Alessandro sintió que el corazón dejaba de latirle en el pecho por un segundo y el hilo rojo que hilvanaba pensamientos, recuerdos y suposiciones se tensó dentro de su cerebro. No era la primera vez que Gaia aseguraba que había pasado cuatro noches en el mar, y Jasper también había hecho notar aquella sospecha de que Gaia había estado sometida al clima por más de dos días, pero eso significaba… significaba que Gaia quizás no viajaba en el crucero, quizás no estaba casada.
— Es buena, es muy buena. — Blake se echó hacia atrás en la silla mientras cruzaba los dedos tras la nuca con una expresión satisfecha — Los doctores están impresionados con lo que puede hacer, le hicieron un examen práctico y la certificaron como enfermera de traumas.Los ojos de Alessandro brillaban de orgullo.
Gaia pensó que iba a paralizarse en medio del muelle, que la visión de los cuatro mega yates de cien metros de eslora y cincuenta camarotes cada uno, a punto de zarpar hacia mar abierto, la haría temblar bajo una mala premonición; pero fue todo lo contrario.Llevaba un vestido color lila que le llegaba a las rodillas y apenas le cubría los hombros con un par de tirantes anchos, vaporoso y volátil, así que agradeció la poca brisa que había en el puerto a las ocho de la mañana. Alessandro se detuvo junto a ella y le rodeó la cin
— Espérate, me acabo de poner eso. ¿Por qué me lo quit…?La protesta quedó acallada con un beso. Alessandro había entrado sin hacer ni el más mínimo ruido y los lazos que con tanta precisión había anudado, habían quedado deshechos en menos de un segundo mientras era atraída hacia el calor del cuerpo masculino.
Alessandro quería seguir durmiendo, tenía una extraña sensación de felicidad y aturdimiento que le relajaba el cuerpo, pero el peso de Gaia sobre su torso y el reguero de besos traviesos que dejaba sobre su pecho lo obligaron a abrir los ojos.— ¿Por qué me estás torturando? — protestó haciendo un puchero. Gaia levantó las cejas y a propósito pestañeó dos veces muy despacio, consiguiendo desesperar a la mujer.— ¿Estás borracha o eres estúpida? ¿Acaso no me escuchaste?— Te escuché perfectamente. — respondió Gaia con tranquilidad — A Alessandro no le gustan las mujeres casadas. Lo que no entiendo es quién erCAPÍTULO 19
Alessandro corría más que caminaba con Gaia agarrada fuertemente de su mano, al punto en que la chica tuvo que quitarse los tacones entre saltos para poder seguirle el paso. Ni siquiera tuvo tiempo de cerrar la puerta del camarote y ya la estaba besando como un desposeído, apretando su cuerpo contra una de las paredes. La levantó de las caderas y se dejó caer en la cama con ella sobre su pecho. Gaia no supo cómo consiguió desnudarlo. Era como intentar mover un fardo de ciento diez kilos que no tenía voluntad propia, pero aun así tenía que prepararlo para cuando su familia llegara. El Jet del Imperio había salido desde América, donde había recogido a la familia de Ian, luego por Marruecos, donde Ángelo y Malena estaban de vacaciones y finalmente pasarían por Córcega para buscar a Alessandro. El resto de los hermanos estaban ya en Italia, en la casa familiar, haciendo los preparativos para el funeral y esperandoCAPÍTULO 21
Helena buscó los ojos de Alba con expresión de espanto. Ella personalmente había hablado por teléfono con la señora y con Marco, y les había explicado todo lo que había sucedido. No podía ser que no se lo hubieran dicho al resto de la familia.Último capítulo