Después de pasar parte de la mañana llorando y de pedirle a Maddy que la dejara sola, le escribió a Peter.«Peter, por favor, tenemos que hablar»«Habla» fue la respuesta que recibió en su teléfono.«Necesitamos hacerlo en persona, ¿dónde estás?»«Lo dudo, estoy en mi rancho»«¿Puedes volver? En verdad, necesitamos resolver esto»«Yo no veo manera de resolverlo, Margaret, los abogados hablaran por mí, en unos días volaré a Houston»Margaret se mordió el labio tratando de contener las lágrimas, tenia tanta angustia en el pecho que sentía que no podía vivir con ese estrés y esa angustia varios días, así que tomó la determinación de ir hasta el rancho para hablar con su esposo.Salió de su habitación en busca de Madison, necesita hablar con ella y pedirle ayuda.―¿Maddy, puedo pedirte prestado un coche? Necesito ir al rancho a aclarar las cosas con Peter. Y me gustaría dejar a Lucas aquí, no quiero que escuche una pelea entre su padre y yo.Madison miró los ojos enrojecidos de su gemela
Sentada en el piso de la parte trasera de una vieja furgoneta, Margaret miró al hombre que la apuntaba con un pistola, era el padre de Verónica. Al volante, la exprometida de Peter conducía a toda velocidad por un camino de tierra.―¿Por qué haces esto, Verónica? ―preguntó Marga a la chica.Necesitaba ganar tiempo, no sabía que planes tenían los Santos con su secuestro ¿Pedirían un rescate a Simón? ¿O acaso pensaban matarla? » se preguntó Marga con un estremecimiento de miedo. Pensó en su hijo, que ni siquiera la recordaría, que nunca sabría lo mucho que lo había amado. ―¡Cállate! ―dijo el padre de Verónica amenazante ―. No la distraigas que está conduciendo.―No, importa, papá, dame la satisfacción de responderle ―pidió la joven quitando la mirada del camino para observar a Marga.―Está bien, nena, igual no importa que lo sepa, igual va a morir.El hombre miró a Marga, su sonrisa era tan malvada que le heló la sangre. Ella se estremeció ante sus palabras si tenía alguna duda de cua
El atardecer pintaba de rojo el cielo de Texas, Marga estaba sentada en el porche de su nueva casa esperando a Peter. Muchas cosas habían sucedido en el último año, pero para ella lo más importante era la niña que crecía en su interior.Jugando a sus pies estaba Lucas, el niño se levantó y con torpeza caminó hasta su madre para abrazarla.―Mely ―dijo tocando su incipiente barriga.El bebé se puso de puntillas para darle un beso a su hermana. Marga sonrió antes de levantarlo para sentarlo en sus piernas. Tenía siete meses de embarazo y estaba esperando una niña a la que llamarían Meredith, por su abuela materna, sin embargo, su hijo la llamaba Mely.―Mely aún no llega, todavía falta para tenerla con nosotros.―¿Papá?―Papá está por llegar, mira el cielo.A lo lejos vio como Peter galopaba directamente hacia la casa, a pesar de que pasaba mucho tiempo con ellos, también le gustaba supervisar lo que ocurría en su nuevo rancho.Cuando se comprobó que en realidad si había petróleo en el ra
El helicóptero de Simón Barton aterrizó en Xicoténcatl, el pueblo ubicado en el estado de Tamaulipas, México, donde vivía Lucía, su abuela materna. Esa mañana, mientras revisaba las estadísticas de la producción de su más reciente pozo petrolero, recibió una llamada de la señora.―Hola, abuela ―contestó dejando a un lado su tableta.―Dios me lo bendiga, hijito, ¿Cuándo vienes a verme?―Sabes que iré el domingo, como todos los domingos, ¿deseas que te lleve algo?―No, solo que me gustaría que vinieras un poco antes, tengo un poco de dolor de estómago y el médico del pueblo me quiere obligar a ir al hospital...―Voy para allá, abuela.Lucía Rodríguez era la única persona que podía alterar al imperturbable Simón Barton y el hecho de que ella admitiera un dolor le preocupa mucho porque su abuela era fuerte como un roble y jamás se quejaba. De inmediato, Simón se levantó de la silla, tomó el traje de su chaqueta, abrió la puerta de su despacho y se encontró a sus guardaespaldas acompañad
Madison Fulton acababa de despedir al último de sus estudiantes del segundo grado de primaria cuando vio que su hermana gemela, Margaret, la saludaba sentada detrás del volante de un convertible descapotable rojo, que se veía nuevo, lujoso, pero sobre todo muy caro.Un gemido escapó de su garganta antes de echar a caminar hacia el coche.No sabía dónde tenía metida la cabeza su hermana, pero el coche era un mal presagio. Su familia estaba en un grave aprieto económico y a Marga no se le ocurría otra cosa que comprarse un coche, uno de lujo que evidentemente no se podía permitir y que acabaría pagando ella como siempre.Esa vez no la ayudaría, no podía con más gastos.―Imagino que vendrás a decirme que te sacaste la lotería, Marga ―dijo Madison posando sus ojos azules en los de su hermana para después mirar el coche.―Algo mucho mejor, firmé un contrato de trabajo maravilloso y tengo el dinero para pagar la hipoteca de la casa y terminar de arreglar el destrozo que dejó el incendio ―di
Dos días después, Madison esperaba en el vestíbulo de su edificio a que el chofer de Simón Barton pasara por ella.Su imagen en el espejo la hizo bufar.Su cabello castaño, que le llegaba a la cintura había sido cortado y pintado con unos reflejos dorados para parecerse más al estilo de su hermana. La ropa le quedaba apretada y el sostén con relleno que cargaba no ayudaba a que se sintiera mejor.Su hermana era más delgada y se había operado el busto aumentando un par de tallas.―Perdóname, Maddy, tienes razón, no puedo pedirte que sacrifiques tu vida por la mía, romperé con Roy hoy mismo y me casaré con Barton. También necesito deshacerme del bebé, no podré engañar a Simón diciendo que es suyo cuando no tendremos sexo.¡Por Dios! ¿Su hermana era capaz de terminar con su embarazo para casarse con ese hombre? ¿Por dinero? Pensó Madison asustada, no había pensado en su futuro sobrino o sobrina.―¡Está bien! lo haré, me casaré con Barton ―gritó Madison caminando de un lado a otro de la s
Cuando llegaron a la casa de Simón las ganas que tenía Madison de matarlo no habían menguado ni un ápice. De camino él la llevó a la clínica de un amigo para que le hicieran una prueba de embarazo en sangre.Tuvo que apretar los dientes mientras le extraían un tubo de sus venas y sonreír al médico cuando Simón la presentó como su prometida.Media hora después le entregaron los resultados, como bien sabía Madison la prueba salió negativa.―Te dije que saldría negativa―No iba a seguir perdiendo mi tiempo y dinero si me estabas engañando ―respondió Simón con su acostumbrada frialdad y un leve encogimiento de hombros.«Sí, te estoy engañando, pero tú ni te imaginas cómo» pensó ella con un poco de malicia.―Después del almuerzo tienes cita con una compradora personal que contraté para ti, necesitarás un guardarropa nuevo, incluyendo un traje de novia.―Tengo un guardarropa nuevo, y un traje de novia...―Si es como el vestido que traes puesto, te diré que le falta una o dos talla más grand
Madison tuvo que darle muchas explicaciones a su madre para calmarla, sin embargo, Meredith Fulton no se quedó tranquila.―Mañana a primera hora, Marga y yo tomaremos un avión a Houston para que hablemos de ese matrimonio tan apresurado y en caso de que sigas empeñada en casarte con ese hombre en dos, días te acompañaremos en tu boda. No sé cómo pensaste en casarte sin decírnoslo.―Está bien, mamá, avísame la hora de llegada de tu vuelo para pedirle a Simón que te vayan a buscar. ―respondió Maddie.«Ya nos veremos cara a cara, Marga» pensó aún con rabia.Por culpa de su hermana estaba metida en un matrimonio de conveniencia con un hombre que no amaba, y que estaba segura de que nunca amaría porque Simón era el hombre más frío del planeta. Y lo peor de todo era que tenía que darle un hijo.Adiós a su sueño de conocer a un hombre amable y divertido del que se enamoraría, y con el que tendría la boda de sus sueños en la casa familiar. Le dolía tener que mentirle a su madre, pero estaba s