―No, Marga, te quedarás en casa atendiendo a nuestro hijo, no quiero que mi esposa se ausente largas temporadas solo por mostrar su cuerpo en una pasarela. ¡No puedes ser tan frívola!Durante un segundo Marga lo miró con el asombro reflejado en el rostro, después un espiral de rabia subió por su espalda y una sonrisa de desprecio se instaló en su cara.―Soy tu esposa, Peter, más eso no significa que sea de tu propiedad, si no lo recuerdas, la época de la esclavitud pasó, así que no eres mi dueño. Si piensa que obedeceré tus órdenes es que definitivamente no me conoces. Me casé contigo por tu miserable chantaje, me dije a mí misma que le daría una oportunidad a nuestro matrimonio por el bien de mi hijo... y porque tenía la duda de que quizás debí haberlo hecho en el pasado, pero con tu intento de prohibición acabas de matar cualquier oportunidad de llevarnos bien, así que ten por seguro que pediré el divorcio en la primera oportunidad. Marga salió de la habitación y a pesar de que tem
―¿Problemas en el paraíso? ―preguntó Patrick a Peter esa noche al encontrarlo fumando en el porche. Era cerca de la medianoche y a pesar del dolor de la pierna se encontraba sentado afuera.―Imagino que ya te enteraste de que Margaret esta durmiendo con Lucas y tomó para sí la antigua habitación de Simón.―Sí, ¿Quieres contarme lo que pasó? ―preguntó su hermano-―Ella quiere seguir trabajando y yo se lo prohibí, es su deber quedarse en casa cuidando de su hijo.―¿Igual que lo hizo mamá con nosotros? ―preguntó PatrickPeter solo asintió.―¿Alguna vez viste a mamá feliz?―No, pero papá era muy dictatorial y no la dejaba hacer nada, además de celoso.―¿No te parece que te estás comportando igual? ―preguntó Patrick.―¿Qué? ¡No! Solo quiero que mi hijo sea feliz, que tenga a su madre cuando la necesite. Si hasta dejó de darle el pecho para volver a trabajar.Patrick encendió un cigarrillo para sí. Peter solo se quedó callado.―¿Te parece que Lucas es un niño infeliz? Porque yo no creo que
Un mes despuésMarga sonrió feliz a la cámara y al fotógrafo, el hombre disparó varias fotos más y se levantó―Eso es todo, Margaret, estuviste maravillosa como siempre ―alabó el profesional.―Muchas gracias, ha sido un placer trabajar contigo de nuevo.Marga caminó hasta donde estaba Peter esperándola. Cuando llegó a él lo besó.―Gracias por esperarme y por la paciencia de estos tres días.―Has estado preciosa y muy profesional, me alegra de haber venido contigo y ver lo que haces.―Voy a cambiarme rápido, sé que Simón nos está esperando.―No te preocupes, tómate tu tiempo, me acaba de decir que aún está ocupado.Esa tarde se irían con Simón en su helicóptero a Corpus Christy donde pasarían el tiempo que faltaba hasta que le quitaran el yeso a Peter, tendría diez días para estar con su mamá y con Maddy y eso la emocionaba mucho.Aunque en el pasado había pasado tiempo sin ellas desde que nació Lucas y después de tantos peligros que había vivido apreciaba mucho más a su familia.Peter
Después de pasar parte de la mañana llorando y de pedirle a Maddy que la dejara sola, le escribió a Peter.«Peter, por favor, tenemos que hablar»«Habla» fue la respuesta que recibió en su teléfono.«Necesitamos hacerlo en persona, ¿dónde estás?»«Lo dudo, estoy en mi rancho»«¿Puedes volver? En verdad, necesitamos resolver esto»«Yo no veo manera de resolverlo, Margaret, los abogados hablaran por mí, en unos días volaré a Houston»Margaret se mordió el labio tratando de contener las lágrimas, tenia tanta angustia en el pecho que sentía que no podía vivir con ese estrés y esa angustia varios días, así que tomó la determinación de ir hasta el rancho para hablar con su esposo.Salió de su habitación en busca de Madison, necesita hablar con ella y pedirle ayuda.―¿Maddy, puedo pedirte prestado un coche? Necesito ir al rancho a aclarar las cosas con Peter. Y me gustaría dejar a Lucas aquí, no quiero que escuche una pelea entre su padre y yo.Madison miró los ojos enrojecidos de su gemela
Sentada en el piso de la parte trasera de una vieja furgoneta, Margaret miró al hombre que la apuntaba con un pistola, era el padre de Verónica. Al volante, la exprometida de Peter conducía a toda velocidad por un camino de tierra.―¿Por qué haces esto, Verónica? ―preguntó Marga a la chica.Necesitaba ganar tiempo, no sabía que planes tenían los Santos con su secuestro ¿Pedirían un rescate a Simón? ¿O acaso pensaban matarla? » se preguntó Marga con un estremecimiento de miedo. Pensó en su hijo, que ni siquiera la recordaría, que nunca sabría lo mucho que lo había amado. ―¡Cállate! ―dijo el padre de Verónica amenazante ―. No la distraigas que está conduciendo.―No, importa, papá, dame la satisfacción de responderle ―pidió la joven quitando la mirada del camino para observar a Marga.―Está bien, nena, igual no importa que lo sepa, igual va a morir.El hombre miró a Marga, su sonrisa era tan malvada que le heló la sangre. Ella se estremeció ante sus palabras si tenía alguna duda de cua
El atardecer pintaba de rojo el cielo de Texas, Marga estaba sentada en el porche de su nueva casa esperando a Peter. Muchas cosas habían sucedido en el último año, pero para ella lo más importante era la niña que crecía en su interior.Jugando a sus pies estaba Lucas, el niño se levantó y con torpeza caminó hasta su madre para abrazarla.―Mely ―dijo tocando su incipiente barriga.El bebé se puso de puntillas para darle un beso a su hermana. Marga sonrió antes de levantarlo para sentarlo en sus piernas. Tenía siete meses de embarazo y estaba esperando una niña a la que llamarían Meredith, por su abuela materna, sin embargo, su hijo la llamaba Mely.―Mely aún no llega, todavía falta para tenerla con nosotros.―¿Papá?―Papá está por llegar, mira el cielo.A lo lejos vio como Peter galopaba directamente hacia la casa, a pesar de que pasaba mucho tiempo con ellos, también le gustaba supervisar lo que ocurría en su nuevo rancho.Cuando se comprobó que en realidad si había petróleo en el ra
El helicóptero de Simón Barton aterrizó en Xicoténcatl, el pueblo ubicado en el estado de Tamaulipas, México, donde vivía Lucía, su abuela materna. Esa mañana, mientras revisaba las estadísticas de la producción de su más reciente pozo petrolero, recibió una llamada de la señora.―Hola, abuela ―contestó dejando a un lado su tableta.―Dios me lo bendiga, hijito, ¿Cuándo vienes a verme?―Sabes que iré el domingo, como todos los domingos, ¿deseas que te lleve algo?―No, solo que me gustaría que vinieras un poco antes, tengo un poco de dolor de estómago y el médico del pueblo me quiere obligar a ir al hospital...―Voy para allá, abuela.Lucía Rodríguez era la única persona que podía alterar al imperturbable Simón Barton y el hecho de que ella admitiera un dolor le preocupa mucho porque su abuela era fuerte como un roble y jamás se quejaba. De inmediato, Simón se levantó de la silla, tomó el traje de su chaqueta, abrió la puerta de su despacho y se encontró a sus guardaespaldas acompañad
Madison Fulton acababa de despedir al último de sus estudiantes del segundo grado de primaria cuando vio que su hermana gemela, Margaret, la saludaba sentada detrás del volante de un convertible descapotable rojo, que se veía nuevo, lujoso, pero sobre todo muy caro.Un gemido escapó de su garganta antes de echar a caminar hacia el coche.No sabía dónde tenía metida la cabeza su hermana, pero el coche era un mal presagio. Su familia estaba en un grave aprieto económico y a Marga no se le ocurría otra cosa que comprarse un coche, uno de lujo que evidentemente no se podía permitir y que acabaría pagando ella como siempre.Esa vez no la ayudaría, no podía con más gastos.―Imagino que vendrás a decirme que te sacaste la lotería, Marga ―dijo Madison posando sus ojos azules en los de su hermana para después mirar el coche.―Algo mucho mejor, firmé un contrato de trabajo maravilloso y tengo el dinero para pagar la hipoteca de la casa y terminar de arreglar el destrozo que dejó el incendio ―di