Feliz cumpleaños a mi | Gigi.
Rasque mi nuca buscando una explicación:
Estaba desnuda, en casa ajena, con un tipo apenas separado de mí por un metro, y no tenía ni idea de que hice anoche.
La situación era terrible.
Cubrí mi cuerpo con la sábana de la cama y busqué en el suelo mi ropa, que fue apareciendo poco a poco ante mis ojos; así como la iba encontrando me la fui colocando. Para cuándo llegue al sillón, solo me faltaba mis bragas, pero no estaban por ningún lado.
"Solo son unas bragas."
Pensé y sin más me levanté del sofá, dejando ahí la sábana y con toda la delicadeza del mundo salí de la habitación, intenté escuchar la ducha, pero cada vez me iba alejando más. En cuanto llegue a la planta baja escanee el lugar.
La sala impecable y la cocina silenciosa me daban a entender que solo éramos nosotros dos, a un lado de la puerta estaba mi bolsa tirada junto a mis tacones.
Corrí inmediatamente hacia ellos y los tomé, iba a colocarme los pero el ruido de una puerta cerrando se me alertó. Entre malabares tomé tanto mis zapatos como mi bolsa y salí de ahí.
Ya afuera caminé solo para alejarme de esa casa y ya segura me coloque los zapatos, busque en mi bolsa mi celular solo para encontrar más de una llamada perdida de Estrella.
Marqué su número esperando tener suerte, pero no la tuve, vi la hora en el teléfono 9:00 AM seguro estaba en su rutina matutina.
Pensé en marcarle a Noémie, pero seguro y aún dormía, sin más le marqué a Miriam.
- Bueno - respondió una voz gruesa al otro lado.
- ¿Esta Miriam? - pregunté.
- Claro - contesto esa voz para después oír la melodiosa voz de mi amiga - aló.
- ¿Cómo que aló? - me queje comenzando a caminar - ¡Miriam! No sé dónde amanecí.
- ¿En una cama?
- Si, desnuda - puntualice.
- Vaya, seguro y te has divertido un montón.
- No recuerdo nada.
- Oh, seguro y fue malísimo.
- No, no se tonta, no recuerdo nada de anoche.
- Entonces el alcohol te venció.
- ¿Sabes? - dije irónica - era algo que ya sospechaba.
- Bueno ya entendí - dijo ella.
- Por favor ¿puedes venir por mí? - pregunté.
- Claro nena - dijo ella, escuché el ruido al otro lado como si ya fuese a salir - ¿Dónde estás?
Mis ojos buscaron alguna forma de que me encontrará, di con una cafetería ante mis ojos y la calle que marcaba ahí.
- Calle shing - dije - estaré en la cafetería "Dolce"
- Bien - dijo - ya voy para allá.
Sin más cruce la calle y me adentre en el local, la comida inundó mis fosas nasales y mi estómago protesto por comida.
- Hola, ¿Lista para tomar tu orden? - pregunto una camarera que se acercó a mí.
- Un café, por favor - pedí.
Ella asintió y sin más se fue.
Mis ojos no se apartaban de la ventana, esperaba que Miriam no me engañara, otra vez.
- Aquí tiene - dijo la misma camarera.
Le di las gracias y me dediqué a beber de mi café. Estaba pensando en lo que hice y tal vez no hice anoche, descarté el hecho de que me comparte pues era falso, pero eso no evitaba que me sintiera mal.
- Hola - saludo Miriam.
- ¡Miriam! - salude, aunque era un saludo muy emotivo me sorprendió que estuviera aquí y no lo notará.
- Vaya deberías saludarme así diario - señaló.
La mire mal porque esto era su culpa.
- Dijiste solo una copa - ataque.
- Si y Estrella fue la única fiel a ese juramento - recalcó.
- Si, seguro y me mata en cuanto me vea - confesé.
- Bueno, vámonos - dijo.
Me levanté y me acerqué a la caja a pagar. Solo hasta que subí con ella al coche me sentí a salvó.
- ¿Y entonces? - pregunto Miriam en el auto.
- ¿Qué? - pregunte algo desorientada.
- ¿Estaba bueno? - pregunto.
- ¿Quién?
- Él chico - dijo obvia.
Voltee a verla con un poco de incredulidad por su pregunta.
- ¡No lo sé! - respondí algo alterada.
- ¿Cómo? ¿No despertaste en su casa?
- Si, si lo hice - respondí obvia.
- ¿Entonces? - pregunto ya algo impaciente.
- Cuando desperté él se estaba duchando - dije - y yo salí huyendo - agregué.
- Oh, esa es mi chica - dijo con tono orgulloso.
- Ni siquiera se con quién me metí anoche - dije.
- Bueno eso no importa - dijo Miriam - seguro y no lo vuelves a ver.
Asentí ante sus palabras, ella era la voz de la experiencia, ¿No?
- Gracias por traerme - dije en cuanto vi el edificio donde vivía.
- No hay de que - respondió - no te alteres, mañana todo será como antes.
- Eso espero.
Me encamine hacia la entrada del edificio, donde salude al portero con mi habitual buen día, sentía que él sabía parte de lo que pasó anoche.
- ¡GIGI! - grito alguien cuando yo iba en el elevador, lo detuve antes de que cerrara para encontrarme con Estrella.
- Hola - salude.
- Tonta - dijo dándome un golpe en el brazo - ¿Dónde estabas?
- Oh, pues...
En cuanto las puertas se cerraron, comencé a confesar todo.
En cuanto entramos al departamento, mi amiga no dejaba de decir el "oh, por dios", algo que comenzaba a molestarme.
- Por favor, para con el "oh, por dios" - dije intentando imitar su voz.
- Es que sigo impactada.
- Ah, iré a darme una ducha.
Ella solamente asintió y sin más me encerré en el baño. En la ducha también intenté recordar algo, una pequeña pista o tan siquiera una imagen de lo ocurrido, pero nada.
Mientras me secaba el cabello, mi cerebro me jugo una mala pasada y recordé momentáneamente algo.
Inmediatamente me dirigí a mi bolsa y comencé a sacar todo, pero ni mis ojos ni mis dedos dieron con mi agenda.
- Demonios - maldije.
- ¿Qué sucede? - pregunto Estrella que ya vestía un pantalón holgado y una sudadera ancha.
- He olvidado mi agenda en casa del desconocido.
- ¿Y? - pregunto - tienes más - agrego señalando mi escritorio donde otras dos agendas estaban.
- No, no lo entiendes - dije algo nerviosa - mi agenda que perdí trae todos mis datos, mi nombre, mi lugar de trabajo y peor a todo eso mi lista de deseos.
Estrella me miró con sorpresa.
- Mi lista de deseo que expresa mis deseos matrimoniales y mi inexperiencia en lo sexual.
- Vaya - dijo ella.
Estaba a punto de ponerme a llorar cuando escuché el timbre.
- ¿Esperas visitas? - pregunto Estrella.
Negué con la cabeza, pero comencé a imaginar que mi compañero de noche estaba ahí afuera con mi agenda en mano y millones de burlas a mi baja experiencia.
- ¿Tu agenda traía la dirección? - pregunto Estrella mientras que juntas nos encaminamos a la puerta.
Intenté recordar si ese dato se me había pasado, pero por el momento mi subconsciente solo estaba en la duda de ¿Quién estaba detrás de la puerta?
Sin mi respuesta Estrella abrió la puerta y en vez de ver a un desconocido vi a mis otras dos locas amigas con un pastel en mano.
"¿Qué?" Pensé.
- Feliz cumpleaños - corearon las tres.
Mire a Estrella que claramente sabía todo.
- Vamos quita esa cara - dijo ella.
- Hay que comer - sentenció Noémie.
Sin más las tres me llevaron a la cocina, en medio de la barra mi pastel de galleta era el centro de atención.
Estrella sacaba los platos y Noémie vasos de la alacena. Miriam estaba prendiendo las velas y en cuanto las cuatros estuvimos sentadas, Estrella apagó la luz.
Ante mis ojos la vela adornaba más una sentencia de muerte que de cumpleaños.
- Pide un deseo - dijo Noémie emocionada como niña en parque de diversiones.
"¿Un deseo?"
Mis ojos viajaron a mis tres amigas, no podía alterarme por una agenda o una noche que no recuerdo nada, solo debía concentrarme en el ahora.
"Deseo ser feliz."
Momento de cambios | Gigi. Subí al elevador con impaciencia, ya era tarde para la junta que se hizo de imprevisto. Pero tenía que pasar por mi almuerzo. - Hola, Gigi - saluda uno de mis compañeros de trabajo. De hecho, el elevador estaba casi vacío, solo íbamos cuatro personas. - Hola, Oliver - regrese. Oliver Graham no era un mal compañero, de hecho, era una persona agradable y muy trabajadora, pero... - ¿Qué tal la fiesta? - pregunto. - ¿Qué fiesta? - La de tu cumpleaños - dijo. Casi quise rodar los ojos, ya habían pasado más de dos días de
Una mala cena | Gigi. Los siguientes días se sienten un poco extraños, el aire en la oficina es de estrés puro.James Kend no ha venido en balde, en su mayoría, todos los cambios han sido radicales y apenas ha trabajado con dos áreas de la revista. - En cuanto cambie algo de mi sección - comenta Miriam mientras con su tenedor ataca su lechuga - lo mató. Miriam es muy sensible con su trabajo, amaba lo que hacía y era ejemplo de ello, digo no por algo siempre vestía genial. - Ni siquiera ha llegado contigo - opino tratando de calmarla. - Pues solo falta poco - dramatiza ella. Estaba a punto de decirle que la comida no tenía la culpa por eso, pero Oliver se detiene en nuestra mesa haciendo que me distraiga. - ¿Necesitas algo? - pregunta de mal humor Miriam. Oliver que al igual que muchos en la oficina está acostumbrado a las malas forma de Miriam. - Si - se dirigí hacia mí - ¿Quieres ir salien
Pay de piña | Gigi. Mientras espero en la fila para tomar mi almuerzo algo distraída la voz de una persona me saca de mi ensoñación. - Señorita Anderson - saluda James Kend. Maldigo por mis adentros. - Señor Kend - respondo. Él hace una mueca al oírme. - Eso es demasiado formal - comenta - puedes llamarme James. - Estoy cómoda con lo de señor Kend - digo y el solo se encoge de hombros. - ¿Qué tal su fin de semana? - pregunta. - Bien - respondo, aunque me llama la atención su interés. - ¿Y su cita? - agrega. Abro los ojos más de la cuenta por la sorpresa, como no, si él sabe de eso. - Ha ido bastante bien - miento. - ¿En serio? - me pregunta. - Si, Oliver es un buen compañero - comento. - Si, no lo dudo - dice él - pero el joven Graham no quiere solo ser su compañero. Estoy a punto de contradecir sus acusaciones cuando ya es mi turno de pasa
Paso a paso | James. Después de despedirme de Gigi me fui hacia la oficina de Sabrina quién como era de esperar solo veía la computadora. - Hola - salude. - Hola - respondió apenas levantando la vista. Me senté en el sofá de esta y me puse a ojear las hojas que cargaba. - ¿Qué tal con los trabajadores? - me pregunta. - Bastante aburridos - opino. - Sí, claro - dice ella - excepto Gigi ¿No? Mis ojos viajan ella que sonríe pícaramente. - Si, excepto ella - confirmo. - Si sigues así van a empezar a correr los chismes - me comenta. - ¿Y? - atacó - tu sabes quenunca me ha importado lo que diga. - Sí, es cierto - dice - a todo esto ¿Por qué ella? Sabrina era mi amiga desde muy jóvenes, técnicamente nos graduamos juntos. - Supongoque porque me boto - confieso. Ella se ríe por mi comentario. - Claro - dice - estás sentido de no ser tú e
Apuesto que... | Gigi.Mientras nos dirigimos al hospital, Estrella me cuenta todo sobre los nuevos trabajos de la editorial.- ¿Y Noémie? - pregunto en cuanto termina.- Dijo que nos ve ahí - responde Miriam.Asentí ante eso y me pongo a pensar sobre las locuras que ellas hacen por mí y hace que mi corazón se comprima de la alegría.- Mira ahí está - dijo Miriam.Mis ojos viajaron a la puerta del hospital para ver a un Noémie bien vestida.Noémie era empleada de las empresas Viagon, una empresa automotriz con grandes cantidades de clientes y muy buena calidad de productos.- Hola - salude en cuanto llegamos con ella.- Hola - respondió ella antes de abrazarme - bueno términos con esto.Noémie odiaba los hospitales, les tenía mucho rencor y aun así aquí estaba.- En serio n
Tomar al toro por los cuernos | Gigi. - Serás la madre más rara del mundo - dice Miriam. Las cuatro estábamos en nuestro departamento, Noémie que suele dormir muy cómoda en su cama no se molestó en tirarse en el suelo. - No la molestes - dice Estrella. - Pero si solo digo la verdad - se defiende - en fin ¿Y ahora qué harás? Es la misma pregunta que me he estado haciendo desde que salimos. - No tengo idea - respondo - debo hablar con mi mamá. Mi mamá, acabo de sonar como una cría y no como una mujer hecha y derecha. - ¿Y después? - insiste Miriam. - Lo más importante aquí es buscar al desconocido. Miró a Estrella cuando suelta eso. - No creo que sea un buen plan - dice Noémie uniéndose a la conversación. De repente mi estómago suelta un ruido demasiado fuerte haciendo callar a todas. - Primero debemos comer algo - digo al final a pesar de sentir las mejill
Hermana mayor | Sabrina. Siempre soñé con ser la hermana mayor, pero mis padres nunca me dieron hermanos; además era una niña odiosa y los de mi vecindario no me soportaban. Fue hasta la universidad que conocí a mi hermano, James Kend, tonto, ególatra y con un aura superior a la mía, él era peor que insufrible, pero tenía su lado humano o por lo menos así lo quiero ver yo. Y ahora estamos aquí, cinco años después de la universidad, volviendo a estar en la misma ciudad, trabajando para algo en conjunto y lo peor es que me equivoqué. ¿Qué fue lo que le dije cuando llegó? Que comprara condones, soy alguien responsable si le dije eso, pero no lo dije lo suficientemente serio. Me mordí la uña de mi dedo índice y solo hasta que sentí el dolor dejé de morder. - Tengo que hablar con James - dije viendo a la nada. Me levanté decidida a gritarle, pero mi vista viajó a la agenda de Gigi. - Oh, tal vez deba hablar
Número equivocado | Gigi. Miriam y yo reíamos como focas retrasadas sobre los escenarios imaginarios en los que ambas pensamos terminaría mi plática con la jefa. - Bueno al menos ya se lo contaste a alguien - opino Miriam al terminar de reírse. Asentí ante sus palabras, por el momento solo cinco personas sabíamos sobre el bebé y eso era bueno. - ¿Ya hablaste con tu mamá? - pregunto Miriam. Aunque cabe aclarar que mamá no está entre esas cinco y cuando se entere me matará. - Estoy esperando un buen momento - excuse al final. - ¿Y cuándo es un buen momento? - pregunto Miriam. La verdad es que ese "buen momento" ya lo veía lejos, sabía que mi madre no se enojaría porque estoy embarazada además es tonto que yo, siendo una adulta tema confesar algo tan importante a mi madre como si fuese una cría de 15 años otra vez que le teme a sus padres; no eran mi caso, mi caso concluía en que no había un padre, ese era