Tomar al toro por los cuernos | Gigi.
- Serás la madre más rara del mundo - dice Miriam.
Las cuatro estábamos en nuestro departamento, Noémie que suele dormir muy cómoda en su cama no se molestó en tirarse en el suelo.
- No la molestes - dice Estrella.
- Pero si solo digo la verdad - se defiende - en fin ¿Y ahora qué harás?
Es la misma pregunta que me he estado haciendo desde que salimos.
- No tengo idea - respondo - debo hablar con mi mamá.
Mi mamá, acabo de sonar como una cría y no como una mujer hecha y derecha.
- ¿Y después? - insiste Miriam.
- Lo más importante aquí es buscar al desconocido.
Miró a Estrella cuando suelta eso.
- No creo que sea un buen plan - dice Noémie uniéndose a la conversación.
De repente mi estómago suelta un ruido demasiado fuerte haciendo callar a todas.
- Primero debemos comer algo - digo al final a pesar de sentir las mejill
Hermana mayor | Sabrina. Siempre soñé con ser la hermana mayor, pero mis padres nunca me dieron hermanos; además era una niña odiosa y los de mi vecindario no me soportaban. Fue hasta la universidad que conocí a mi hermano, James Kend, tonto, ególatra y con un aura superior a la mía, él era peor que insufrible, pero tenía su lado humano o por lo menos así lo quiero ver yo. Y ahora estamos aquí, cinco años después de la universidad, volviendo a estar en la misma ciudad, trabajando para algo en conjunto y lo peor es que me equivoqué. ¿Qué fue lo que le dije cuando llegó? Que comprara condones, soy alguien responsable si le dije eso, pero no lo dije lo suficientemente serio. Me mordí la uña de mi dedo índice y solo hasta que sentí el dolor dejé de morder. - Tengo que hablar con James - dije viendo a la nada. Me levanté decidida a gritarle, pero mi vista viajó a la agenda de Gigi. - Oh, tal vez deba hablar
Número equivocado | Gigi. Miriam y yo reíamos como focas retrasadas sobre los escenarios imaginarios en los que ambas pensamos terminaría mi plática con la jefa. - Bueno al menos ya se lo contaste a alguien - opino Miriam al terminar de reírse. Asentí ante sus palabras, por el momento solo cinco personas sabíamos sobre el bebé y eso era bueno. - ¿Ya hablaste con tu mamá? - pregunto Miriam. Aunque cabe aclarar que mamá no está entre esas cinco y cuando se entere me matará. - Estoy esperando un buen momento - excuse al final. - ¿Y cuándo es un buen momento? - pregunto Miriam. La verdad es que ese "buen momento" ya lo veía lejos, sabía que mi madre no se enojaría porque estoy embarazada además es tonto que yo, siendo una adulta tema confesar algo tan importante a mi madre como si fuese una cría de 15 años otra vez que le teme a sus padres; no eran mi caso, mi caso concluía en que no había un padre, ese era
¡Oh, pinocho! | Gigi.Evite el resto del día a James y a Oliver también, por cotilla.- ¿Ya nos vamos? - pregunto Miriam.- Si - contesto felizmente tomando mis cosas después de acomodar mi silla giratoria.- ¿Y qué tal tu almuerzo? - se burló porque ella ya sabía todo lo sucedido.- Ya cállate - dije - eso no fue gracioso.- Claro que sí, después te burlaras de esto.Intenté protestar ante ese comentario, pero James nos interceptó a tan pocos pasos de mi libertad.- Señorita Anderson - dijo con una sonrisa en labios - tenemos que hablar.- ¿Podemos hacerlo mañana? - intenté alargar está conversación.- No, hoy - dijo seriamente.- Es que Miriam me lleva a casa... - intenté excusar cuando él se dirigió a Miriam.- Señor
No quiero | Gigi. - Promete que no lo harás - pedí en el auto de Miriam. La verdad era que Miriam ya sabía todo lo sucedido anoche y quería golpear a James por eso, pero desgraciadamente y aunque quisiera que lo hiciera él era el jefe y eso podía costarle su trabajo. - Bien - cede al final. - Ahora vamos a trabajar - dije y sin más salimos juntas. Como si nada hubiese pasado, el día fluyó normal, James no se ha aparecido por aquí en toda la mañana, Oliver me dio los típicos buenos días. Christina y Roberto ya nos esperaban en nuestros cubículos contando los chismes del momento, empezaba a creer que nos hablaban más a Miriam y a mí por el hecho de que no los corríamos como los otros.
Recursos de último momento | Sabrina. Respiré profundamente antes de salir del auto, estaba aquí estacionada enfrente de la casa de James, vi su auto lo que era señal de que ya había llegado a casa. La pelea que tuvimos en la oficina me hizo sentir fatal y él tenía razón no debí meterme en este asunto. Toque la puerta con los nudillos esperando que mi visita no complicará más las cosas. - ¿Sabrina? - pregunto algo sorprendió cuando abrió la puerta de verme. - ¿Puedo pasar? - pregunté. Él solo se hizo a un lado dejándome pasar. - Lo siento - digo al mismo tiempo que él también abre la boca. - Le pedí que abortara.
Es es un ¿secuestro? | Gigi. Después de mi rara visita en mi casa y de oír las opiniones de todas las involucradas llegué a la conclusión de darle el sentimiento de la duda a James; tal y como lo hablé con Sabrina, pero veía muy lejano el interés de James por el bebé empezando por el obvio hecho de que me ha ignorado todo el día. - Oye ¿No quieres comer afuera? - pregunto Miriam. Me sorprendió un poco su propuesta pues no solemos salir cuando es la hora del almuerzo. - ¿Por qué? - pregunté. - Porque almorzar pay diario no es parte de una buena dieta. - Pero es lo único decente aquí. - Si, pero ya no solo comes por ti - agrego - vamos encontré en
Y nosotras | Gigi.- ¿Entonces es su apellido de soltera? - pregunté.- Así es - respondió alegremente - mi ex-esposo y yo nos divorciamos cuando James estaba en la preparatoria, él lo pidió.» Aceptamos que ya no nos queríamos y James lo sabía así que los dos cedimos fácilmente, ninguno se fue de la casa ya desde antes dormíamos en cuartos separados, el continúo con su empresa y yo comencé a desarrollarme como diseñadora, para cuando los dos ya éramos alguien sin necesidad del otro, James ya estaba en la universidad.Asentí ante todo lo que acababa de escuchar.- Pero dejemos de hablar del pasado y hablemos del ahora - se recompuso r&aacu
Una bruja | Gigi. Como si durante los días siguientes todo hubiese sido paz y amor, se habían cumplido las dos semanas para visitar el médico, falte a la oficina bajo la aprobación de Sabrina quién estaba igual de interesada por el bebé cómo mis amigas y esperaba pacientemente a la señora McDiggel quién quedó de verme aquí. - Hola, querida - saludo en cuanto me vio. Mientras yo vestía unos jeans sencillos y una camiseta gris sin estampado la señora McDiggel usaba un vestido rojo, combinando con unos tacones rojos. - Señora McDiggel - salude y ella sonrió. - ¿A quién esperamos? - pregunto cuando vio que me volvía a sentar. - A qué una enfermera me llamé para pasar - respondí.
Último capítulo