿Podemos hacerlo mañana? - intenté alargar está conversación.- No, hoy - dijo seriamente.- Es que Miriam me lleva a casa... - intenté excusar cuando él se dirigió a Miriam.- Señor