¡Oh, pinocho! | Gigi.
Evite el resto del día a James y a Oliver también, por cotilla.
- ¿Ya nos vamos? - pregunto Miriam.
- Si - contesto felizmente tomando mis cosas después de acomodar mi silla giratoria.
- ¿Y qué tal tu almuerzo? - se burló porque ella ya sabía todo lo sucedido.
- Ya cállate - dije - eso no fue gracioso.
- Claro que sí, después te burlaras de esto.
Intenté protestar ante ese comentario, pero James nos interceptó a tan pocos pasos de mi libertad.
- Señorita Anderson - dijo con una sonrisa en labios - tenemos que hablar.
- ¿Podemos hacerlo mañana? - intenté alargar está conversación.
- No, hoy - dijo seriamente.
- Es que Miriam me lleva a casa... - intenté excusar cuando él se dirigió a Miriam.
- Señor
No quiero | Gigi. - Promete que no lo harás - pedí en el auto de Miriam. La verdad era que Miriam ya sabía todo lo sucedido anoche y quería golpear a James por eso, pero desgraciadamente y aunque quisiera que lo hiciera él era el jefe y eso podía costarle su trabajo. - Bien - cede al final. - Ahora vamos a trabajar - dije y sin más salimos juntas. Como si nada hubiese pasado, el día fluyó normal, James no se ha aparecido por aquí en toda la mañana, Oliver me dio los típicos buenos días. Christina y Roberto ya nos esperaban en nuestros cubículos contando los chismes del momento, empezaba a creer que nos hablaban más a Miriam y a mí por el hecho de que no los corríamos como los otros.
Recursos de último momento | Sabrina. Respiré profundamente antes de salir del auto, estaba aquí estacionada enfrente de la casa de James, vi su auto lo que era señal de que ya había llegado a casa. La pelea que tuvimos en la oficina me hizo sentir fatal y él tenía razón no debí meterme en este asunto. Toque la puerta con los nudillos esperando que mi visita no complicará más las cosas. - ¿Sabrina? - pregunto algo sorprendió cuando abrió la puerta de verme. - ¿Puedo pasar? - pregunté. Él solo se hizo a un lado dejándome pasar. - Lo siento - digo al mismo tiempo que él también abre la boca. - Le pedí que abortara.
Es es un ¿secuestro? | Gigi. Después de mi rara visita en mi casa y de oír las opiniones de todas las involucradas llegué a la conclusión de darle el sentimiento de la duda a James; tal y como lo hablé con Sabrina, pero veía muy lejano el interés de James por el bebé empezando por el obvio hecho de que me ha ignorado todo el día. - Oye ¿No quieres comer afuera? - pregunto Miriam. Me sorprendió un poco su propuesta pues no solemos salir cuando es la hora del almuerzo. - ¿Por qué? - pregunté. - Porque almorzar pay diario no es parte de una buena dieta. - Pero es lo único decente aquí. - Si, pero ya no solo comes por ti - agrego - vamos encontré en
Y nosotras | Gigi.- ¿Entonces es su apellido de soltera? - pregunté.- Así es - respondió alegremente - mi ex-esposo y yo nos divorciamos cuando James estaba en la preparatoria, él lo pidió.» Aceptamos que ya no nos queríamos y James lo sabía así que los dos cedimos fácilmente, ninguno se fue de la casa ya desde antes dormíamos en cuartos separados, el continúo con su empresa y yo comencé a desarrollarme como diseñadora, para cuando los dos ya éramos alguien sin necesidad del otro, James ya estaba en la universidad.Asentí ante todo lo que acababa de escuchar.- Pero dejemos de hablar del pasado y hablemos del ahora - se recompuso r&aacu
Una bruja | Gigi. Como si durante los días siguientes todo hubiese sido paz y amor, se habían cumplido las dos semanas para visitar el médico, falte a la oficina bajo la aprobación de Sabrina quién estaba igual de interesada por el bebé cómo mis amigas y esperaba pacientemente a la señora McDiggel quién quedó de verme aquí. - Hola, querida - saludo en cuanto me vio. Mientras yo vestía unos jeans sencillos y una camiseta gris sin estampado la señora McDiggel usaba un vestido rojo, combinando con unos tacones rojos. - Señora McDiggel - salude y ella sonrió. - ¿A quién esperamos? - pregunto cuando vio que me volvía a sentar. - A qué una enfermera me llamé para pasar - respondí.
Las reglas | Gigi. Después de esa pequeña discusión con James y de alejarme de la bruja McDiggel, los días pasaron rápidamente mi vientre aún no se volvía gigante y por el momento solo los involucrados sabíamos de esto. James comenzó a actuar como un idiota o al menos así lo vi yo, primero siempre me esperaba con una bebida diferente en mi cubículo todos los días y a la hora del almuerzo me llevaba algo "nutritivo" a la cafetería, además de que me controlaba los tiempos ante el monitor y daba varias vueltas en mi cubículo para ver si necesitaba algo. Cerré los ojos durante un rato mientras tocaba mi vientre, oficialmente ya tenía dos meses. - ¿Te sientes mal? - pregunto la molesta voz de James. - No - dije con un poco de cansancio por este constante
Obligación | James. "¿Hasta cuándo?" Leí otra vez el mensaje y sin contestarlo apagué el celular. Yo también me hacia esa pregunta ¿Hasta cuándo seguiré con esto? Estar al pendiente de Gigi y ese bebé ha sido de lo más extraño, Sabrina hace lo mismo se comporta como una tía de hecho nuestras conversaciones ya solo giran alrededor del bebé; pero lo cierto es que solo quiero saber si es mío. - Nos vemos después - me dijo la morena que ya había terminado de vestirse. - Por supuesto - respondo con coquetería dándole un beso en los labios de despedida. Lo cierto es que yo ya tenía una vida.
Bienvenidad de vuelta | Gigi. Desde que supe que estoy embarazada me iniciaron un montón de nuevas obsesiones. Para empezar siempre que estaba frente a un espejo observo mi vientre con demasiado interés, se me empezaba a hacer hábito tomar leche a cualquier hora, además de que amaba experimentar mis alimentos con cualquier cosa, pero mi placer culposo eran las paletas de hielo, al menos dos veces por semana compraba una. Cómo ahora, Miriam me había acompañado a almorzar fuera de la oficina, lejos de James y aunque si comí lo que ella ordenó para mí, no pude evitar darme gusto con esta paleta. - Parece que tienes un orgasmo - informo Miriam. - Oye, podrías no comparar esto - digo mostrando la paleta - con el sexo.
Último capítulo